domingo, 21 de abril de 2013

Último capítulo de «As long as she loves me²»


◘ Heather O’Connor

Llevo varios minutos con Jason, cogido de la mano, y contemplo su perfil concentrado en la puerta. En la puerta, por la que él salió hace seis años y no ha vuelto hasta hoy.
Ha hecho muchas cosas. Jason ha hecho más cosas de las que hará nadie jamás. Pero no lo veo con el valor de enfrentarse a su padre, tras haberlo abandonado, justo en el peor momento. Para ambos.
—Jason —susurro, él me lanza una mirada fugaz, y luego vuelve a concentrarse en la puerta. Tiene que ser muy difícil para él. — ¿Quieres… que llame yo?
Traga saliva y asiente, sin parpadear.
Tras dudar unos instantes, le doy un par de golpecitos a la puerta.
Hay unos instantes de silencio, él me mira inexpresivo. Han de ser tantas las emociones que recorren su mente, que no soy capaz de ponerme en su lugar. No puedo imaginarme qué debe de ser para él estar pasando ahora mismo por este instante en los que recuerdos anteriores a la terrorífica vida que eligió desfilen uno tras otro por su cabeza.
De repente comienza a llover.
Dios mío, es como si el mundo entero concibiese en la idea de que algo no marcha bien. Pero no voy a dar marcha atrás, no voy a soltar la mano de Jason.
Nunca.
Y aunque tenga que derribar la puerta yo misma, llegados a este punto, no pienso permitir que Jason dé media vuelta después del debate emocional que habrá tenido que llevar a cabo solo para decidir estar delante de la puerta de su casa.
Comienzo a oír pasos, cuando me giro para preguntarle a él también lo veo estremecerse por el rabillo del ojo y siento que sé de sobra cuál es su respuesta sin ni siquiera la necesidad de formular una pregunta.
Un hombre con el pelo canoso y que me recuerda fugazmente a Jason, abre la puerta, y nada más hacerlo vuelve a cerrarla, dejando solo una franja para susurrar:
—Tú… tú eres… ese chico de las noticias. ¿Qué… qué quieres de mí?
Jason agacha la cabeza.
—Nada…
Suspira y echa la cabeza atrás. Después, se da la vuelta directo al coche, sin darse cuenta de que yo no me he movido un solo milímetro. Echo un vistazo rápido al interior de la casa, pero no creo que haga falta esa discreción, porque el padre de Jason está tan aterrado que parece haber olvidado cómo moverse.
Una foto de una mujer cuelga de la pared. Es la madre de Jason.
Son… sus ojos.
Se terminaron los rodeos. Creo que esto ya solo puede mejorar, así que no me preocupo lo más mínimo.
—¿De verdad no lo reconoce? —suspiro exasperada.
Jason solo se para. No vuelve a dirigirme una mirada, solo se queda parado bajo la lluvia.
Su padre, por el contrario, clava sus ojos en los míos.
—¿Únicamente conoce su cara? Es imposible que no sepa su nombre también.
Pone los ojos en blanco, pensativo. Luego dirige una mirada repleta de dudas a Jason, y le dice:
—Ven aquí, chico.
Aunque intenta poner la voz firme y autoritaria, me parece oírla temblar pero, bueno, mi voz también temblaba después de dos años sin ver a Jason… echándolo tanto de menos… queriéndolo tanto… y siendo consciente de que nadie jamás sería capaz de remplazarlo.
Jason sigue sin decir nada, y aunque yo también intento endurecerme y que parezca que tengo todo el control, no puedo engañarme.
Y es que, en realidad, no tengo ni idea de qué está pasando.
Coge a Jason por la barbilla obligándolo a mirarlo a los ojos, no con cierto miedo todavía.
Entonces sus ojos empiezan a brillar, a verse cristalinos y brillantes aunque no haga sol reflejándose en ellos.
—Papá —susurra Jason, o puede que solo lo articule y a mí me parezca oírlo, confundido con el sonido de la lluvia y de los truenos.
—Siempre tuviste los ojos de tu madre, Jason.
Ambos se funden en un abrazo, y yo los contemplo, sonriendo.

