miércoles, 17 de julio de 2013

«Never let you go» Capítulo 3.



«Never let you go»
Capítulo 3.




εїз Caitlin εїз

            —¿Adónde vas? —le pregunto a mi hermano pequeño, Chris, cuando pasa por delante de la puerta de mi cuarto.
            Él frena en seco y me mira.
            —A casa de Justin.
            —Pues pásatelo bien —digo haciendo un gesto extraño con la mano.
            Mi hermano se vuelve otra vez y sigue caminando. Segundos después oigo la puerta cerrarse. Suspiro y me froto los ojos.
            Mi plan de esta noche se resume en ir a dormir a casa de Payton y ver películas. Son nuestros momentos. Únicamente nuestros.
            Hablé hace dos días con Ryan, y no he sabido nada de él ni de Megan desde entonces. No he hablado con él, ni le he preguntado a ella. Ni siquiera he visto a Justin para preguntarle, lo cual, creo, me va a acabar dejando hecha polvo. Puede que por eso Pay haya insistido tantísimo en que esta noche vaya a su casa.
            Cojo la mochila en la que llevo todas las cosas para esta noche y la dejo junto a la puerta y me tiro a la cama. Con fuerza. Tanto que me parece ver el suelo temblar y me da la sensación de que se va a hundir. Clavo la vista en el techo, con el pelo aún mojado de la ducha que acabo de darme y tanteo la cama en busca de mi móvil.
            Necesito llamarlo. Llamarlo y oír su voz.
            —Ey, hola, Cait.
            Sonrío y me pongo recta de golpe, sentimientos que solo él me produce.
            —¿Cómo estás? —pregunto, tras carraspear.
            —Estoy algo cansado. Acabo de quitar la nieve de la entrada, así que puedes imaginarte —ríe, y es música para mis oídos—, ¿y tú qué tal?
            Doy saltitos sobre la cama.
            —Nada nuevo. Quería preguntarte una cosa.
            Él comienza a toser.
            —Oye… ¿estás bien?
            —No, es solo que puede que me haya constipado, no te preocupes —es tan sencillo decirlo y tan complicado hacerlo—, ¿qué querías preguntarme?
            —Lo digo en serio, puedo llevarte un…
            —¡Que no hace falta! ¿Qué querías decirme? —grita entre risas al otro lado del teléfono, interrumpiéndome.
            —Solo quería preguntarte si sabes algo de Ryan y Megan.
            —¿Cómo dices?
            —Vamos, Justin, es obvio que a Ryan le gusta Megan y viceversa. ¿Sabes si ha pasado algo entre ellos? Porque el otro día que te llamé fue por eso, que mi teléfono es idiota y se me ha borrado el número de Ryan junto con el de mi madre, mi hermano y varios más. ¿Sabes qué? Resulta que en la fiesta de Sean él y Meg…
            —¿Te han dicho alguna vez, Cait, que no te callas ni debajo del agua?
            ‘Tú. Me lo dices todos los días.’
            —Puede ser.
            —Ryan nos comentó algo para el 25 de diciembre. Y algo de que te iba a llamar, para que tú y Payton os ocuparais de Megan.
            —Oh, ese es un día especial.
            Hay un instante de silencio.
            —Sí que lo es —me sorprende notar un tono diferente en la voz de Justin, algo así como nostalgia, lo que se me hace muy raro, puesto que él siempre está riendo.
            Y cuando digo siempre, es siempre.
            Oigo un timbre muy al fondo, y a Pattie, la madre de Justin, gritar algo, pero no logro entender el qué.
            —Cait, ya hablamos, que ha venido tu hermano.
            Río.
            —Que os cunda.
            Cuando estoy a punto de colgar, dice algo.
            —Quedemos.
            —¿Eh?
            —Sí, ¿qué tal mañana? Tú y yo, como antes.
            Siento cómo los ojos se me iluminan, y ni estoy en frente de un espejo.
            —Nos vemos…
            Y justo antes de colgar, oigo en un susurro:
            —… mañana a las siete.


҉ Justin ҉

            ‘Tú y yo, como antes.’ Esas palabras están grabadas a fuego en mi cabeza. Menuda forma de cagarla. ¿Se puede saber por qué le he dicho semejante cursilería? Dios mío. Normalmente, podría pensar que es mi mejor amiga, que esas cosas no importan. Pero no. Tengo que medir mis palabras a veces antes de soltarlas por mi enorme boca. Porque aunque ante todo, sea mi mejor amiga, eso no cambia el hecho de que en numerosas ocasiones me vaya de la lengua.
            Como en aquella estúpida fiesta.
           
