Nada más sonar el timbre, mis compañeros pegan un grito de alivio.
Me niego a ser la excepción. Navidad… necesito estas vacaciones como nadie. Miro
a Payton, al otro lado de la clase, y me guiña un ojo. Ambas tenemos ganas de
que sea esta noche. Nos vamos de fiesta. Y aunque nuestras intenciones no son
las mismas, no cambiaría por nada del mundo bailar y beber con mi mejor amiga.
Nos entregan las notas, y aunque la
mayoría, con un gesto despreocupado con el que levantan los hombros dobla el
papel y lo arruga al meterlo en su cartera.
Yo, nada más tenerlo en mi mano
analizo todas mis notas, y suelto un pesado suspiro. Gracias a Dios.
—No sé por qué andas tan estresada
—dije Justin tras de mí—, si todos sabemos que tienes unas notas alucinantes.
Suelto una carcajada.
—¿Y sabemos cómo son las tuyas?
—contraataco.
—Uhm… pasables —dice con una mueca.
Yo sonrío, y acto seguido me
sonrojo. Bajo la cabeza para que no se me note, y aunque estoy segura de que es
más que evidente, mi mejor amigo es tan estúpido que no se ha dado cuenta,
después de todos estos años. Aprieto los labios.
—¿Vas a ir a la fiesta de Sean?
Se me ilumina la cara.
—Sí, iré con Payton.
Él se pasa la mano por el pelo y
dice:
—Bueno, genial, allí nos veremos.
Tengo partido esta tarde.
Me llevo la mano a la cara y me
froto los ojos.
—Oh, Dios. Lo siento, se me olvidó,
yo…
—Eh, relájate —dice ajustándose su
mochila—, te lo decía solo porque no podré llevarte.
Cuando me doy cuenta, estoy al lado
de los autobuses del instituto. Es cierto que… cuando estoy con Justin,
hipnotizada por su despreocupada sonrisa, no tengo ni idea de qué hago, y no
soy dueña de mis emociones. Odio perder el control de esta manera pero sé que
no puedo mandar por encima de esto.
—En fin, hasta luego —le digo—. Y
mucha suerte con el partido.
Le guiño un ojo. Él sonríe y
asiente, y se monta en uno de los autobuses.
Ganan casi siempre. Chaz es un
central perfecto, Ryan es el mejor defensor del equipo, y Justin es un extremo
excelente. Las chicas de mi clase solo van a ver chicos guapos. Payton y yo
vamos porque son nuestros amigos, y porque nos divierte. También viene a veces
Megan —por Ryan, en realidad— y nos lo pasamos genial las tres. ¿Para qué vas a
ir al cine, cuando puedes estar en un partido de hockey? Y no lo digo como una
tontería, lo digo realmente en serio. Adoro el deporte. Es tradición en Canadá,
al fin y al cabo. Es una verdadera lástima que se me dé tan sumamente mal.
Yo cojo otro de los autobuses, y me
siento al lado de Lucy.
—¿Quieres un auricular?
Le pongo Apologize de One Republic,
cuando noto que mi amiga me mira, levanto los hombros.
—¿Qué coño pasa?
—¿Has pensado ya cómo vas a
decírselo?
Hago como ni no supiera de qué está
hablando. No sé si estoy preparada para tener esta conversación otra vez. Estoy
harta de tener siempre en la cabeza esa sonrisa perfecta, pero parece que no lo
puedo evitar, por mucho que lo he intentado.
—No.
Espero poder zanjar la conversación,
pero solo consigo que mi mejor amiga se muestre más interesada con el tema.
Pero yo, no quiero continuar con esto. Está convencida de que soy una estúpida
por no atreverme a decirle a Justin que lo quiero como a algo más que un amigo.
Yo, por el contrario, no estoy tan segura de ello. Solo haría mierda lo que hay
entre nosotros, ya nada sería igual de nuevo, pero cada vez son más
incontrolables las mariposas que revolotean en mi estómago cuando me habla, o
con tan solo escuchar su nombre.