♣ • ♣

—Perdonad el desorden, no es que… bueno, esperase visita —se disculpa, luego me mira y suspira—: Soy Alex, el padre de Jason. Tú eres…
—Heather —dice Jason antes de dejarme contestar—, y es…
Sonrío. No es tan seguro de sí mismo como siempre se esforzó en aparentar.
—Su novia —completo.
Él clava sus ojos en los míos y aunque no sonríe con la curva de sus labios, me dedica la más tierna de las miradas.
—¿Me diría dónde está el aseo? Además, creo que ambos necesitáis un momento a solas…
Me miran. Me siento algo incómoda. Pero no como cuando iba a casa de Brandon, y me incomodaba la frialdad de sus padres, sino que tienen un amor que sé, que mi padre jamás será capaz de darme. Y eso me trastoca mucho.
—Al final del pasillo, a la derecha —indica Alex.
Asiento.
Me encamino hasta el cuarto de baño, y me miro en el espejo. En realidad tengo un aspecto espantoso después de haber pasado toda la noche fuera, pero no puedo fijarme en eso. Solo estoy pendiente de la sonrisa de tonta que me ilumina la cara. Parezco una niña, y aunque tengo veinte años, me siento como si de verdad lo fuera. Es emocionante, que por fin vaya a hacer lo que nunca tuve valor de hacer.
Alejarme y correr.
Porque en eso consiste la vida, en arriesgarse.
«Vida no arriesgada, vida no vivida.»
Me enjuago la cara con agua y me recojo el pelo. Aunque ahora mis ojeras son todavía más visibles, mis ojos brillan de una manera que jamás antes había visto. La felicidad hoy es evidente en mí.
Salgo del baño, pero me freno en seco antes de entrar en el salón.
«Me parece que hablan de mí».
—Bueno, Jason, ¿qué pensáis hacer?
Él tarda un instante en responder.
—No lo sé.
—¿Adónde iréis?
—Ni idea.
—¿Y entonces?
No hay respuesta. Doy por zanjada su conversación, pero al parecer me equivoco, antes de volver a entrar, Alex susurra, esta vez tan bajito que al principio dudo mucho que sea real:
—¿La amas?
Por la voz que utiliza Jason al responder, intuyo que ha sacado su hermosa media sonrisa.
—Como nunca antes he amado a otra persona ni seré capaz de hacerlo jamás.
Sonrío, y sé que eso no es suficiente para expresar lo mucho que lo amo yo a él también, que dejaré mi mundo por él, que el planeta puede dejar de girar ahora, que él es mío.
—¿Hasta cuándo pensáis estar juntos?
Esta vez, Jason se aclara la garganta antes de contestar:
—Sinceramente, no lo sé. Pero creo que esas cosas nunca se saben, ¿no? Estoy convencido de que nunca la obligaré a estar conmigo si ella no lo quiere, que no la ataré a mí porque es una mujer, y ha de ser libre, pero siempre y cuando una parte de ella me pertenezca, siempre y cuando ella me ame, puedo estar seguro de que estaremos juntos. Sin importar las consecuencias.
De repente siento que alguien me empuja, y que debo entrar en la habitación, pero sin embargo, no lo hago.
Me asomo por el marco de la puerta, clavando mis ojos en Jason y digo, unas palabras que sé que solo pronunciaré una vez en mi vida.
—Puedes tener por seguro, pues, que estaremos juntos hasta la otra vida.

