domingo, 16 de junio de 2013

«Never let you go» Capítulo 1.




«Never let you go»
Capítulo 1.


εїз Caitlin εїз

            Nada más sonar el timbre, mis compañeros pegan un grito de alivio. Me niego a ser la excepción. Navidad… necesito estas vacaciones como nadie. Miro a Payton, al otro lado de la clase, y me guiña un ojo. Ambas tenemos ganas de que sea esta noche. Nos vamos de fiesta. Y aunque nuestras intenciones no son las mismas, no cambiaría por nada del mundo bailar y beber con mi mejor amiga. 
            Nos entregan las notas, y aunque la mayoría, con un gesto despreocupado con el que levantan los hombros dobla el papel y lo arruga al meterlo en su cartera.
            Yo, nada más tenerlo en mi mano analizo todas mis notas, y suelto un pesado suspiro. Gracias a Dios.
            —No sé por qué andas tan estresada —dije Justin tras de mí—, si todos sabemos que tienes unas notas alucinantes.
            Suelto una carcajada.
            —¿Y sabemos cómo son las tuyas? —contraataco.
            —Uhm… pasables —dice con una mueca.
            Yo sonrío, y acto seguido me sonrojo. Bajo la cabeza para que no se me note, y aunque estoy segura de que es más que evidente, mi mejor amigo es tan estúpido que no se ha dado cuenta, después de todos estos años. Aprieto los labios.
            —¿Vas a ir a la fiesta de Sean?
            Se me ilumina la cara.
            —Sí, iré con Payton.
            Él se pasa la mano por el pelo y dice:
            —Bueno, genial, allí nos veremos. Tengo partido esta tarde.
            Me llevo la mano a la cara y me froto los ojos.
            —Oh, Dios. Lo siento, se me olvidó, yo…
            —Eh, relájate —dice ajustándose su mochila—, te lo decía solo porque no podré llevarte.
            Cuando me doy cuenta, estoy al lado de los autobuses del instituto. Es cierto que… cuando estoy con Justin, hipnotizada por su despreocupada sonrisa, no tengo ni idea de qué hago, y no soy dueña de mis emociones. Odio perder el control de esta manera pero sé que no puedo mandar por encima de esto.
            —En fin, hasta luego —le digo—. Y mucha suerte con el partido.
            Le guiño un ojo. Él sonríe y asiente, y se monta en uno de los autobuses.
            Ganan casi siempre. Chaz es un central perfecto, Ryan es el mejor defensor del equipo, y Justin es un extremo excelente. Las chicas de mi clase solo van a ver chicos guapos. Payton y yo vamos porque son nuestros amigos, y porque nos divierte. También viene a veces Megan —por Ryan, en realidad— y nos lo pasamos genial las tres. ¿Para qué vas a ir al cine, cuando puedes estar en un partido de hockey? Y no lo digo como una tontería, lo digo realmente en serio. Adoro el deporte. Es tradición en Canadá, al fin y al cabo. Es una verdadera lástima que se me dé tan sumamente mal.
            Yo cojo otro de los autobuses, y me siento al lado de Lucy.
            —¿Quieres un auricular?
            Le pongo Apologize de One Republic, cuando noto que mi amiga me mira, levanto los hombros.
            —¿Qué coño pasa?
            —¿Has pensado ya cómo vas a decírselo?
            Hago como ni no supiera de qué está hablando. No sé si estoy preparada para tener esta conversación otra vez. Estoy harta de tener siempre en la cabeza esa sonrisa perfecta, pero parece que no lo puedo evitar, por mucho que lo he intentado.
            —No.
            Espero poder zanjar la conversación, pero solo consigo que mi mejor amiga se muestre más interesada con el tema. Pero yo, no quiero continuar con esto. Está convencida de que soy una estúpida por no atreverme a decirle a Justin que lo quiero como a algo más que un amigo. Yo, por el contrario, no estoy tan segura de ello. Solo haría mierda lo que hay entre nosotros, ya nada sería igual de nuevo, pero cada vez son más incontrolables las mariposas que revolotean en mi estómago cuando me habla, o con tan solo escuchar su nombre.
            —Escucha, sé qué te asusta, pero créeme cuando te digo, que se lo tendrás que decir en un momento u otro.
            Y, lo que es peor, es que tiene razón, y ambas somos conscientes de ello. Pero no se lo pienso decir. Al igual que tampoco le voy a decir nada a Justin.
             —Por ejemplo —continúa Payton—, esta noche está la fiesta de Sean. Iremos de compras y a la peluquería. Verás lo preciosa que estarás cuando termine contigo.
            Pongo los ojos en blanco.
           