—Escucha, sé qué te asusta, pero
créeme cuando te digo, que se lo tendrás que decir en un momento u otro.
Y, lo que es peor, es que tiene
razón, y ambas somos conscientes de ello. Pero no se lo pienso decir. Al igual
que tampoco le voy a decir nada a Justin.
—Por ejemplo —continúa Payton—, esta noche
está la fiesta de Sean. Iremos de compras y a la peluquería. Verás lo preciosa
que estarás cuando termine contigo.
Pongo los ojos en blanco.
๑۩۞۩๑
—No sé si ese me gusta.
Me mira de arriba a abajo.
—Ay, no seas tonta —masculla ella
haciendo gestos extraños con la mano, restándole importancia—. Te queda genial.
Si no te lo compras tú, lo hago yo.
—¿Y tú qué te vas a llevar?
—Ese negro.
En realidad, a Payton todo le queda
genial. No entiendo qué problema tiene. Y además, adora ir de compras. Más que
cualquier otra persona que jamás he conocido. Claro, que ir a la peluquería es
insuperable. Quiere a su cabellera rubia como a su propia hija. En ocasiones,
llega a asustarme.
—¿Qué quieres hacerte? —me pregunta
la peluquera toqueteándome el pelo.
Mmm…
—¿Podrías rizarle el pelo? —interviene
Payton—. Siempre lo lleva liso, y hoy es un día especial. Y cortárselo no le
vendría precisamente mal.
La fusilo con la mirada, y ella me
guiña un ojo. No va a pasar nada especial. Ni hoy ni nunca. El tiempo terminará
por hacer que me olvide de Justin, hará que deje de verlo como lo veo, hará que
simplemente seamos amigos. Y aunque hace mucho que tengo esa esperanza y en el
fondo sé que lo único que estoy intentando, es engañarme a mí misma, y lo que
es peor, ya no me queda otra. No puedo estar en esta situación siempre, ¿no?
—¿Y por qué un día especial? —me
pregunta la peluquera mientras corta mis puntas quemadas a causa de tanto usar
la plancha.
Miro a Payton, para asegurarme de
que no se entromete ni dice ninguna tontería.
Guay, está hablando con su peluquera
y probablemente contándole toda su vida. Pobrecita. Pero al menos, no se
entrometerá.
—Voy a una fiesta.
Ella enarca una ceja.
—¿Una fiesta? ¿No hay… alguien?
Chasqueo la lengua.
—No exactamente. Pero diría que… en
fin, es complicado.
Ella mira al espejo y suspira.
Imagino que recuerda algo, cualquier cosa, que tiene que ver con un chico,
muchos años atrás, y un amor todavía presente. Un amor que ella todavía tiene
dentro de sí.
—Todo en esta vida lo es —susurra,
todavía mirando su reflejo.
—Es… bueno. Es mi mejor amigo.
—Sí, sí que es complicado.
A mí me lo vas a contar.
Tengo quince años, y conocí a Justin
con cinco. No empezó a gustarme mucho después. Me encantaba estar con él, pero
a medida que crecíamos, todo se hacía cada vez difícil, porque deseaba estar
con él más tiempo, pero era muy tímida, y no me atreví a hablar más con él. Nos
pusieron juntos en clase en primero y, bueno... dejó de ser el niño guapo que
iba a mi clase y me gustaba de pequeña. Y empezó a ser algo más. Mucho más.
No tengo palabras cuando estoy con
él, cuando me sonríe.
Y no tengo ninguna oportunidad con
Justin.
๑۩۞۩๑
—De verdad, Caitlin, te juro que
como vuelvas a cerrar los ojos, te vas con un ojo con la raya y el otro sin. Ya
verás qué guapa te dejo.
Intento quedarme quieta mientras
ella traza con el lápiz negro una delgada línea bajo mi ojo izquierdo. Una vez
que Payton termina, resopla, como si acabara de correr una maratón o algo
parecido.
—Ve a cambiarte. Estaré encantada de
ver mi obra maestra. Mientras, yo acabo de arreglarme y en un momento nos
vamos.
Sin esperar a que le responda,
sacude su melena y se dirige al tocador mientras retoca el maquillaje de sus
mejillas. Me doy la vuelta y saco el vestido. Corto, de color rojo.
Completamente navideño, vaya.
Me lo pongo y subo la cremallera que
sube por mi costado.
—Vámonos —susurro poniéndome mi chaqueta
negra.
Mi mejor amiga se levanta de un
salto y me contempla, yo miro cómo su vestido negro se ajusta a la cintura y a
la cadera, combinando a la perfección con su tono de piel y sus ojos azules
maquillados de negro.
—Estás muy guapa —observo con una
sonrisa.
Ella me abraza de un modo que solo
ella hace, y la oigo decirme, muy bajo:
—Cait, si él no te ve,
definitivamente está ciego.
҉ Justin ҉
Quedan ocho
minutos para el fin del partido. Vamos perdiendo.
—¡Concéntrate, Bieber! —me grita el entrenador desde el banquillo.
Dirijo, por millonésima vez, una mirada al sitio en el que se
sienta Caitlin, junto con Payton, y a veces Megan, desde que la invité a mi
primer partido de hockey sobre hielo. Y está vacío. Y hay algo más que está
vacío.
Que sea el primer
partido que perdemos de toda la temporada, y también el primero al que faltan…
no puede ser una coincidencia. No puedo jugar con todo lo mío. Hay algo que
falla. Algo que falta.
Llega el fin del
partido. Todo mi equipo parece abatido y desanimado. Y realmente, yo también lo
estoy, pero no estoy tan seguro de que sea la misma razón que la de los demás
miembros. Y lo que me lleva a plantearme eso, en realidad, no es más que aunque
esté cansadísimo y frustrado por haber perdido el partido… necesito ir a esa
estúpida fiesta que se organiza en casa de Sean.
—Chaz, ¿sigues teniendo ganas de ir a la fiesta?
Él me sonríe mientras se saca la
camiseta.
—Claro. Ryan, ¿tú qué dices?
Niega con la cabeza apretando los
labios, pero sin llegar a decir nada.
—¿Sabes? —Chaz
suelta una carcajada y entorna los ojos—. Megan no tiene por costumbre saltarse
esas fiestas.
Ryan enarca una
ceja, y Chaz y yo cruzamos una mirada. No sé si yo le habría dicho eso, pero
está claro que decirle una cosa así a Ryan es jugar sobre seguro.
๑۩۞۩๑
‘Esto solo puede
ser un error.’
Es lo primero que
pienso cuando aparco frente a la casa de Sean. Tengo aún quince años, pero el
abuelo ya me ha enseñado a conducir y a veces me presta su coche, siempre y
cuando tenga mucho cuidado.
Está atestada de
gente, no sabía que tantas personas cupieran en un solo jardín. Y sé que a
pesar de estar en Canadá, en diciembre, dentro hará muchísimo calor. Me estoy
agobiando solo de pensarlo. Sacudo la cabeza y salgo del coche. Ryan y Chaz
también lo hacen. La música retumba en mis oídos nada más abrir la puerta.
—¡Hey! —nos
saluda el anfitrión—. ¿Qué tal vuestro partido?
—Hemos perdido
—digo sin mucho entusiasmo, haciéndole poco caso, y rebuscando entre la
multitud que alcanzo a ver en el salón.
—Bueno, otra vez
será, ¿no?
Tras decir eso
último, se va y deja la puerta abierta. Levantamos los hombros y nos adentramos
en la casa.
Observo a la
multitud mientras busco a mi mejor amiga.
‘A lo mejor no ha
venido’, me dijo.
No, no puede ser.
Tiene que estar aquí.
Entonces me doy
cuenta de que mis amigos han desaparecido, dejándome aquí solo, donde no
conozco prácticamente a nadie.
Busco algo para
despejarme, y lo único que encuentro es cerveza. Bebo el vaso de un trago. No
me siento nada mareado, no ha cambiado absolutamente nada, pero hay cosas en mi
cabeza que desaparecen, preocupaciones que se evaporan y salen de mi cabeza.
Salgo de esa
habitación, y vuelvo al salón, la parte que parece estar más atestada de
personas. Puede que sea porque los altavoces que ocupan una pared entera están
aquí, o porque es enorme. Hay un grupo de chicas bailando encima de una mesa
situada en el medio. No creo que Caitlin hiciera nunca una cosa así. No es que
sea esa chica insegura, simplemente es algo que no le va demasiado. Y podría
irle perfectamente. Es preciosa. Y, la verdad, baila genial.
Sonrío al ver a
Megan contoneándose entre un vestido negro agitando su cabellera oscura.
—¡Ryan! —grita,
abriendo los ojos—. No sabía que fueras a venir.
Grita para
hacerse oír por encima de la música. Mi amigo la estrecha entre sus brazos.
Ahora que sé
dónde está Ryan, siento curiosidad por Chaz.
Tras buscar por
más o menos toda la casa y no dar con mi mejor amiga, me doy por vencido y
vuelvo a donde se acaba de concentrar aún un número considerable de personas
que bailan, sudan, beben, gritan, se divierten. Me uno a ellos, y cuando abro
los ojos, se me empieza a emborronar la vista y las paredes parecen estrecharse
lentamente.
Como si fueran a
aplastarme.
Con toda esta
gente.
Empiezo a toser,
a jadear, en busca de aire que no encuentro y necesito para volver a respirar
con normalidad. Intento mantener la calma, pero no consigo tranquilizarme y
volver a ver y poder buscar la salida al exterior.
‘Ahora sí me
estoy mareando, joder.’
Se me taponan los
oídos y todo el ruido me parece lejano, ajeno. Como si solo fuera una música de
fondo.
Alguien me coge
la mano, y me guía hasta fuera. No paro de toser y jadear hasta que llego al
jardín. Sea quien sea, me lleva a unas escaleras, de un portal, creo, situado
al otro lado de la calle, frente a la casa de Sean.
Empiezo a sentir
mi pecho más lento, mis pulmones llenarse de aire. Siento que comienzo a
recuperar mis cinco sentidos.
—Me habías
asustado, joder —grita Caitlin una vez que me siento mejor, echando la cabeza
para atrás.
—Bueno… no es el
primer ataque de claustrofobia que tengo. Gracias por llevarme fuera.
Ella suspira
pesadamente, de alivio. Y es entonces cuando me fijo en que lleva las puntas
del pelo ligeramente onduladas, y un vestido rojo que resalta el brillo de sus
labios.
—Gracias a Dios
—susurra.
La miro. Al cabo
de un instante, me devuelve la mirada apretando los labios y dice:
—Auch, ¿quieres
dejar de mirarme así?
Y la única
respuesta que se me ocurre es:
—Es que eres
preciosa.
Y siendo sincero,
creo que nunca antes había dicho nada tan real.
----------------------------------------------------------------------------------------------------
Hola c:
Te di las gracias por haber visto el trailer de esta novela, y ya seas de Tuenti o de Twitter, te doy las gracias otra vez por haberlo hecho, y también las doy por haber leído este primer capítulo. No me lo tengáis en cuenta; es solo el primero, así que tampoco es gran cosa, pero creo que será una buena novela, y sería maravilloso que todas y cada una de vosotras formase parte de ella. De veras que os lo agradecería muchísimo, porque creo que os puede gustar, aunque comprendería a la perfección que decidiérais dejarla, si veis que no es así. Eso siempre es elección vuestra.
Por otra parte, quería decir que si eres de Tuenti, avisaré como de costumbre; comentas y te aviso cuando suba.
Pero por lo contrario, si eres de Twitter y quieres seguir leyendo Never let you go, da RT a este tweet y así te avisaré nada más publicar el segundo capítulo.
¡Y eso es todo! Prometo no enrollarme tanto la próxima vez que suba. Y muchas gracias otra vez <3.
Carmen Who Cares.
1 comentario:
*WWWWWWWWW* ♡ Que lindo ♡ att:mai
Publicar un comentario