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Bueno… este es el fin. No sabéis lo difícil que es para mí escribir, por fin, este punto final. El de verdad. Iba a escribir un epílogo, pero no soy capaz. He zanjado la historia de este modo, porque no podía hacerlo de otro modo.
Jason, te echaré de menos. Heather, cuídalo por todas nosotras.
Quería daros las gracias a todas las personas que habéis participado en esta novela tanto como mis personajes, que habéis estado ahí, ya sea desde el principio o desde después, pero esta novela, para mí, es especial. ¿Por qué? Veréis… he empezado miles a lo largo de mi vida, pero esta, «As long as she loves me» junto con su segunda parte, ha sido la primera que he sido capaz de terminar. Ha sido la primera que me ha hecho llorar, de verdad. Y os quería dar las gracias, a todas y cada una de vosotras, por haber participado, por haberme leído, por haber estado ahí. Por haber aguantado mis muchos retrasos, por haber esperado en mi época de sequía.
No soy capaz de ponerle ‘Fin’ a esta historia, simplemente porque para mí no ha terminado. Es una historia real, con personas reales y sentimientos y emociones reales. Estoy algo sentimental, sí que es verdad, pero no puedo creerme que, subí la sinopsis, el asesinato de la madre de Jason, hace más o menos nueve meses, que se dice pronto. El 29 de julio, es cuando subí aquel prólogo. Y a 21 de abril estamos. Y es increíble.
Simplemente, muchas gracias. Espero no haberos decepcionado. Espero que os haya gustado, espero que sigáis disfrutándola y espero que de verdad sepáis conscientes que todo ha sido gracias a vosotras.
Un beso, de todo corazón.
Y os deseo mucha suerte.
Carmen Who Cares.

sábado, 13 de abril de 2013

Capítulo 14 «As long as she loves me²»


◘ Jason McCann.

Con el brazo apoyado contra la puerta del coche, intento pensar en cualquier otra cosa que no sea lo que realmente está pasando.
Porque, honestamente, ¿qué está pasando?
Le he dicho todo, absolutamente todo. Lo mucho que la quiero, que estos dos últimos años no he pensado en nada que no fuera besar sus labios, que ella ha provocado un cambio en mí que me da la oportunidad de hacer las cosas bien, de una vez por todas.
Y también le he dicho que nos vayamos.
Y ella no ha opuesto resistencia. Ha aceptado, a venir conmigo. Pero no quiero que sufra, no quiero que pase nada malo, no quiero que fuera, no nos vaya bien. No quiero verla de nuevo como ya la vi, porque como Josh y Lewis, hay muchos. Y están por todas partes. Irme de Chicago no arreglaría nada. Y ella confía en mí, está en mis manos, y la última vez no pude equivocarme más.
Pero eso sí, si de verdad quiere esto, se lo voy a dar. Y haré lo que sea por ella. Porque es… lo es todo.
Oigo unos golpecitos en la ventanilla. Uhm… ¿es Brandon, acaso? La bajo, y, no sé por dónde empezar. En realidad prefiero hablar con él en igualdad. Abro la puerta, y me doy cuenta de que es muy, muy alto.
—Quiero darte las gracias —le digo con firmeza—. Por todo.
Me aclaro la garganta y especifico un poco más:
—Por estar de ella como debí hacerlo yo en su momento. Por ayudarla a superar. Estoy en deuda contigo.
Él me atraviesa con la mirada, y luego me dedica una sonrisa burlona.
Joder, me recuerda a Drake.
—Es simple —responde—, quiero que me hagas un favor.
—Soy todo oídos.
—Cuídala.
Asiento.
Él la ama. Se le ve en los ojos. Me pregunto si es la misma mirada que tengo yo. Me pregunto cómo se sentiría yo si estuviera en su lugar. Si se despidiera de la chica a la que quiere y la vea irse con otro. Aunque… lo he visto con él, y solo pensaba en su felicidad.
Aunque una parte de mí anhelaba que la felicidad de Heather no dependiera de cualquier otro… que no fuese yo.
—Lo siento —susurro, en realidad, porque no sé qué otra cosa decir.
Sacude la cabeza, y luego, tras otro largo abrazo entre Heather y Brandon, él entra de nuevo en su casa.
         Heather se frota los ojos con los puños, y me dedica una triste sonrisa. Y lo único que se me ocurre decir, es:
—Puedes quedarte. Si quieres.
Me sonríe dulce y tristemente, con las mejillas enrojecidas y los ojos hinchados.
—No lo entiendes —balbucea—, he estado alejado de ti mucho tiempo, alejado de la persona que quiero, no puedes dejarme, no de nuevo. Me iré contigo, a mí no me retiene nada, Jason, y lo sabes. Solo quiero estar contigo. Me da igual dónde, o cómo. Solo quiero estar contigo —repite.
A mí tampoco hay nada que me retenga, pero si me voy a ir, con todo, no puedo dejar Chicago con cuentas pendientes.
—Hay una cosa que tengo que hacer. Y aunque no puedo obligarte, me gustaría que vinieses.
Ella se muerde el labio inferior.
—¿De qué se trata?
Trago saliva. No puedo creerme que después de tanto tiempo, realmente lo vaya a decir en voz alta.
—Voy a ver a mi padre. —Me aclaro la garganta antes de añadir—: Después de seis años.
        