۩۞۩
           
            —No sé si ese me gusta.
            Me mira de arriba a abajo.
            —Ay, no seas tonta —masculla ella haciendo gestos extraños con la mano, restándole importancia—. Te queda genial. Si no te lo compras tú, lo hago yo.
            —¿Y tú qué te vas a llevar?
            —Ese negro.
            En realidad, a Payton todo le queda genial. No entiendo qué problema tiene. Y además, adora ir de compras. Más que cualquier otra persona que jamás he conocido. Claro, que ir a la peluquería es insuperable. Quiere a su cabellera rubia como a su propia hija. En ocasiones, llega a asustarme.
            —¿Qué quieres hacerte? —me pregunta la peluquera toqueteándome el pelo.
            Mmm…
            —¿Podrías rizarle el pelo? —interviene Payton—. Siempre lo lleva liso, y hoy es un día especial. Y cortárselo no le vendría precisamente mal.
            La fusilo con la mirada, y ella me guiña un ojo. No va a pasar nada especial. Ni hoy ni nunca. El tiempo terminará por hacer que me olvide de Justin, hará que deje de verlo como lo veo, hará que simplemente seamos amigos. Y aunque hace mucho que tengo esa esperanza y en el fondo sé que lo único que estoy intentando, es engañarme a mí misma, y lo que es peor, ya no me queda otra. No puedo estar en esta situación siempre, ¿no?
            —¿Y por qué un día especial? —me pregunta la peluquera mientras corta mis puntas quemadas a causa de tanto usar la plancha.
            Miro a Payton, para asegurarme de que no se entromete ni dice ninguna tontería.
            Guay, está hablando con su peluquera y probablemente contándole toda su vida. Pobrecita. Pero al menos, no se entrometerá.
            —Voy a una fiesta.
            Ella enarca una ceja.
            —¿Una fiesta? ¿No hay… alguien?
            Chasqueo la lengua.
            —No exactamente. Pero diría que… en fin, es complicado.
            Ella mira al espejo y suspira. Imagino que recuerda algo, cualquier cosa, que tiene que ver con un chico, muchos años atrás, y un amor todavía presente. Un amor que ella todavía tiene dentro de sí.
            —Todo en esta vida lo es —susurra, todavía mirando su reflejo.
            —Es… bueno. Es mi mejor amigo.
            —Sí, sí que es complicado.
            A mí me lo vas a contar.
            Tengo quince años, y conocí a Justin con cinco. No empezó a gustarme mucho después. Me encantaba estar con él, pero a medida que crecíamos, todo se hacía cada vez difícil, porque deseaba estar con él más tiempo, pero era muy tímida, y no me atreví a hablar más con él. Nos pusieron juntos en clase en primero y, bueno... dejó de ser el niño guapo que iba a mi clase y me gustaba de pequeña. Y empezó a ser algo más. Mucho más.
            No tengo palabras cuando estoy con él, cuando me sonríe.
            Y no tengo ninguna oportunidad con Justin.
           
