sábado, 22 de junio de 2013

«Never let you go» Capítulo 2.


«Never let you go»
Capítulo 2.



εїз Caitlin εїз

            —¡Espera, espera! —grita Caitlin—. ¿Qué dices que dijo?
            Megan me mira atentamente, aunque bastante agitada y… creo que sé por qué.
            —Cito textualmente: Es que eres preciosa.
            Rememoro esas palabras desde que me las dijo ayer por la noche, y me sonrojo una y otra vez. Se lo cuento a ellas porque son mis mejores amigas, pero estoy ansiosa y realmente quiero gritar a los cuatro vientos que estoy enamorada de mi mejor amigo.
            —Caitlin —sonríe Megan—, fíjate en que lo que te dijo, exactamente, no fue ‘estás preciosa’, sino ‘eres preciosa’. ¿Soy la única en distinguir ese matiz?
            Payton suelta una carcajada.
            La verdad es que a mí no se me había ocurrido pensar eso, pero no creo que tenga demasiado sentido darle tantas vueltas a lo de entre líneas. Él solo me ve… como a su mejor amiga. De momento, me parece mucho más que suficiente.
            —Menos mal que estamos aquí Megan y yo, para interpretar lo que este chico te dice.
            —Es tan mono… —susurra Megan. Yo solo sonrío bajando la cabeza, con una idea en mente, que no soy capaz de pronunciar en voz alta: ‘Sí. Sí que lo es.’— ¡Pero yo también os quiero contar una cosa!
            Payton y yo la miramos y sonreímos.
            —No me digas que… —empiezo a decir.
            Ella se levanta y empieza a dar saltitos agitando las manos como una niña pequeña.
            —¡Sí! ¡Ayer Ryan me besó!
            —No. Puede. Ser. —sonríe Payton, y se levanta y empieza a dar saltitos con Megan.
            No me lo creo. Creo que lleva enamorada de ese chico desde, en fin… desde siempre. Ryan es muy majo, pero si tardó desde ayer por la noche para fijarse en Megan o darse cuenta de lo mucho que a ella le gusta, no se puede decir que sea demasiado listo o, por lo menos, demasiado espabilado.
            —¿Estáis saliendo? —pregunto, deseando con todas mis fuerzas que me diga que sí.
            Pero a ella se le apaga la mirada y su sonrisa desaparece de repente.
            Y veo una lágrima deslizarse por su mejilla justo antes de irse corriendo al aseo.
            Payton y yo nos miramos.
            —¿Pero qué…?
           