Capítulo 13 «As long as she loves me²»


◘ Heather O’Connor.
        
Cuando me dice eso, junta sus labios con los míos, destruyendo cada centímetro, cada milímetro existente entre ambos. Con las yemas de sus dedos acaricia mi mejilla. Con la otra, sobre mi espalda, me atrae hacia él. Nuestros alientos se entremezclan, creando un sabor que jamás podré olvidar. Sus labios, carnosos, dulces y suaves sobre los míos, son la mejor sensación que he sentido.
Muerde mi labio inferior con fiereza, y yo suelto un gemido. Lo noto sonreír. Mis manos juegan con su pelo.
Y me siento en el paraíso.
Cuando se separa, veo sus ojos color miel de otro modo. De una manera que no había visto hasta ahora. Su mirada atraviesa la mía. Y dejo de verlo como alguien frío, porque siento un cosquilleo dentro de mí que me quema por dentro. Solo soy capaz de sonreír. Únicamente soy capaz de pensar que ahora estamos juntos, que todo ha merecido la pena… porque ahora puedo avanzar.
Y solo soy capaz de sonreír, también, porque no es eso lo mejor.
Lo mejor, es que podemos avanzar los dos… juntos.
Y por primera vez en toda mi vida, soy feliz. Muy, muy feliz. Coge mi mano y la besa, aún con los ojos puestos en mí. Y luego, aparta la vista.
Tras un rato en silencio, susurro en medio de la noche:
—¿En… en qué piensas?
Para mi sorpresa, no tarda demasiado en contestar.
—En ti.
Vuelve a posar su mirada en mí, con una sonrisa llena de ternura que me hace ver, una vez más, y confirma, que mi padre y Tracy se han equivocado en muchas cosas acerca de este chico.
Y justo cuando voy a preguntar en qué de mí, él continúa.
—En… en lo preciosa que eres. En que mirarte a lo lejos, no ha hecho justicia en mis recuerdos. En lo que provocas en mí. En lo mucho que te he echado de menos. En cómo me he sentido al verte. En lo jodidamente bien que besas.
Noto mis mejillas encenderse, y agacho la cabeza.
Jason levanta suavemente mi barbilla con sus dedos y me besa en la frente.
         —En lo mucho que te quiero.
Lo miro, casi sin darme cuenta de que esta vez, tengo la respuesta. Tengo miles de respuestas. Sé lo que siento. Estoy convencida de ello. Estoy convencida de que mis sentimientos por este chico son infinitos…
—Pienso en que no encontraré jamás a alguien como tú, en que eres lo mejor que me ha pasado.
Suspira, y me atraviesa con la mirada.
—Y, también pienso en que tú, eres quien ha hecho que desee ser diferente. Quien me ha hecho dar ese paso. Quien me ha hecho darme cuenta de que tengo que rectificar.
Solo soy capaz de abrazarlo, con fuerza. No quiero que se me escape. Pasó una vez, y fue el mayor error de mi vida. Sigo temiendo que esto sea un sueño, porque es demasiado hermoso para ser real. Parece demasiado hermoso para ser real.
Aspiro su olor.
Joder, es que lo quiero tantísimo. No sentiré nada semejante por otra persona en lo que queda de vida, y daría lo que fuera porque esta noche durase para siempre…
Aunque sé que lo nuestro, no va a terminar nunca.
—Está amaneciendo —susurra después de un momento.
Ojalá eso no signifique que se va a marchar, que me va a volver a dejar, que se me va a volver a escapar, que volveré a sentir ese vacío que solo él puede ocupar.
—¿Qué vamos a hacer?
Pone los ojos en blanco. Suspiro. Parece ser, que él tampoco tiene ni idea de qué viene ahora. De cuál será el final de nuestra historia.
—Irnos —susurra contra mi oído, su voz acariciando mi mejilla.
Lo miro, llena de inseguridades, pero sé que junto a él, no me va a pasar absolutamente nada.
Viene una imagen a mi cabeza, fugaz y sin detalles, pero lo suficiente para que se me note en la cara porque, al parecer, Jason me lo nota.
—¿Qué ocurre?
Bajo un poco la cabeza, para no ver su reacción, al decirle que…
—Tengo que despedirme de Brandon.
Él traga saliva, pero yo lo vuelvo a rodear con los brazos y parece relajarse.
—Vamos —me contesta, sacudiendo la cabeza.
Me tiende la mano y no dudo un segundo en cogerla, decidida.

♣ • ♣

Lo llamo al móvil, para no tener que llamar al timbre y que sus padres sepan que estoy aquí. Además, puede que no estén demasiado contentos —digo, menos de lo normal— tras terminar nuestra relación después de un año juntos.
—¿Heather, qué...?
—Sal un momento, por favor —me arrepiento al instante de haber elegido esas palabras, porque suenan como una súplica, para a la vez estoy contentísima, porque… ha dicho ‘Irnos’. Y no tengo ni idea de qué quiere decir con eso, pero si estamos juntos, la verdad, me da igual lo demás.
—Está bien, voy.
Unos instantes después, mis brazos rodean su cuello, en una despedida que me duele, probablemente más, que el simple hecho de irme de aquí. Quiero a Brandon, ahora lo sé, pero… no debería de haber tantos peros.
Le lanza una mirada al coche, y luego me mira a mí.
Yo sonrío algo avergonzada, sin embargo él no parece darse cuenta. Se dirige hacia el coche y aunque no tengo ni idea de qué piensa hacer, o decir, tampoco puedo controlar el miedo que se apodera de mí.

lunes, 1 de abril de 2013

Capítulo 12 «As long as she loves me²»


 ◘ Jason McCann.
        
         Releo la carta con rapidez y sin prestar demasiada atención.
         Solo saltan a mis ojos algunas frases, palabras sueltas, que simplemente resaltan a mi vista.
         «Cumpliste.
         Pero yo no. »
         Heather… tú solo soñabas con ser feliz, que es lo mismo con lo que yo soñaba, tu felicidad. Que fuera con Brandon o con cualquier otro no me importaba lo más mínimo, porque ninguno de ellos sería yo, así, que, al fin y al cabo, me daba igual.
         «Brandon y yo lo hemos dejado. »
         Eso me produce sentimientos contradictorios.
         ¿Significa eso que todo es ahora más sencillo… para mí? ¿Significa que el tiempo que lleva con ese chico se ha echado a perder ahora? ¿Significa que no solo ella, sino que él también, ahora lo pasan mal por mí? Clavo la mirada en el suelo. ¿Cómo puedo hacer tanto mal, cuando intento casi no existir? ¿Cómo puedo hacer a tantas personas sufrir? ¿Cómo puedo lastimar a tanta gente? ¿Cómo puedo ser responsable de tanto sufrimiento?
         ¿Cómo?
         Por último…
         «Te quiero, joder. »
         Ni siquiera sé qué he de pensar. Me… me quiere. Y no me ha olvidado y está… Mis pensamientos se interrumpen.
         Rebusco en los bolsillos de mi pantalón esperando encontrar un reloj. No tengo nada. Sigo subido en el árbol, así que clavo mi vista en la ventana de la casa, y busco con la mirada un reloj, un despertador, o lo que sea, en la habitación de Header. Identifico un despertador en la mesilla de noche junto a su cama. Enfoco un poco.
         «23:42»
         En dieciocho minutos serán las doce y aquel edificio está a media hora de la de Heather. No pierdo un instante, y salto al suelo. No voy a pensar en las consecuencias ahora. Si me tuerzo el tobillo, a joderse.
         Lanzo una última mirada a la casa antes de echar a correr hacia el coche que me proporcionó Luke y meto primera.
         Sin remordimientos.
         Me aferro al volante, tanto como a la esperanza de mirar a los ojos a Heather, esos hermosos ojos oscuros.
         Piso el acelerador.
        
♣ • ♣
        
         Casi al instante, me parece oír las campanadas de la iglesia de cinco manzanas más abajo —es curioso que lo recuerde tan bien—, que indican la hora.
         Las doce en punto.
         Abro la puerta del edificio con precipitación, y corro hacia el ascensor. Hay dieciséis pisos, y como tiempo atrás vivía en el cuarto, no importaba subir y bajar por las escaleras, pero he de darme prisa, no hay tiempo de contemplaciones.
         «Fuera de servicio.»
         Maldigo por lo bajo diciéndome que no tengo tiempo.
         Llego al séptimo piso en cuestión de minutos. Nunca pensé que el entrenamiento de la cárcel sería tan útil. Continúo subiendo, mientras me recuerdo por qué llegué hasta aquel punto… por qué estoy en este punto ahora. Solo me vienen imágenes de una bala atravesando el pecho de Josh.
         Recuerdo una conversación que tuve con él, y está tan clara en mi cabeza, que parece como si la estuviera oyendo en este mismo instante.
        
         —Sabes de sobra que no me gusta que juegues conmigo. Odio vuestros estúpidos preámbulos. Contesta a mis preguntas de una vez por todas. Ya sabes… eso que no has hecho en tu vida.
         —¿Es ese el modo de hablarle a tus superiores, Jason? Bien. Verás, Jason, la chica está aquí. Bien, de mom…
         —¡Cállate! ¡No le haréis nada!
         —¿Y quién nos lo va a impedir? ¿Un niño como tú?
         —No te dejaré que le hagas nada. Ni tú ni Lewis.
         —Ah, ¿no? ¿Y eso por qué?
         Un instante de silencio reinó entonces.
         —Vamos, Jason, no tengo todo el día.
         —No tengo que darte explicaciones.
         —Sí, si quieres que la chica siga con vida. Y si no fuera así… dudo que hubieras llamado a Will que, como bien sabemos, tú y Drake conocíais y trabaja aquí, porque nunca habéis venido a nuestra casa. ¿Algo que objetar?
         —No.
         —Bien, entonces, dime. ¿Por qué?
         —No lo sé.
         —No me digas, Jason, que… te has involucrado demasiado.
        
         Pienso de nuevo en aquello último. ‘Involucrarme’. Joder. Era mucho más que eso, muchísimo.
         Abro la puerta, y salgo a la azotea. Escruto todo a mi alrededor, y entonces distingo una silueta, su silueta.
         Me pellizco, para comprobar que no estoy soñando, que es la primera noche desde mis ocho años que no tengo pesadillas, y no me despierto.
         Esto aquí. De verdad. Y ella también.
         Me siento paralizado, no sé qué decirle, no sé siquiera si tengo algo que decirle. Necesito hacerme a la idea de que la tengo frente a mí, de que ha venido… solo por mí.
         Y entonces, se gira.
         Abre los ojos considerablemente, que tiene rojos (espero que debido al frío, aunque sé de sobra que lo que realmente ocurre es que ha estado llorando), pero que siguen siendo más hermosos de lo que recordaba, más hermosos de lo que he podido distinguir a lo lejos estos últimos meses.
         Luego sonríe, y es como si todo a nuestro alrededor hubiese desaparecido,  como si no existiese nada más, como si nosotros fuésemos lo único que queda sobre la faz de la Tierra, y se acerca corriendo hacia mí. Me rodea con sus brazos. Correspondo a su abrazo. Hace años que no me abraza nadie, y sobre todo, estos últimos meses, que no he hablado con nadie, se me hace raro el contacto con una persona.
         Pero no podría haber deseado a cualquier otro. Nunca.
         Ella clava sus ojos en los míos, de una manera tan especial, tan única… De una manera que no había olvidado hasta el momento. Y que dudo que vaya a olvidar algún día.
         —Sé… que esto es amor —susurro contra su oído.
         —Sé que te quiero —responde esa con su voz aterciopelada que hace que un escalofrío recorra todo mi cuerpo.
         Junto nuestras frentes, nuestras miradas se entrelazan.
         Sonrío.
         —Sé que te voy a besar.