۩۞۩
           
            —De verdad, Caitlin, te juro que como vuelvas a cerrar los ojos, te vas con un ojo con la raya y el otro sin. Ya verás qué guapa te dejo.
            Intento quedarme quieta mientras ella traza con el lápiz negro una delgada línea bajo mi ojo izquierdo. Una vez que Payton termina, resopla, como si acabara de correr una maratón o algo parecido.
            —Ve a cambiarte. Estaré encantada de ver mi obra maestra. Mientras, yo acabo de arreglarme y en un momento nos vamos.
            Sin esperar a que le responda, sacude su melena y se dirige al tocador mientras retoca el maquillaje de sus mejillas. Me doy la vuelta y saco el vestido. Corto, de color rojo. Completamente navideño, vaya.
            Me lo pongo y subo la cremallera que sube por mi costado.
            —Vámonos —susurro poniéndome mi chaqueta negra.
            Mi mejor amiga se levanta de un salto y me contempla, yo miro cómo su vestido negro se ajusta a la cintura y a la cadera, combinando a la perfección con su tono de piel y sus ojos azules maquillados de negro.
            —Estás muy guapa —observo con una sonrisa.
            Ella me abraza de un modo que solo ella hace, y la oigo decirme, muy bajo:
            —Cait, si él no te ve, definitivamente está ciego.


҉ Justin ҉

            Quedan ocho minutos para el fin del partido. Vamos perdiendo.
            —¡Concéntrate, Bieber! —me grita el entrenador desde el banquillo.
            Dirijo, por millonésima vez, una mirada al sitio en el que se sienta Caitlin, junto con Payton, y a veces Megan, desde que la invité a mi primer partido de hockey sobre hielo. Y está vacío. Y hay algo más que está vacío.
            Que sea el primer partido que perdemos de toda la temporada, y también el primero al que faltan… no puede ser una coincidencia. No puedo jugar con todo lo mío. Hay algo que falla. Algo que falta.
            Llega el fin del partido. Todo mi equipo parece abatido y desanimado. Y realmente, yo también lo estoy, pero no estoy tan seguro de que sea la misma razón que la de los demás miembros. Y lo que me lleva a plantearme eso, en realidad, no es más que aunque esté cansadísimo y frustrado por haber perdido el partido… necesito ir a esa estúpida fiesta que se organiza en casa de Sean.
            —Chaz, ¿sigues teniendo ganas de ir a la fiesta?
            Él me sonríe mientras se saca la camiseta.
            —Claro. Ryan, ¿tú qué dices?
            Niega con la cabeza apretando los labios, pero sin llegar a decir nada.
            —¿Sabes? —Chaz suelta una carcajada y entorna los ojos—. Megan no tiene por costumbre saltarse esas fiestas.
            Ryan enarca una ceja, y Chaz y yo cruzamos una mirada. No sé si yo le habría dicho eso, pero está claro que decirle una cosa así a Ryan es jugar sobre seguro.
           
            ۩۞۩

            ‘Esto solo puede ser un error.’
            Es lo primero que pienso cuando aparco frente a la casa de Sean. Tengo aún quince años, pero el abuelo ya me ha enseñado a conducir y a veces me presta su coche, siempre y cuando tenga mucho cuidado.
            Está atestada de gente, no sabía que tantas personas cupieran en un solo jardín. Y sé que a pesar de estar en Canadá, en diciembre, dentro hará muchísimo calor. Me estoy agobiando solo de pensarlo. Sacudo la cabeza y salgo del coche. Ryan y Chaz también lo hacen. La música retumba en mis oídos nada más abrir la puerta.
            —¡Hey! —nos saluda el anfitrión—. ¿Qué tal vuestro partido?
            —Hemos perdido —digo sin mucho entusiasmo, haciéndole poco caso, y rebuscando entre la multitud que alcanzo a ver en el salón.
            —Bueno, otra vez será, ¿no?
            Tras decir eso último, se va y deja la puerta abierta. Levantamos los hombros y nos adentramos en la casa.
            Observo a la multitud mientras busco a mi mejor amiga.
            ‘A lo mejor no ha venido’, me dijo.
            No, no puede ser. Tiene que estar aquí.
            Entonces me doy cuenta de que mis amigos han desaparecido, dejándome aquí solo, donde no conozco prácticamente a nadie.
            Busco algo para despejarme, y lo único que encuentro es cerveza. Bebo el vaso de un trago. No me siento nada mareado, no ha cambiado absolutamente nada, pero hay cosas en mi cabeza que desaparecen, preocupaciones que se evaporan y salen de mi cabeza.
            Salgo de esa habitación, y vuelvo al salón, la parte que parece estar más atestada de personas. Puede que sea porque los altavoces que ocupan una pared entera están aquí, o porque es enorme. Hay un grupo de chicas bailando encima de una mesa situada en el medio. No creo que Caitlin hiciera nunca una cosa así. No es que sea esa chica insegura, simplemente es algo que no le va demasiado. Y podría irle perfectamente. Es preciosa. Y, la verdad, baila genial.
            Sonrío al ver a Megan contoneándose entre un vestido negro agitando su cabellera oscura.
            —¡Ryan! —grita, abriendo los ojos—. No sabía que fueras a venir.
            Grita para hacerse oír por encima de la música. Mi amigo la estrecha entre sus brazos.
            Ahora que sé dónde está Ryan, siento curiosidad por Chaz.
            Tras buscar por más o menos toda la casa y no dar con mi mejor amiga, me doy por vencido y vuelvo a donde se acaba de concentrar aún un número considerable de personas que bailan, sudan, beben, gritan, se divierten. Me uno a ellos, y cuando abro los ojos, se me empieza a emborronar la vista y las paredes parecen estrecharse lentamente.
            Como si fueran a aplastarme.
            Con toda esta gente.
            Empiezo a toser, a jadear, en busca de aire que no encuentro y necesito para volver a respirar con normalidad. Intento mantener la calma, pero no consigo tranquilizarme y volver a ver y poder buscar la salida al exterior.
            ‘Ahora sí me estoy mareando, joder.’
            Se me taponan los oídos y todo el ruido me parece lejano, ajeno. Como si solo fuera una música de fondo.
            Alguien me coge la mano, y me guía hasta fuera. No paro de toser y jadear hasta que llego al jardín. Sea quien sea, me lleva a unas escaleras, de un portal, creo, situado al otro lado de la calle, frente a la casa de Sean.
            Empiezo a sentir mi pecho más lento, mis pulmones llenarse de aire. Siento que comienzo a recuperar mis cinco sentidos.
            —Me habías asustado, joder —grita Caitlin una vez que me siento mejor, echando la cabeza para atrás.
            —Bueno… no es el primer ataque de claustrofobia que tengo. Gracias por llevarme fuera.
            Ella suspira pesadamente, de alivio. Y es entonces cuando me fijo en que lleva las puntas del pelo ligeramente onduladas, y un vestido rojo que resalta el brillo de sus labios.
            —Gracias a Dios —susurra.
            La miro. Al cabo de un instante, me devuelve la mirada apretando los labios y dice:
            —Auch, ¿quieres dejar de mirarme así?
            Y la única respuesta que se me ocurre es:
            —Es que eres preciosa.
            Y siendo sincero, creo que nunca antes había dicho nada tan real. 

 ----------------------------------------------------------------------------------------------------
Hola c: 
Te di las gracias por haber visto el trailer de esta novela, y ya seas de Tuenti o de Twitter, te doy las gracias otra vez por haberlo hecho, y también las doy por haber leído este primer capítulo. No me lo tengáis en cuenta; es solo el primero, así que tampoco es gran cosa, pero creo que será una buena novela, y sería maravilloso que todas y cada una de vosotras formase parte de ella. De veras que os lo agradecería muchísimo, porque creo que os puede gustar, aunque comprendería a la perfección que decidiérais dejarla, si veis que no es así. Eso siempre es elección vuestra.
Por otra parte, quería decir que si eres de Tuenti, avisaré como de costumbre; comentas y te aviso cuando suba. 
Pero por lo contrario, si eres de Twitter y quieres seguir leyendo Never let you go, da RT a este tweet y así te avisaré nada más publicar el segundo capítulo.
¡Y eso es todo! Prometo no enrollarme tanto la próxima vez que suba. Y muchas gracias otra vez <3.
Carmen Who Cares.

1 comentario:

Anónimo dijo...

*WWWWWWWWW* ♡ Que lindo ♡ att:mai