҉ Justin ҉

            Justin, ¿qué pasó ayer con Caitlin? —pregunta Chaz arqueando una ceja.
            —Es…
            Cierro la boca de repente, puesto que empieza a sonar 2pac. Es mi móvil.
            —¿Quién es? —pregunta Ryan.
            Chaz me lanza una mirada de advertencia.
            ‘Aún no te vas librar de contar qué coño pasó ayer y por qué desapareciste’, parece decirme a la vez que sacude la cabeza.
            Miro la pantalla de mi teléfono.
            ‘Caitlin.’
            Sonrío, pero después me doy cuenta de que no estoy solo, y sacudo la cabeza para que no se me note. Muy a mi pesar, ni siquiera mis amigos son tan idiotas, y tampoco están ciegos. Me da muchísima vergüenza, y terminarán enterándose, en un momento o en otro de que…
            —¿Quién es? —vuelve a preguntar Ryan.
            Me aclaro la garganta y digo, con total obviedad, haciendo un enorme esfuerzo por no parecer desesperado por escuchar de nuevo su voz.
            —Caitlin.
            Los dos me miran.
            —Hola —digo al descolgar—, ¿qué pasa?
            —¿Qué pasa? ¿Estás de coña?
            Me está gritando. Realmente, creo que está enfadada, y jamás la había notado tan cabreada desde que nos conocemos. Y de verdad, que hace mucho tiempo de eso.
            —Caitlin, tranquilízate, ¿sé puede saber de qué…?
            —¡Qué me tranquilice! ¡Por Dios! ¡De verdad que como me entere de qué le ha hecho a mi amiga, te juro que…!
            —¡Caitlin! —levanto la voz. Y todos en la cafetería se giran para mirarme. Vaya hombre, no me digas que jamás han oído a alguien hablar por teléfono—. ¡Tranquilízate! ¿Se puede saber de qué demonios estás hablando?
            Oigo cómo respira hondo. Y tras soltar un pesado suspiro, me dice, con tono extremadamente suave y bajito, de ese modo que solo las mujeres saben hacerlo y que realmente asusta:
            —¿Está Ryan?
            ¿Cómo? ¿Quiere… hablar con Ryan? ¿Y por qué me llama a mí? Soy un estúpido por pensar que, ella…
            Me levanto de la mesa y le tiendo el teléfono a mi amigo.
            —Es para ti.
            Él me mira confundido, pero no tanto como Chaz, que entrecierra los ojos y me clava la mirada.
            Me doy la vuelta y me dirijo al baño, haciendo caso omiso de mis amigos, y de los sonidos de incomprensión que suelta Ryan al hablar con, bueno… mi mejor amiga.
            Qué estúpido soy.
            ¿Cuánto tiempo voy a fingir esto? ¿Estoy intentando convencer a los demás o solo a mí mismo? ¿Cuándo voy a asimilar que…?
            —Justin —me llama Chaz—, ¿se puede saber qué coño te pasa?
            Saco mi gorra y sacudo el pelo. Luego, vuelvo a colocármela.
            —Un día, ese movimiento se hará famoso. Ya verás. Cuando seas actor y ganes premios y todo—asegura con una sonrisa.
            Chad no suele ser demasiado… bueno, no es la clase de persona que te hace cumplidos a la de tres, no entiendo por qué está encerrada en ese caparazón, que siendo sincero, a veces lo hace parecer un capullo, pero en realidad es un muy buen amigo. De veras que sí.
            Él, Ryan y Caitlin, creo que son las únicas personas que saben cuál es mi sueño. No me refiero a un capricho, de esto de ‘estar en la edad’ y desear algo con todas tus fuerzas pero, al crecer, que tus metas en la vida, que tus puntos de vista, cambien. Pues bueno, no es mi caso. Quiero ser actor desde hace mucho, mucho tiempo, creo que ya casi ni lo recuerdo. A decir verdad, estoy casi convencido que fue en la obra de Navidad de preescolar, en el que interpretaba… no me acuerdo qué, pero fue un día maravilloso. Desde ahí, desde el momento en que sentí la luz de los focos posados en mí, haciéndome una persona importante, digna, por primera vez a los tres años, supe que me había enamorado. De actuar. De los escenarios. De los musicales. Del cine. Del arte de la interpretación.
            Pero soy joven, y las ofertas, en estos tiempos, no llueven. No hay casi nunca castings por aquí, y cuando está la oportunidad, da la casualidad de que soy demasiado joven para el papel.
            Mis amigos me apoyan, igual que yo los apoyo a ellos, que quieren ser estrellas del hockey en el futuro. En cambio, Caitlin… no me apoya, hace mucho más que eso. Siempre lo ha hecho. Siempre ha sido ‘más’ que los demás. En cualquiera de los sentidos.
            Y siendo sincero, no recuerdo cuando… sucedió. Cuándo empecé a verla con otros ojos. De veras… que no lo sé.
            —Tendrás que empezar a pensar un nombre.
            Lo miro divertido. Se frota la barbilla diciendo nombres absurdos que ponerle a mi ‘movimiento de flequillo’. Sonríe.
            —En serio, Justin… —adquiere el tono que reserva para los momentos serios— ¿te pasa algo? Últimamente andas muy raro. Ayer, en el partido de hockey, no parecías tú… sueles estar súper enérgico. En cambio, solo parecías pendiente de las gradas. Y ayer, desapareciste. Literalmente. Vi a Ryan con Megan y de ti… ni rastro.
            Esperaba que esa llamada de teléfono no me obligase a contestar esa estúpida pregunta.
            —¿Qué pasó ayer con Caitlin? —repite, pero esta vez con pesadez.
            Él y Ryan son mis mejores amigos, pero… son chicos. No quiero que se rían de mí si les hablo de Caitlin, de mí y de Caitlin, de… de lo que sea. Nunca me pongo nervioso, jamás, pero es un tema sobre el que no tengo control.
            Aun así, decido responder a su pregunta, por que sé que no me va a dejar en paz hasta que lo haga, y le diga la verdad.
            —Me dio un ataque de claustrofobia. Tanta gente allí, junta… empezó a faltarme el aire. Pero Caitlin me sacó fuera. Ni ella ni yo teníamos ganas de volver, así que dimos una vuelta. Eso es todo.
            —¿Estás seguro de eso? —susurra arqueando una ceja.
            —Pues claro que… oye, tú no me has contado qué estabas haciendo. Si yo estaba con Caitlin y Ryan con Megan, ¿qué demonios hacías tú? ¿Espiar a Payton o algo por el estilo?
            Nada más pronunciar esas palabras, clava sus ojos en los míos de una manera que nunca antes lo había hecho, terriblemente intensa y que me deja con la duda de si, con la tontería, he acertado… puede que no seamos tan diferentes, al fin y al cabo.
            —Estaba… Me quedé un rato con Jake. Me fui un momento y me equivoqué de habitación. Y ella… ellos…
            No dice nada más.
            Jamás me habría imaginado a Chaz… así. Sin rastro de su sonrisa burlona ni del brillo pícaro de sus ojos. Ahora no hay nada.
            —Que siga siendo un secreto. Como lo es lo de Caitlin, ¿no? —una mirada de complicidad me basta para entender que estamos en las mismas.
            —No sé dónde está Ryan, para no darse cuenta —suspiro con pesadez.
            Chaz se muerde el labio y con tono duro y lejano, pronuncia unas palabras que cortan como cuchillas porque… la verdad duele.
            —Está donde nosotros no somos capaces de llegar.


εїз Caitlin εїз

            —No quiero que correr el riesgo destruya todo lo que tenemos. Todo lo que siempre hemos tenido, Caitlin. ¿No lo entiendes? Sé que no es sencillo comprenderlo… —Oh, sí lo es. Para mí, al menos, sí lo es—. Pero simplemente… no puedo evitarlo.
            —¿Tener miedo? —pregunto rotunda.
            Sé exactamente cómo se siente, y lo complicado que es cruzar la maldita línea que han de cruzar él y Megan pero… ¡ya lo han hecho!
            —No quiero perderla. No quiero echarlo todo a perder. No puedo evitar no querer arriesgarme, Cait.
            Respiro hondo.
            ‘Arriesgarse.’
            Es tan irónico hablar de esto con alguien y que además me diga que no puedo entenderlo, que me dan ganas incluso de reírme. ¿Pero yo qué puedo hacer? Lo que llevo haciendo desde siempre. Yo siento cosas. Pero Justin no. Ahí es cuando… todo se complica. Hay ocasiones en las que pienso ‘¿Y por qué no puede sentir nada por mí?’ y la respuesta es tan sencilla…
            ‘Porque yo tampoco me elegiría.’
            Pero con Ryan y Megan me parece tan distinto… Ambos están enamorados. Desde siempre. Y ambos lo saben. Nada más nombrar al otro sus ojos se iluminan, cuando están juntos sonríen como si fueran los protagonistas de un anuncio de dentífrico. Son realmente adorables. Y me dan tanta envidia en ocasiones que es complicado soportarlo a veces. Pienso que están hechos el uno para el otro y que merecen de verdad a alguien que sienta lo mismo por ellos… y tienen la suerte de que es así. Lo que les falta por hacer es poner un poco de su parte, confiar en el otro.
            Pero yo no puedo decirle todo esto. No puedo decirle que comprendo a la perfección exactamente lo que me está diciendo porque estoy enamorada de mi mejor amigo. Y, bueno, también es el suyo…
            Bah… no sirve de nada engañarme; en realidad, no quiero que se ría de mí. No quiero que se lo cuente a Justin y los dos se rían de mí. Son mis amigos pero existen personas verdaderamente crueles. No digo que ellos lo sean pero soy incapaz de abrirme a ellos. Me costó dos años contarle a Payton qué me pasaba, y un año más decidirme a confiar en Megan.
            Ella y Ryan son buenos amigos desde siempre, se gustan desde casi siempre, quiero que sean felices. Y quiero que lo sean juntos, joder. ¡Eso no es tan complicado!
            —Mira, Ryan… No es tan complicado. No para vosotros.
            Al otro lado de la línea solo oigo silencio. Y me importa una mierda si no quiere oírlo, tiene que saberlo.
            —Joder, Ryan, es que Megan quiere arriesgarse.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------

Espero que os haya gustado mucho. No os olvidéis de comentar en Tuenti, y de dar RT a este tweet
Os quiero, gracias por leer. <3
Carmen Who Cares.

1 comentario:

Unknown dijo...

Nueva lectora wiiiiii siguiente