            “—Es que eres preciosa”       

            Porque yo soy así de inteligente y no podía decirle sencillamente que esa noche iba muy guapa. Esas palabras, esas cuatro palabras, salieron del Justin de verdad, el que no le está escondiendo a su mejor amiga lo terriblemente enamorado de que está de ella.
            Nunca me dijeron que esta clase de cosas fueran así de complicadas. Nunca.
            Como ella misma me ha dicho, están Ryan y Megan.
            ¿Por qué no es tan sencillo para el resto del mundo? ¿Por qué mientras ellos son correspondidos, se gustan y son lo suficientemente estúpidos como para creer que aun así se equivocan, hay otras personas a kilómetros de distancia, queriéndose, y sin poder verse tan siquiera sonreír? ¿Hay algo más injusto? La vida es injusta.
            —¿En qué piensas, Justin? —pregunta Chris.
            Sacudo la cabeza y lo miro.
            —¿De qué hablas?
            —Sí que se me da bien este videojuego, pero no creo recordar que a ti se te diera tan mal.
            Abro la boca y sonrío.
            —Oye, que estás en mi casa. El récord de este juego lo tengo yo, para ‘que no se me dé tan mal’ —digo esto último con una voz terriblemente aguda y agitando las manos como si lo imitara, cuando en realidad a lo que más me asemejo en este instante es a una morsa.
            Él suelta carcajadas histéricas que me recuerdan mucho a Cait. Me froto los ojos. ¿Por qué demonios no consigo sacármela de la cabeza?
            —No, ahora en serio, ¿te pasa algo?
            —¿A mí? —pregunto señalándome a mí mismo con el dedo—. Nada. Es solo que… —me levanto de golpe y en un acto rápido y aprovechando los terribles reflejos de mi amigo, le quito su mando y echo a correr hacia el pasillo de mi casa— se te da tan bien el videojuego que seguro que puedes perseguirme y coger tu mando para seguir dándome una soberana paliza, ¿no?
            Nuestras miradas se juntas, desafiantes, y él se levanta con una sonrisa en los labios y echa a correr hacia mí.
           

εїз Caitlin εїз

            —¡Caitlin! —me abraza Payton nada más abrir la puerta. Estoy congelada. Necesito entrar y taparme con ocho mantas, al menos. Estoy tiritando. Aunque mi casa esté solo a tres manzanas de la de mi mejor amiga, ir andando a finales de diciembre por Canadá sin siete mangas, no es demasiado inteligente. Pero pensaba que tardaría menos en llegar.
            —Payton —pregunto como puedo, tiritando—, ¿me dejas pasar?
            Ella asiente enérgicamente, dándose cuenta de que yo no voy cubierta por dos mantas, como ella.
            Miro cómo está el salón y sonrío. Siempre lo prepara todo genial. Y sus padres están fuera muy a menudo. Por eso está casi siempre en mi casa. O sea, ella odia estar sola en esa casa tan grande, porque no aguanta lo silencioso que está todo. Me lo confesó una vez. Que odiaba comer sola. Y que por eso se pasaba mucho por mi casa. Decía que no se sentía como si aquello fuera una familia. No se sentía parte de una. Lo hacía más cuando estábamos las dos juntas. Porque nos sentimos algo así como… hermanas.
            Me sentó muy mal que dijera algo así, porque no esperaba nada semejante por parte de Payton. Siempre está riendo, y sacudiendo su melena rubia con una sonrisa.
—¡Hay algo que quería contarte! —exclama cuando ponen los anuncios de la película.
Me acomodo en su sillón y le sonrío.
—Cuéntame.
—Uhm… veamos. No sé si te acuerdas de la fiesta de Sean.
Oh, claro que me acuerdo.
Solo hace tres de ese día. Y me doy cuenta de que… solo he tenido dos días de vacaciones de Navidad y parece más tiempo. Es extraño. Como cuando volvemos a ir a clase. Que cuando llevamos dos semanas y da la sensación que debería quedar poco para volver a tener vacaciones. Cuando valoramos más un día, y si estamos en verano y solo nos quedan dos semanas para volver ya parece que nos quedamos sin tiempo. ¿No es curioso eso?
Ya, ya vuelvo… Se supone que estoy hablando con Pay.
—Sí, claro. ¿Qué pasa?
Ella sonríe con un extraño brillo en los ojos.
—¡Oh, Dios mío!
—Sí, Payton —grita ella.
—Cuéntamelo todo —susurro sílaba por sílaba.
—Bien… cuando tú y yo fuimos encontraste a Sarah y yo busqué algo para beber, y Anne me saludó y empezamos a hablar, ya sabes, del trabajo que tenemos que hacer para después de las vacaciones, que nos toca juntas.
—¿El que a mí me toca con Chaz?
Ella asiente y sacude la cabeza. Hace lo mismo cada vez que su nombre aparece en una conversación. Intenta cambiar rápido. Por eso mismo no tarda en volver a hablar.
—Exacto. En fin, sabes que ella tiene un hermano mayor, Jake, que está en último curso.
Obvio que lo sé. Todas las chicas babean por él. Es cierto que es guapo, y también muy inteligente. Pero si se llena el campo cada vez que juegan, no es porque tengan muchos admiradores, es por chicos como él, que llaman mucho la atención. No es nada malo, al contrario, simplemente es un hecho.
—Bueno, pues se pusieron ambos a hablar, porque al parecer la fiesta terminaría tarde y Jake no podría llevarla a casa, entonces ella desapareció para buscar a alguien que pudiera llevarla a casa. No me preguntes por qué no me dijo nada a mí  —sonríe—. Él estaba con alguien que no recuerdo, pero entonces se dio cuenta de que yo estaba allí y me saludó. Entonces el alguien con el que estaba se fue y me preguntó si quería algo. Fuimos por algo y estuvimos un rato juntos. Y dijo que tenía que coger una cosa del cuarto de Sean.
—Ay, sigue —le digo riendo.
—Yo pensaba que entonces quería que me fuera, y me di la vuelta, pero él tiró de mi muñeca y entramos en la habitación de Sean. Y me besó.
—¡Oh! —grito levantándome.
—No te lo conté antes porque me daba vergüenza.
Yo solo sonrío, porque sé de qué me está hablando a la perfección.
—¿Sucedió de repente?
Asiente enérgicamente.
Jake es buena gente, y no tiene novia. Lo cual a medio instituto —el otro medio es de chicos— le da mucha esperanza.
Me alegro mucho por ella, y me alegro de que me lo haya contado.
La abrazo. Y en ese instante vuelve a empezar la película.

