◘ Heather O’Connor
—¡Michael,
ven aquí! —grita aún con sus manos rodeando mi cuello.
Él
entra de inmediato con sus ojos verdes cristalizados.
—Átala
de nuevo —susurra apartándose de mí.
Michael
me coge la mano con delicadeza y me ata con cuidado. Oigo unas palabras simples
salir de sus labios, aunque no sé si es cosa mía y nada más, si no es una utopía.
«Están
de camino.»
Entonces
las esperanzas vuelven a mí. Merece la pena cualquier cosa que piense hacerme
ahora. Aunque cambio de idea cuando veo el cuchillo que está abrillantando y
brilla a contraluz.
Cuando
Michael sale de la habitación no sin antes hacerme entender que todo irá bien
y, muy a mi pesar, he entendido que su vida no vale tanto. He negado rotunda
descartando la idea de delatarlo, no le van a hacer nada a nadie por querer
ayudarme.
Entonces
aparece Will en mi cabeza.
Por
raro que parezca, he estado pensando en él, en lo que dijo.
Pusieron
una bomba en algún sitio, una bomba que mató a alguien, a alguien a quien él
amaba mucho.
«¿No
sabéis quién puso la bomba en el coche de mi novia?»
Eso
fue lo que digo. Y eso me ha hecho pensar mucho porque… No puede ser posible
que mataran a la madre de Jason, al hermano de Drake y a la novia de Will. No
tiene sentido, o… tiene demasiado.
Quisiera
darle más vueltas pero… no puedo.
Josh
me toca. Sus manos tantean todo mi cuerpo. Mis muslos, mi espalda. Me encojo en
mí misma para dificultarle la… inspección. Pero no sirve de nada, estoy atada
de manos y pies y no puedo moverme. Si lo hago, más duele, más aprietan las
cuerdas. Al cabo de un instante mis muñecas y mis tobillos están en carne viva
y escuecen horrores.
—¿Has
terminado ya? —pregunta.
No,
no he parado. Solo… solo quiero irme a casa. No he hecho nada malo.
Pero
me araña la mejilla. Luego me da un puñetazo.
Estoy
dolorida, pero físicamente sigo viva. No creía que pudiese durar tanto. Con lo
débil que soy, lo mucho que me duelen estas heridas porque chocan con otras
cicatrices que no terminaron de cerrarse. Y más cosas que no puedo soportar.
Pero
el mundo continúa sin mí.
Lo
he visto a lo largo de estas tres semanas. Nadie depende de mí.
Tal
vez sentir sea la cuestión.
Veo
la hoja del cuchillo centellear en la penumbra, y parpadeo unas cuantas veces
cuando veo que lleva su mano izquierda al mango. Su otra mano coge mi cuello y
lo asfixia. Noto que me empieza a faltar el aire, y justo cuando me apresuro en
respirar, en llenar mis pulmones, sangre brota de mi pierna.
Ahora
su cuchillo no brilla, ahora… gotea.
Sus
ojos miel son los que me acompañan… hasta que me desmayo.
E
incluso hasta después. Ellos no me abandonan ni un instante.
♣ •
♣
Lo
imagino a mi lado, abrazándome como aquella vez que lo hizo. Estos días se me
han hecho más sencillos, o más pasables, imaginando que él me acompañaba. Hay
una lucecita blanca al fondo.
—¡No!
—grito.
Vuelvo
a la realidad en ese instante. Vuelvo a la habitación, pero por fin estoy sola.
Y segura de seguir viva.
Sin
Josh toqueteándome. Me encojo, y en seguida vuelvo a mi posición original
teniendo en cuenta lo mucho que me duele la pierna y que, obviamente, no ha
cicatrizado porque solo han pasado unas cuantas horas.
Oigo
un ruido fuera que hace que me ponga nerviosa y forcejee.
¿Qué
van a hacer? ¿Volver? ¿Torturarme aún más? ¿Volverán a pegarme? ¿A clavarme más
cuchillos? Por favor, no. Les pido por favor que si quieren hacer eso… que
prefiero que me maten. Hoy no tengo ganas de sufrir. Y mañana tampoco tendré.
No quiero más, estoy cansada de tanta… acción en mi vida. Era mejor cuando se
me hacía aburrida y monótona, porque no hacía daño a nadie.
Hasta
que veo ojos castaños.
Sus
ojos castaños.
Sacudo
la cabeza. Esto es… otra de mis imaginaciones. No he hecho más que verlo
durante todos estos días. Solo quiero que sea real. Solo quiero alargar el
brazo y tocarlo. Que esté ahí de verdad.
En
nada de tiempo, está rompiendo la ventana, y aunque tendría que hacer mucho
ruido —a mí me lo parece—, no viene nadie.
«Michael…»
—¿Jason?
—le pregunto a la oscuridad.
—Heather…
—oigo susurrar contra mi oído.
Empiezo
a distinguirlo entonces aun viendo borroso. Estoy muda, no puedo evitar todas
estas cosas, porque… Dios, lo necesito cerca.Necesitaba sentir su calor.
Necesitaba saberlo. Porque al ver sus ojos, así de cerca… es todo mucho más
obvio.
Me
gusta.
No,
es mucho más, estoy enamorada.
—Heather,
lo siento mucho, muchísimo por haberte hecho pasar todo este infierno. Juro que
después de esto… no nos volverás a ver, a ninguno. ¿Qué… qué tienes en la
pierna? —Baja un poco la voz, pero aun así lo oigo con total claridad—: Pienso
matarlos.
—Ya
se me pasará, no te… preocupes.
Él
solo me suelta las cuerdas. Se quita la camisa dejando al descubierto su torso
perfectamente esculpido. La rompe a tiras. Me venda la pierna y aunque al
principio siento mucho más dolor, en seguida me siento mejor.
Él
cubre mi mejilla con la palma de su mano. Su dedo recorre el contorno de mis
labios cortados. Estoy sintiendo con este contacto más de lo que he sentido
nunca. Lo siento tan cerca… tanto que no puede ser una pesadilla. No puedo
estar durmiendo ahora mismo.
Nuestros
labios se juntan. Con su lengua humedece los míos. Muerde mi labio inferior y,
Dios, sabe tan bien. El sabor de su boca es tan hermoso, tan especial. Me
siento volando. No sé cómo pero me encuentro con mis manos jugando con su pelo
y sus brazos rodeando mi cuello. Pero no me importa. Ahora mismo no me importa
nada que no sea él. Simplemente me ha salvado. Mi héroe de ojos color miel.
Está aquí, ¿no? Eso es lo que cuenta. Y me está besando. Y me siento en el
séptimo cielo. Sonríe bajo mis labios, al igual que hago yo.
«Te
he encontrado», lo oigo susurrar.
Y
yo lo he encontrado a él.
—Ahora
nada tiene sentido —murmura—, porque me he enamorado y… el amor carece de lógica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario