sábado, 23 de marzo de 2013

Capítulo 11 «As long as she loves me²»


◘ Heather O’Connor.
        
         «Querido Jason,
         Te escribo esto, porque sé que lo vas a leer, porque estoy convencida de que vas a leer esta carta esta noche, en un intento de verme mientras intento dormir con la luz encendida, pero hoy es diferente. Si no la coges, si cuando vuelva veo que sigue aquí, cerrada, sabré que es porque el mundo no nos quiere reunidos de nuevo.
         Pero confío en que no sea así.
         Tengo muchas cosas que contarte, cosas que decirte, pero no sé si estoy preparada para enfrentarme a mis sentimientos una vez más. ¿Tú crees que lo estoy? Y… ¿lo estás tú?
         No te imaginas lo que pensé cuando vi tu foto en las noticias. Una sensación indescriptible. No sabría decirte si era alegría, o felicidad… solo que era fe. Fe en nosotros. Confusión. Esa fue otra de las cosas que me subió por el estómago hasta la garganta.
         Creo… que sabes lo impulsiva que soy.
         Y no dudé un instante en comprobar si aquello era verdad. Cogí mi coche y conduje hacia la prisión. Siento no haber ido jamás nunca a verte, mi padre me vigilaba muy de cerca, y no quería hacer nada que estropeara las cosas más en mi casa de lo que ya estaban… pero en ese instante estaba sola. Y hablé con Mike. Me habló de ti. Dijo que se había enterado a la vez que el resto, que estaba asombrado por lo que habías hecho y que… no me habías olvidado.
         La noche que te vi, antes de eso, pensé que me lo había imaginado, aunque esperaba que de verdad fueses tú, mi ángel de ojos color miel, que habías venido a por mí, a rescatarme, como ya lo habías hecho años atrás.
         Entonces recordé algo que me habías jurado.
         «Estaré siempre contigo.»
         Esas palabras tuyas resonaban en mi cabeza con fuerza. Ahora me río, porque, Jason, la idea es que tú estuvieras conmigo… y yo contigo.
         Cumpliste.
         Pero yo no.
         Estás ahí desde hace dos meses, y yo no he reaccionado hasta ahora. He llegado a mi puto límite, joder.
         Brandon y yo lo hemos dejado.
         Nuestro final, en realidad, tuvo lugar hace tiempo. No puedo creerme que por fin diga esto pero… esperaba llegar a quererlo como te quise a ti. ¿Y sabes qué? No pude. Porque tú lo eras todo. Lo eres todo.
         No he querido a nadie, ni quiero, ni querré a nadie, como te quiero a ti.
         Esta es la promesa que te hago yo, Jason.
         Te debo tantas cosas. Para empezar, la vida, que dicho sea de paso, parece ser solo cuesta arriba cuando tú no estás a mi lado.
         Me da igual todo. Mi padre, Tracy, mi madre, todo…
         … menos tú.
         Te quiero, joder.
         Y te necesito, más que al agua en plena sequía, necesito verte.
         Ahora.
         En cuanto coloque esta carta en la ventana, cogeré mi abrigo y me iré, y te esperaré.        
        
         A las doce en punto te esperaré en la azotea del edificio en el que vivías con Drake. Lo van a demoler mañana a primera hora, no sé si lo sabías, y es el único recuerdo real que me queda de ti.
        
         Siempre contigo, Heather.»

Capítulo 10 «As long as she loves me²»


◘ Jason McCann.

         Hace tiempo que no voy a la casa de Heather. Que no la miro por esa ventana, la de su cuarto. Estoy en blanco, no consigo centrarme, y ordenar mis ideas. Todo parece borroso a mi alrededor, y diría que llevo una máscara o algo por el estilo que me impide distinguir qué es real y qué no, porque, la verdad, no sé qué hora es, ni cuánto tiempo llevo despierto, y ni siquiera tengo la certeza de estarlo.
         Voy a ver a Heather, voy a hablar con ella.
         Tengo muchas cosas que decirle… o no tantas.
         Pero, eso sí, hay muchas más en juego.
         Miro a mi alrededor, y son todo árboles. Mejor estar aislado, porque sé que aquí nadie va a buscarme. Y tampoco sabrían dónde, aquí les llevo bastante ventaja, tras dos meses por aquí, sin nada mejor que hacer que memorizar cada centímetro de este bosque.
         Hay algo que tengo que hacer. No va a arreglar nada, y probablemente solo lo estropee todo, y lo más probable es que complique las cosas y nuble completamente mi punto de vista, pero… no me queda otra.
         He de volver.
         A mi casa. A la casa que compartía con Drake.
         En la que empezó… y terminó todo, sí.
         Me encamino hacia ella antes de que me dé tiempo a cambiar de idea, y conduzco lo más rápido que este coche me lo permite hacia las afueras del sur de Chicago.
        
♣ • ♣

         Giro el pomo de la puerta. Curiosamente, ni siquiera me hace falta la llave, está abierta. Total, ¿para qué cerrar este piso? No hay ningún mueble, no siquiera la moqueta cubre el suelo, solo está todo con una gruesa capa de polvo.
         ¿Quién se los llevaría? ¿La policía? ¿Ladrones?
         En fin, no importa. Si tuviera pensado seguir viviendo aquí, puede, pero, sinceramente, tener muebles o no en la casa en la que viví durante la peor etapa de mi vida, desde la cual han pasado dos duros años, no es que me importe demasiado. Tengo cosas más importantes a las que consagrar mi tiempo en este preciso instante.
         Entro al salón. No puedo evitar sentir un breve sentimiento de nostalgia. En fin, no es por el salón en sí, sino porque recuerdo a Drake tirado en el sofá, comiendo patatas fritas hasta reventar, y no saliendo nunca. Sonrío. Odio a esos hijos de puta que lo mataron. Merecen estar donde están, pero aquello solo confirmó que soy, en realidad, esa persona de la que siempre he deseado huir.
         Tras ver todo el piso, y afrontarme a trágicos y nostálgicos recuerdos, llego a la última puerta, frente a la que sigo parado, porque no estoy seguro de querer entrar.
         Mi habitación.
         No pasaba demasiado tiempo allí, puesto que o estaba en el gimnasio o en el taller de Luke, pero lo más importante sí sucedió ahí.
         Tras un instante de indecisión, giro el pomo. Está vacío, no queda nada (¿por qué me sorprende? Sólo está como el resto de la casa). Pero no me refiero a los muebles, exactamente. Sino a ella. Se pasaba los días y las noches llorando encerrada en mi cuarto.
         Me muerdo el interior de mis mejillas.
         Por aquel entonces, yo me sentía mal, pero ahora me siento mucho peor. Por aquel entonces ella era «una víctima más» pero la pregunta, en realidad, es ¿qué coño es ahora para mí? La respuesta es simple. Todo.
         Me siento un completo imbécil por haberle hecho todo aquello, por haberla hecho sufrir de esta manera pero, yo… es que no tenía otra. No podía evitar sentirme de manera egoísta con ella, porque desde el principio, nada más verla, sentí algo fallar dentro de mí. Y es evidente, que eso no lo podía permitir.
         Joder, pero eso no cambia nada. No he de justificarme, directamente, porque no puedo. La culpa es mía, toda, es un hecho.
         Si la hice sufrir, es porque no quería que nadie me viera como a un débil. Mi orgullo me impedía poder quedar frente a Josh y Lewis, y mucho menos frente a Drake, quien me lo recordaría de por vida. Lo… lo habría hecho de haber tenido tiempo.
         Recuerdo haberme obsesionado como nunca solo con imaginarme la vida sin Heather, perdiéndola.
         La imaginaba ya muerta.
         Y no pude soportarlo, estallaba al instante. Me volvía loco por momentos. Imaginaba torturas que podrían estar dañándola, y yo sufría. Imaginaba que le hacían cosas horribles que no he podido olvidar del todo aún. Imágenes que no desaparecerán del todo, que han sido grabadas a fuego en mi mente. Y eso no lo puedo soportar, no aguanto estar pensando en ella como en la mejor persona que ha aparecido por mi vida y que esas imágenes vuelvan a mí, dispuestas a destruirme por dentro. No me duele tanto verla junto a Brandon, porque al menos sonríe, y la veo feliz.
         Cierro la puerta, y suelto un suspiro. Un suspiro lento y pesado que me hace, por fin, decidir tomar las riendas de mis actos.
         Por fin.
        
♣ • ♣

         Corro hasta la casa de Heather, con cuidado de no ser visto, aunque no es lo que más me preocupa en estos momentos. Necesito verla. Y no me refiero a hacerlo desde las sombras, sino a que ella también me vea. A hablar con ella. A decirle que… la quiero.
         Un coche está aparcado en la entrada, y no es el suyo, sino el de su padre, pero me arriesgo.
         Joder, he estado arriesgándome todo este tiempo, y ahora, al fin, sentiré que merece la pena.
         Sin embargo, la luz de su habitación está apagada. Asciendo con cuidado en las ramas de los árboles para llegar a la altura de su cuarto.
         No está. No la veo, no la distingo, aunque sería hora de estar durmiendo, pero todas las noches tiene la luz encendida.
         Cuando bajo los ojos para descender, clavo la vista en la ventana.
         Una carta.
         Que tiene garabateada «Jason».
         No dudo un instante en cogerla y abrirla.
         

sábado, 9 de marzo de 2013

Capítulo 9 «As long as she loves me²»


◘ Heather O’Connor.

Brandon hunde su cara en mi pelo. Las lágrimas siguen recorriendo mis mejillas. No me siento mejor tras haberle contado todo. No me siento una mejor persona, no me siento a gusto conmigo misma. Con el dorso de la mano me enjuga las lágrimas, y eso me hace sentir todavía peor.
—Eres perfecto… —susurro con mis escasas fuerzas.
Él clava su mirada plateada en la mía.
—Heather…
—No —Brandon sujeta mi cara con sus manos—, yo… no merezco a un chico como tú, joder.
Sus brazos me rodean, y me aprieta mucho, aunque no lo suficiente como para hacerme daño. Las lágrimas dejan de salir, pero de todas maneras, sigo sintiéndome como una mierda.
Sus labios rozan los míos, y él susurra:
—Te quiero.
Eso hace que todavía me odie más a mí misma. Tengo al mejor chico del mundo, aquí, diciéndome que me quiere, abrazándome, besándome tras haberle contado que me enamoré de un chico que se ha escapado de la cárcel… y no soy capaz de valorarlo, ya que esa parte de mí, la irracional, la que habla sin pensar, la impulsiva, no hace más que gritarme que mis sueños son poblados por salvajes y acaramelados ojos color miel, no por dulces ojos plateados. Y también, que no puedo engañarlo más, ni a él, ni a mí misma, porque si no, voy a terminar perdiéndome, si es que no lo he hecho ya.
—Te quiero —repite—, y yo… puedo esperarte.
Clava sus ojos los míos.
—Si hablas de él, y sientes necesidad de hacerlo es porque no lo has olvidado del todo —dice en un susurro, tanto que dudo siquiera estar segura de oírlo, pero veo sus labios moverse lentamente—. Tal vez…
No quiero oírlo. No puedo. Es mi mejor amigo, no sería capaz de perderlo, no bruscamente. Quiero que esté a mi lado, junto a mí, y que no se vaya nunca… pero no de este modo.
—Mañana hablamos —se despide—. Descansa, por favor.
—¡No! —ahogo un grito, tirando de su mano, para que no me deje sola.
No ahora. Ahora lo necesito, más que nunca. No a un novio, necesito a Brandon, a mi mejor amigo, a aquel que me crucé en mis peores momentos, que hizo de ellos buenos tiempos, que creó buenos recuerdos, aquel chico a quien en un principio solo quería apartar de mi vista de lo engreído que me había parecido al principio…
Porque él y yo, solo podemos ser eso, amigos.
—Querías decirme algo. Por favor, hazlo.
Él vacila, antes de responder.
—Heather, no me quieres.
Intento replicar, pero él me corta antes de poder hacerlo.
—O, al menos, no me quieres como te quiero yo a ti. Solo deseo que tú seas feliz, y al hablarme de Jason, he sabido que sientes algo por él que, muy a mi pesar… no vas a sentir nunca por mí, porque a quien quieres, es a él. No voy a enfadarme, no voy a pelearme con nadie, solo… Siento no habértelo contado, pensé que hablaríamos de esto cuando tú te sintieses preparada, o confiaras lo suficiente en mí, pero yo, esto… ya lo sabía, Trede que este no sea el mejor momento para hablar…
Abro los ojos.
—No quiero que me dejes —susurro tirando de su mano.
Él sonríe con tristeza.
—No te dejo. Pero… seamos solo amigos, Heather.
Lo abrazo, con todas mis fuerzas.
—Es tarde —dice él.
Arrastrando los pies, voy a abrirle la puerta.
Él me da un beso en la mejilla y ya, a dos metros de mí, fuera de mi casa, sonríe y dice:
—Seamos amigos… y tú, sé feliz.
Me sonríe, esta vez alegre, como el día que nos conocimos.
—Junto a él.

domingo, 3 de marzo de 2013

Capítulo 8 «As long as she loves me²»



Jason McCann.

            Cierro los ojos con fuerza. Apoyo mi cabeza contra la ventanilla del coche, intentando conciliar el sueño. Pero no puedo. Dormir, últimamente, es más que imposible. Puede que solo sea pasajero, pero ya ni siquiera recuerdo cómo es levantarse sin ojeras bajo los ojos y un cansancio.
            Y solo hay una cosa que podría devolverme la energía.
            Hablar con ella, sería lo más maravilloso. Lo necesito, pero no puedo. He pasado los últimos dos meses contentándome de verla de lejos, o asegurándome de que ella, en realidad, no me ve.
            Porque ella está bien, y es todo lo que me importaba hasta hace poco pero… ¿y mis necesidades? No me refiero a las físicas, pero necesito saber qué siente por mí, qué es lo que le viene a la cabeza al pensar en ‘Jason’.
            Salgo del coche que me consiguió Luke, y camino en el bosque, intentando aclarar mis ideas. Puede que quien en realidad no las tenga claras, sea yo, en vez de ella. A lo mejor no debería entrometerme, porque puede que solo esté empeorando las cosas, y…
            Temo equivocarme. Temo que ella me haya olvidado. Temo que no quiera saber nada de mí. Temo que… llegue a preferir a Brandon, antes que a mí, si es que no ha elegido ya.
            Camino, arrastrando los pies, hasta que llego al árbol bajo el que enterramos, hace ya más de dos años, el cuerpo de mi mejor amigo. Sonrío al recordar nuestros momentos. Nuestros mejores momentos. Sus instantes de sobriedad en los que no necesitaba la bebida, porque bromeábamos y nos divertíamos. Aquella vez que nos colamos en un concierto, a los diecisiete. Cuando tuneamos nuestro primer coche, aunque terminara hecho mierda, a los dieciocho.
           
         «—¿Jason?
         —¿Qué quieres?
         Drake está de pie, delante de mí, apoyado en el marco de la puerta.
         —Es curioso…
         Suelta una carcajada. ¿Y éste ahora?
         —Lo siento mucho, Drake, no estoy para juegos ahora mismo.
         —Digo, que es curioso.
         —¿El qué?
         Me mira con una sonrisa que no he visto nunca antes de este momento. Y no me gusta. ¿Se burla de mí?
         —Esa chica te está cambiando.
         No doy crédito a lo que oyen mis oídos.
         «Continúa», pienso. «Continúa delirando».
         Me levanto, dispuesto a salir del piso, aunque sea solo esta noche. Puedo divertirme con alguna chica, estoy seguro.
         Me agarra del brazo con fuerza, pero no me hace daño. Tampoco estoy seguro de que lo esté intentando, simplemente parece un signo de advertencia. Además, tiene cuidado conmigo, y con no enfadarme.
         —No sé de qué me hablas —mascullo.
         Él suelta otra carcajada, pero apesta a sarcasmo.
         —Claro que lo sabes. No soportas tenerla ahí encerrada.
         —Pues no. Te equivocas.»
        
         Ese recuerdo bombea mi cabeza de repente. Él se dio cuenta de todo, desde el principio. Incluso antes que yo mismo supo de mis sentimientos por Heather. En aquel momento, no era más que un juego. Pero dejó de serlo nada más darme cuenta de lo grave que era el asunto. Nada más darme cuenta que había roto la regla de no implicarme.
         Pero no podía sentirme culpable.
         Porque yo, no había hecho nada malo.
         Pero… si lo hago ahora.
         No puedo mentirme, no a mí mismo. Solo me tengo, y no quiero traicionarme, o perderme. Me volvería loco, si no lo estoy todavía.
        
♣ • ♣
        
         —Mamá, ¿qué debo hacer? —susurro con la vista clavada en la tumba, aunque no veo nada, ya que es de noche.
         No me va a contestar, lo sé. Pero necesito alguna señal. Algo, que me indique qué tengo qué decidir.  
         Levanto la vista. Una estrella fugaz cruza el cielo.
         Sonrío.
         He ahí mi señal.

Capítulo 7 «As long as she loves me²»

◘ Heather O’Connor.


—Se llamaban Drake Redmond y Jason McCann. Hicieron lo que hicieron, sí, pero no me trataron mal en absoluto. Hicieron lo que hizo falta para que no me faltase de nada durante dos o tres semanas, debiendo ocuparse de mí un mes. El día que me secuestraron, Drake me pidió disculpas por ello, y aunque en el preciso instante no entendí por qué, pronto me di cuenta que no era un asunto personal. Parecía sentir pena por mí a cada mirada, lo cual, evidentemente, me hacía preguntarme por qué me habían secuestrado si sentían pena por mí. Aunque tenía problemas con la bebida. Muy serios, además.

»Pero Jason era distinto. Nada que ver. La primera vez que hablé con él de manera civilizada estaba tranquilo, y no dejaba de repetirme que no tenía ni idea de por qué me habían secuestrado. Vaya una cosa, ¿no? Y yo no dejaba de gritar, y harta de llorar. Me dijo que no tenían el menor interés en mí, y no llegué a entenderlo hasta mucho después.

»El día siguiente fue muy raro. Fueron dos hombres a aquella casa, que yo no había visto nunca, preguntando… por mí.

Me callo un momento para mirar a Brandon. Traga saliva, pero continúa teniendo los ojos clavados en mí, sin la menor intención en interrumpirme, así que decido continuar, con ojos llorosos:

 —Me hablaban de una manera extraña, y provocaron a Jason en más de una ocasión. Recuerdo que en ese momento pensé que él tenía más voz que Drake. Él me apartó de aquellos hombres, pero no lo pude ver como una cosa buena, porque únicamente los veía como unos capullos.

»Después de eso me enteré de por qué había pasado todo. Las razones que tenían Drake y Jason para haberme secuestrado eran, simplemente, rabia y venganza. No contra mí ni contra mi familia, contra alguien que no conocían, porque habían asesinado a sus seres queridos y aquellos hombres, los que fueron a verme, eran quienes sabían quién había sido.

»Fui egoísta, ahora me soy cuenta, sobre todo. Pensé, únicamente en que yo no me mataba a mí misma tras haber asesinado a mi madre. Ella murió en el parto, técnicamente, la había matado yo.

»Cuando ya faltaba poco para que se terminase el mes, poco más de una semana, me pasó algo que no podría haber creído nunca posible. Me secuestraron dentro del secuestro original. Supe que pasaba algo cuando oí un portazo que no era propio de Drake, ni de Jason, siempre tan meticulosos y calculadores.

»Me encontré encerrada y atada en una furgoneta, sin poder moverme, con las mejillas empapadas de lágrimas… Y todo… pasó a partir de ahí.

—¿El qué? —susurra Brandon.

Alarga la mano y roza sus dedos con los míos. Lo miro, y tiene la vista baja, y cuando ve que lo estoy mirando, me sonríe de una manera distante, que me hace soltar la primera lágrima. Pero no me va a impedir ser sincera. Esta vez no.

—Me enamoré de Jason.

Él baja todavía más la mirada y me siento culpable, como nunca antes. Lo veo tragar saliva.

—Antes del juicio en el que se determinaba si él iría o no a la cárcel, hablé con Tracy. Me dijo que ése no era el chico adecuado para mí, que no me merecía, y que en realidad no lo amaba, ni mucho menos, él me amaba a mí. Me hizo prometer que si Jason era condenado, tendría que olvidarme de él.

Inspiro profundamente, pero de nada sirve, ya debo tener todo el maquillaje corrido sobre las mejillas, pero no puedo dejar de hablar. Ya he empezado, y he de ser sincera, no solo con Brandon, pero, sobre todo, conmigo misma. He de dejar de mentirme de una vez por todas.

—Lo condenaron.

Las lágrimas salen más desenfrenadamente de mis ojos, y probablemente no me entienda al hablar, pero necesito soltarlo.

—E intenté olvidar a Jason, como le prometí a Tracy, pero no pude. Y encontré aquel descampado en el que te conocí y… Me gustas, Brandon, de veras que sí, pero no dejaba de pensar que te he estado mintiendo todo este tiempo…

Ya no puedo casi hablar, siento que me ahogo y me atraganto con mis palabras.

—Brandon, yo… Lo siento tanto —es lo último que puedo decir antes de estallar a llorar como solo lo había hecho hace un poco más de dos años atrás.

—Heather —dice él cogiéndome la mano—, yo… no sé qué decir. ¿Has estado guardándote eso todo mi tiempo?

Se levanta, y, en vez de irse, como creí que iba a hacer al levantarse, pero tira ligeramente de mí para que me levante. Las yemas de sus dedos recorren mis mejillas para secarlas, me acaricia el pelo, y me atrae hacia él.

Me besa en los labios, y siento lo mismo que sentí la primera vez que lo besé.

Pero no lo mismo que cuando me besé Jason. Ni se acerca.