۩۞۩

—¿Qué película toca ahora? —pregunta, varias horas más tarde.
Me levanto y miro la lista que hemos hecho entre las dos y busco cuál es la siguiente.
—‘El arte de pasar de todo’ —cito.
—¡Oh, adoro esa! Ponla.
A mí me deja rara cada vez que termino de verla. No estoy convencida de si me encanta o la odio porque me causa sentimientos contradictorios. Pero los protagonistas me encantan. Como la chica, Emma Roberts, que también sale en nuestra siguiente película.
Todas estas películas tienen su historia de amor correspondido.
Joder, menuda envidia.
Payton y Jake, Megan y Ryan… lo cual me recuerda…
—¡Payton, Ry…!
Soy interrumpida por mi teléfono móvil.
‘Justin :)’
Recuerdo entonces que no tengo el número de Ryan.

Y también que el 25 de diciembre es pasado mañana.


--------------------------------------------------------------------

Siento mucho haber tardado tanto en subir, a partir de ahora lo haré más seguido, jurado. <3 Muchas gracias por leer, como siempre y por darle una oportunidad a esta novela, significa mucho para mí.
No olvides dar RT a este tweet.

sábado, 22 de junio de 2013

«Never let you go» Capítulo 2.


«Never let you go»
Capítulo 2.



εїз Caitlin εїз

            —¡Espera, espera! —grita Caitlin—. ¿Qué dices que dijo?
            Megan me mira atentamente, aunque bastante agitada y… creo que sé por qué.
            —Cito textualmente: Es que eres preciosa.
            Rememoro esas palabras desde que me las dijo ayer por la noche, y me sonrojo una y otra vez. Se lo cuento a ellas porque son mis mejores amigas, pero estoy ansiosa y realmente quiero gritar a los cuatro vientos que estoy enamorada de mi mejor amigo.
            —Caitlin —sonríe Megan—, fíjate en que lo que te dijo, exactamente, no fue ‘estás preciosa’, sino ‘eres preciosa’. ¿Soy la única en distinguir ese matiz?
            Payton suelta una carcajada.
            La verdad es que a mí no se me había ocurrido pensar eso, pero no creo que tenga demasiado sentido darle tantas vueltas a lo de entre líneas. Él solo me ve… como a su mejor amiga. De momento, me parece mucho más que suficiente.
            —Menos mal que estamos aquí Megan y yo, para interpretar lo que este chico te dice.
            —Es tan mono… —susurra Megan. Yo solo sonrío bajando la cabeza, con una idea en mente, que no soy capaz de pronunciar en voz alta: ‘Sí. Sí que lo es.’— ¡Pero yo también os quiero contar una cosa!
            Payton y yo la miramos y sonreímos.
            —No me digas que… —empiezo a decir.
            Ella se levanta y empieza a dar saltitos agitando las manos como una niña pequeña.
            —¡Sí! ¡Ayer Ryan me besó!
            —No. Puede. Ser. —sonríe Payton, y se levanta y empieza a dar saltitos con Megan.
            No me lo creo. Creo que lleva enamorada de ese chico desde, en fin… desde siempre. Ryan es muy majo, pero si tardó desde ayer por la noche para fijarse en Megan o darse cuenta de lo mucho que a ella le gusta, no se puede decir que sea demasiado listo o, por lo menos, demasiado espabilado.
            —¿Estáis saliendo? —pregunto, deseando con todas mis fuerzas que me diga que sí.
            Pero a ella se le apaga la mirada y su sonrisa desaparece de repente.
            Y veo una lágrima deslizarse por su mejilla justo antes de irse corriendo al aseo.
            Payton y yo nos miramos.
            —¿Pero qué…?
           

҉ Justin ҉

            Justin, ¿qué pasó ayer con Caitlin? —pregunta Chaz arqueando una ceja.
            —Es…
            Cierro la boca de repente, puesto que empieza a sonar 2pac. Es mi móvil.
            —¿Quién es? —pregunta Ryan.
            Chaz me lanza una mirada de advertencia.
            ‘Aún no te vas librar de contar qué coño pasó ayer y por qué desapareciste’, parece decirme a la vez que sacude la cabeza.
            Miro la pantalla de mi teléfono.
            ‘Caitlin.’
            Sonrío, pero después me doy cuenta de que no estoy solo, y sacudo la cabeza para que no se me note. Muy a mi pesar, ni siquiera mis amigos son tan idiotas, y tampoco están ciegos. Me da muchísima vergüenza, y terminarán enterándose, en un momento o en otro de que…
            —¿Quién es? —vuelve a preguntar Ryan.
            Me aclaro la garganta y digo, con total obviedad, haciendo un enorme esfuerzo por no parecer desesperado por escuchar de nuevo su voz.
            —Caitlin.
            Los dos me miran.
            —Hola —digo al descolgar—, ¿qué pasa?
            —¿Qué pasa? ¿Estás de coña?
            Me está gritando. Realmente, creo que está enfadada, y jamás la había notado tan cabreada desde que nos conocemos. Y de verdad, que hace mucho tiempo de eso.
            —Caitlin, tranquilízate, ¿sé puede saber de qué…?
            —¡Qué me tranquilice! ¡Por Dios! ¡De verdad que como me entere de qué le ha hecho a mi amiga, te juro que…!
            —¡Caitlin! —levanto la voz. Y todos en la cafetería se giran para mirarme. Vaya hombre, no me digas que jamás han oído a alguien hablar por teléfono—. ¡Tranquilízate! ¿Se puede saber de qué demonios estás hablando?
            Oigo cómo respira hondo. Y tras soltar un pesado suspiro, me dice, con tono extremadamente suave y bajito, de ese modo que solo las mujeres saben hacerlo y que realmente asusta:
            —¿Está Ryan?
            ¿Cómo? ¿Quiere… hablar con Ryan? ¿Y por qué me llama a mí? Soy un estúpido por pensar que, ella…
            Me levanto de la mesa y le tiendo el teléfono a mi amigo.
            —Es para ti.
            Él me mira confundido, pero no tanto como Chaz, que entrecierra los ojos y me clava la mirada.
            Me doy la vuelta y me dirijo al baño, haciendo caso omiso de mis amigos, y de los sonidos de incomprensión que suelta Ryan al hablar con, bueno… mi mejor amiga.
            Qué estúpido soy.
            ¿Cuánto tiempo voy a fingir esto? ¿Estoy intentando convencer a los demás o solo a mí mismo? ¿Cuándo voy a asimilar que…?
            —Justin —me llama Chaz—, ¿se puede saber qué coño te pasa?
            Saco mi gorra y sacudo el pelo. Luego, vuelvo a colocármela.
            —Un día, ese movimiento se hará famoso. Ya verás. Cuando seas actor y ganes premios y todo—asegura con una sonrisa.
            Chad no suele ser demasiado… bueno, no es la clase de persona que te hace cumplidos a la de tres, no entiendo por qué está encerrada en ese caparazón, que siendo sincero, a veces lo hace parecer un capullo, pero en realidad es un muy buen amigo. De veras que sí.
            Él, Ryan y Caitlin, creo que son las únicas personas que saben cuál es mi sueño. No me refiero a un capricho, de esto de ‘estar en la edad’ y desear algo con todas tus fuerzas pero, al crecer, que tus metas en la vida, que tus puntos de vista, cambien. Pues bueno, no es mi caso. Quiero ser actor desde hace mucho, mucho tiempo, creo que ya casi ni lo recuerdo. A decir verdad, estoy casi convencido que fue en la obra de Navidad de preescolar, en el que interpretaba… no me acuerdo qué, pero fue un día maravilloso. Desde ahí, desde el momento en que sentí la luz de los focos posados en mí, haciéndome una persona importante, digna, por primera vez a los tres años, supe que me había enamorado. De actuar. De los escenarios. De los musicales. Del cine. Del arte de la interpretación.
            Pero soy joven, y las ofertas, en estos tiempos, no llueven. No hay casi nunca castings por aquí, y cuando está la oportunidad, da la casualidad de que soy demasiado joven para el papel.
            Mis amigos me apoyan, igual que yo los apoyo a ellos, que quieren ser estrellas del hockey en el futuro. En cambio, Caitlin… no me apoya, hace mucho más que eso. Siempre lo ha hecho. Siempre ha sido ‘más’ que los demás. En cualquiera de los sentidos.
            Y siendo sincero, no recuerdo cuando… sucedió. Cuándo empecé a verla con otros ojos. De veras… que no lo sé.
            —Tendrás que empezar a pensar un nombre.
            Lo miro divertido. Se frota la barbilla diciendo nombres absurdos que ponerle a mi ‘movimiento de flequillo’. Sonríe.
            —En serio, Justin… —adquiere el tono que reserva para los momentos serios— ¿te pasa algo? Últimamente andas muy raro. Ayer, en el partido de hockey, no parecías tú… sueles estar súper enérgico. En cambio, solo parecías pendiente de las gradas. Y ayer, desapareciste. Literalmente. Vi a Ryan con Megan y de ti… ni rastro.
            Esperaba que esa llamada de teléfono no me obligase a contestar esa estúpida pregunta.
            —¿Qué pasó ayer con Caitlin? —repite, pero esta vez con pesadez.
            Él y Ryan son mis mejores amigos, pero… son chicos. No quiero que se rían de mí si les hablo de Caitlin, de mí y de Caitlin, de… de lo que sea. Nunca me pongo nervioso, jamás, pero es un tema sobre el que no tengo control.
            Aun así, decido responder a su pregunta, por que sé que no me va a dejar en paz hasta que lo haga, y le diga la verdad.
            —Me dio un ataque de claustrofobia. Tanta gente allí, junta… empezó a faltarme el aire. Pero Caitlin me sacó fuera. Ni ella ni yo teníamos ganas de volver, así que dimos una vuelta. Eso es todo.
            —¿Estás seguro de eso? —susurra arqueando una ceja.
            —Pues claro que… oye, tú no me has contado qué estabas haciendo. Si yo estaba con Caitlin y Ryan con Megan, ¿qué demonios hacías tú? ¿Espiar a Payton o algo por el estilo?
            Nada más pronunciar esas palabras, clava sus ojos en los míos de una manera que nunca antes lo había hecho, terriblemente intensa y que me deja con la duda de si, con la tontería, he acertado… puede que no seamos tan diferentes, al fin y al cabo.
            —Estaba… Me quedé un rato con Jake. Me fui un momento y me equivoqué de habitación. Y ella… ellos…
            No dice nada más.
            Jamás me habría imaginado a Chaz… así. Sin rastro de su sonrisa burlona ni del brillo pícaro de sus ojos. Ahora no hay nada.
            —Que siga siendo un secreto. Como lo es lo de Caitlin, ¿no? —una mirada de complicidad me basta para entender que estamos en las mismas.
            —No sé dónde está Ryan, para no darse cuenta —suspiro con pesadez.
            Chaz se muerde el labio y con tono duro y lejano, pronuncia unas palabras que cortan como cuchillas porque… la verdad duele.
            —Está donde nosotros no somos capaces de llegar.


εїз Caitlin εїз

            —No quiero que correr el riesgo destruya todo lo que tenemos. Todo lo que siempre hemos tenido, Caitlin. ¿No lo entiendes? Sé que no es sencillo comprenderlo… —Oh, sí lo es. Para mí, al menos, sí lo es—. Pero simplemente… no puedo evitarlo.
            —¿Tener miedo? —pregunto rotunda.
            Sé exactamente cómo se siente, y lo complicado que es cruzar la maldita línea que han de cruzar él y Megan pero… ¡ya lo han hecho!
            —No quiero perderla. No quiero echarlo todo a perder. No puedo evitar no querer arriesgarme, Cait.
            Respiro hondo.
            ‘Arriesgarse.’
            Es tan irónico hablar de esto con alguien y que además me diga que no puedo entenderlo, que me dan ganas incluso de reírme. ¿Pero yo qué puedo hacer? Lo que llevo haciendo desde siempre. Yo siento cosas. Pero Justin no. Ahí es cuando… todo se complica. Hay ocasiones en las que pienso ‘¿Y por qué no puede sentir nada por mí?’ y la respuesta es tan sencilla…
            ‘Porque yo tampoco me elegiría.’
            Pero con Ryan y Megan me parece tan distinto… Ambos están enamorados. Desde siempre. Y ambos lo saben. Nada más nombrar al otro sus ojos se iluminan, cuando están juntos sonríen como si fueran los protagonistas de un anuncio de dentífrico. Son realmente adorables. Y me dan tanta envidia en ocasiones que es complicado soportarlo a veces. Pienso que están hechos el uno para el otro y que merecen de verdad a alguien que sienta lo mismo por ellos… y tienen la suerte de que es así. Lo que les falta por hacer es poner un poco de su parte, confiar en el otro.
            Pero yo no puedo decirle todo esto. No puedo decirle que comprendo a la perfección exactamente lo que me está diciendo porque estoy enamorada de mi mejor amigo. Y, bueno, también es el suyo…
            Bah… no sirve de nada engañarme; en realidad, no quiero que se ría de mí. No quiero que se lo cuente a Justin y los dos se rían de mí. Son mis amigos pero existen personas verdaderamente crueles. No digo que ellos lo sean pero soy incapaz de abrirme a ellos. Me costó dos años contarle a Payton qué me pasaba, y un año más decidirme a confiar en Megan.
            Ella y Ryan son buenos amigos desde siempre, se gustan desde casi siempre, quiero que sean felices. Y quiero que lo sean juntos, joder. ¡Eso no es tan complicado!
            —Mira, Ryan… No es tan complicado. No para vosotros.
            Al otro lado de la línea solo oigo silencio. Y me importa una mierda si no quiere oírlo, tiene que saberlo.
            —Joder, Ryan, es que Megan quiere arriesgarse.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------

Espero que os haya gustado mucho. No os olvidéis de comentar en Tuenti, y de dar RT a este tweet
Os quiero, gracias por leer. <3
Carmen Who Cares.

domingo, 16 de junio de 2013

«Never let you go» Capítulo 1.




«Never let you go»
Capítulo 1.


εїз Caitlin εїз

            Nada más sonar el timbre, mis compañeros pegan un grito de alivio. Me niego a ser la excepción. Navidad… necesito estas vacaciones como nadie. Miro a Payton, al otro lado de la clase, y me guiña un ojo. Ambas tenemos ganas de que sea esta noche. Nos vamos de fiesta. Y aunque nuestras intenciones no son las mismas, no cambiaría por nada del mundo bailar y beber con mi mejor amiga. 
            Nos entregan las notas, y aunque la mayoría, con un gesto despreocupado con el que levantan los hombros dobla el papel y lo arruga al meterlo en su cartera.
            Yo, nada más tenerlo en mi mano analizo todas mis notas, y suelto un pesado suspiro. Gracias a Dios.
            —No sé por qué andas tan estresada —dije Justin tras de mí—, si todos sabemos que tienes unas notas alucinantes.
            Suelto una carcajada.
            —¿Y sabemos cómo son las tuyas? —contraataco.
            —Uhm… pasables —dice con una mueca.
            Yo sonrío, y acto seguido me sonrojo. Bajo la cabeza para que no se me note, y aunque estoy segura de que es más que evidente, mi mejor amigo es tan estúpido que no se ha dado cuenta, después de todos estos años. Aprieto los labios.
            —¿Vas a ir a la fiesta de Sean?
            Se me ilumina la cara.
            —Sí, iré con Payton.
            Él se pasa la mano por el pelo y dice:
            —Bueno, genial, allí nos veremos. Tengo partido esta tarde.
            Me llevo la mano a la cara y me froto los ojos.
            —Oh, Dios. Lo siento, se me olvidó, yo…
            —Eh, relájate —dice ajustándose su mochila—, te lo decía solo porque no podré llevarte.
            Cuando me doy cuenta, estoy al lado de los autobuses del instituto. Es cierto que… cuando estoy con Justin, hipnotizada por su despreocupada sonrisa, no tengo ni idea de qué hago, y no soy dueña de mis emociones. Odio perder el control de esta manera pero sé que no puedo mandar por encima de esto.
            —En fin, hasta luego —le digo—. Y mucha suerte con el partido.
            Le guiño un ojo. Él sonríe y asiente, y se monta en uno de los autobuses.
            Ganan casi siempre. Chaz es un central perfecto, Ryan es el mejor defensor del equipo, y Justin es un extremo excelente. Las chicas de mi clase solo van a ver chicos guapos. Payton y yo vamos porque son nuestros amigos, y porque nos divierte. También viene a veces Megan —por Ryan, en realidad— y nos lo pasamos genial las tres. ¿Para qué vas a ir al cine, cuando puedes estar en un partido de hockey? Y no lo digo como una tontería, lo digo realmente en serio. Adoro el deporte. Es tradición en Canadá, al fin y al cabo. Es una verdadera lástima que se me dé tan sumamente mal.
            Yo cojo otro de los autobuses, y me siento al lado de Lucy.
            —¿Quieres un auricular?
            Le pongo Apologize de One Republic, cuando noto que mi amiga me mira, levanto los hombros.
            —¿Qué coño pasa?
            —¿Has pensado ya cómo vas a decírselo?
            Hago como ni no supiera de qué está hablando. No sé si estoy preparada para tener esta conversación otra vez. Estoy harta de tener siempre en la cabeza esa sonrisa perfecta, pero parece que no lo puedo evitar, por mucho que lo he intentado.
            —No.
            Espero poder zanjar la conversación, pero solo consigo que mi mejor amiga se muestre más interesada con el tema. Pero yo, no quiero continuar con esto. Está convencida de que soy una estúpida por no atreverme a decirle a Justin que lo quiero como a algo más que un amigo. Yo, por el contrario, no estoy tan segura de ello. Solo haría mierda lo que hay entre nosotros, ya nada sería igual de nuevo, pero cada vez son más incontrolables las mariposas que revolotean en mi estómago cuando me habla, o con tan solo escuchar su nombre.
            —Escucha, sé qué te asusta, pero créeme cuando te digo, que se lo tendrás que decir en un momento u otro.
            Y, lo que es peor, es que tiene razón, y ambas somos conscientes de ello. Pero no se lo pienso decir. Al igual que tampoco le voy a decir nada a Justin.
             —Por ejemplo —continúa Payton—, esta noche está la fiesta de Sean. Iremos de compras y a la peluquería. Verás lo preciosa que estarás cuando termine contigo.
            Pongo los ojos en blanco.
           
۩۞۩
           
            —No sé si ese me gusta.
            Me mira de arriba a abajo.
            —Ay, no seas tonta —masculla ella haciendo gestos extraños con la mano, restándole importancia—. Te queda genial. Si no te lo compras tú, lo hago yo.
            —¿Y tú qué te vas a llevar?
            —Ese negro.
            En realidad, a Payton todo le queda genial. No entiendo qué problema tiene. Y además, adora ir de compras. Más que cualquier otra persona que jamás he conocido. Claro, que ir a la peluquería es insuperable. Quiere a su cabellera rubia como a su propia hija. En ocasiones, llega a asustarme.
            —¿Qué quieres hacerte? —me pregunta la peluquera toqueteándome el pelo.
            Mmm…
            —¿Podrías rizarle el pelo? —interviene Payton—. Siempre lo lleva liso, y hoy es un día especial. Y cortárselo no le vendría precisamente mal.
            La fusilo con la mirada, y ella me guiña un ojo. No va a pasar nada especial. Ni hoy ni nunca. El tiempo terminará por hacer que me olvide de Justin, hará que deje de verlo como lo veo, hará que simplemente seamos amigos. Y aunque hace mucho que tengo esa esperanza y en el fondo sé que lo único que estoy intentando, es engañarme a mí misma, y lo que es peor, ya no me queda otra. No puedo estar en esta situación siempre, ¿no?
            —¿Y por qué un día especial? —me pregunta la peluquera mientras corta mis puntas quemadas a causa de tanto usar la plancha.
            Miro a Payton, para asegurarme de que no se entromete ni dice ninguna tontería.
            Guay, está hablando con su peluquera y probablemente contándole toda su vida. Pobrecita. Pero al menos, no se entrometerá.
            —Voy a una fiesta.
            Ella enarca una ceja.
            —¿Una fiesta? ¿No hay… alguien?
            Chasqueo la lengua.
            —No exactamente. Pero diría que… en fin, es complicado.
            Ella mira al espejo y suspira. Imagino que recuerda algo, cualquier cosa, que tiene que ver con un chico, muchos años atrás, y un amor todavía presente. Un amor que ella todavía tiene dentro de sí.
            —Todo en esta vida lo es —susurra, todavía mirando su reflejo.
            —Es… bueno. Es mi mejor amigo.
            —Sí, sí que es complicado.
            A mí me lo vas a contar.
            Tengo quince años, y conocí a Justin con cinco. No empezó a gustarme mucho después. Me encantaba estar con él, pero a medida que crecíamos, todo se hacía cada vez difícil, porque deseaba estar con él más tiempo, pero era muy tímida, y no me atreví a hablar más con él. Nos pusieron juntos en clase en primero y, bueno... dejó de ser el niño guapo que iba a mi clase y me gustaba de pequeña. Y empezó a ser algo más. Mucho más.
            No tengo palabras cuando estoy con él, cuando me sonríe.
            Y no tengo ninguna oportunidad con Justin.
           
۩۞۩
           
            —De verdad, Caitlin, te juro que como vuelvas a cerrar los ojos, te vas con un ojo con la raya y el otro sin. Ya verás qué guapa te dejo.
            Intento quedarme quieta mientras ella traza con el lápiz negro una delgada línea bajo mi ojo izquierdo. Una vez que Payton termina, resopla, como si acabara de correr una maratón o algo parecido.
            —Ve a cambiarte. Estaré encantada de ver mi obra maestra. Mientras, yo acabo de arreglarme y en un momento nos vamos.
            Sin esperar a que le responda, sacude su melena y se dirige al tocador mientras retoca el maquillaje de sus mejillas. Me doy la vuelta y saco el vestido. Corto, de color rojo. Completamente navideño, vaya.
            Me lo pongo y subo la cremallera que sube por mi costado.
            —Vámonos —susurro poniéndome mi chaqueta negra.
            Mi mejor amiga se levanta de un salto y me contempla, yo miro cómo su vestido negro se ajusta a la cintura y a la cadera, combinando a la perfección con su tono de piel y sus ojos azules maquillados de negro.
            —Estás muy guapa —observo con una sonrisa.
            Ella me abraza de un modo que solo ella hace, y la oigo decirme, muy bajo:
            —Cait, si él no te ve, definitivamente está ciego.


҉ Justin ҉

            Quedan ocho minutos para el fin del partido. Vamos perdiendo.
            —¡Concéntrate, Bieber! —me grita el entrenador desde el banquillo.
            Dirijo, por millonésima vez, una mirada al sitio en el que se sienta Caitlin, junto con Payton, y a veces Megan, desde que la invité a mi primer partido de hockey sobre hielo. Y está vacío. Y hay algo más que está vacío.
            Que sea el primer partido que perdemos de toda la temporada, y también el primero al que faltan… no puede ser una coincidencia. No puedo jugar con todo lo mío. Hay algo que falla. Algo que falta.
            Llega el fin del partido. Todo mi equipo parece abatido y desanimado. Y realmente, yo también lo estoy, pero no estoy tan seguro de que sea la misma razón que la de los demás miembros. Y lo que me lleva a plantearme eso, en realidad, no es más que aunque esté cansadísimo y frustrado por haber perdido el partido… necesito ir a esa estúpida fiesta que se organiza en casa de Sean.
            —Chaz, ¿sigues teniendo ganas de ir a la fiesta?
            Él me sonríe mientras se saca la camiseta.
            —Claro. Ryan, ¿tú qué dices?
            Niega con la cabeza apretando los labios, pero sin llegar a decir nada.
            —¿Sabes? —Chaz suelta una carcajada y entorna los ojos—. Megan no tiene por costumbre saltarse esas fiestas.
            Ryan enarca una ceja, y Chaz y yo cruzamos una mirada. No sé si yo le habría dicho eso, pero está claro que decirle una cosa así a Ryan es jugar sobre seguro.
           
            ۩۞۩

            ‘Esto solo puede ser un error.’
            Es lo primero que pienso cuando aparco frente a la casa de Sean. Tengo aún quince años, pero el abuelo ya me ha enseñado a conducir y a veces me presta su coche, siempre y cuando tenga mucho cuidado.
            Está atestada de gente, no sabía que tantas personas cupieran en un solo jardín. Y sé que a pesar de estar en Canadá, en diciembre, dentro hará muchísimo calor. Me estoy agobiando solo de pensarlo. Sacudo la cabeza y salgo del coche. Ryan y Chaz también lo hacen. La música retumba en mis oídos nada más abrir la puerta.
            —¡Hey! —nos saluda el anfitrión—. ¿Qué tal vuestro partido?
            —Hemos perdido —digo sin mucho entusiasmo, haciéndole poco caso, y rebuscando entre la multitud que alcanzo a ver en el salón.
            —Bueno, otra vez será, ¿no?
            Tras decir eso último, se va y deja la puerta abierta. Levantamos los hombros y nos adentramos en la casa.
            Observo a la multitud mientras busco a mi mejor amiga.
            ‘A lo mejor no ha venido’, me dijo.
            No, no puede ser. Tiene que estar aquí.
            Entonces me doy cuenta de que mis amigos han desaparecido, dejándome aquí solo, donde no conozco prácticamente a nadie.
            Busco algo para despejarme, y lo único que encuentro es cerveza. Bebo el vaso de un trago. No me siento nada mareado, no ha cambiado absolutamente nada, pero hay cosas en mi cabeza que desaparecen, preocupaciones que se evaporan y salen de mi cabeza.
            Salgo de esa habitación, y vuelvo al salón, la parte que parece estar más atestada de personas. Puede que sea porque los altavoces que ocupan una pared entera están aquí, o porque es enorme. Hay un grupo de chicas bailando encima de una mesa situada en el medio. No creo que Caitlin hiciera nunca una cosa así. No es que sea esa chica insegura, simplemente es algo que no le va demasiado. Y podría irle perfectamente. Es preciosa. Y, la verdad, baila genial.
            Sonrío al ver a Megan contoneándose entre un vestido negro agitando su cabellera oscura.
            —¡Ryan! —grita, abriendo los ojos—. No sabía que fueras a venir.
            Grita para hacerse oír por encima de la música. Mi amigo la estrecha entre sus brazos.
            Ahora que sé dónde está Ryan, siento curiosidad por Chaz.
            Tras buscar por más o menos toda la casa y no dar con mi mejor amiga, me doy por vencido y vuelvo a donde se acaba de concentrar aún un número considerable de personas que bailan, sudan, beben, gritan, se divierten. Me uno a ellos, y cuando abro los ojos, se me empieza a emborronar la vista y las paredes parecen estrecharse lentamente.
            Como si fueran a aplastarme.
            Con toda esta gente.
            Empiezo a toser, a jadear, en busca de aire que no encuentro y necesito para volver a respirar con normalidad. Intento mantener la calma, pero no consigo tranquilizarme y volver a ver y poder buscar la salida al exterior.
            ‘Ahora sí me estoy mareando, joder.’
            Se me taponan los oídos y todo el ruido me parece lejano, ajeno. Como si solo fuera una música de fondo.
            Alguien me coge la mano, y me guía hasta fuera. No paro de toser y jadear hasta que llego al jardín. Sea quien sea, me lleva a unas escaleras, de un portal, creo, situado al otro lado de la calle, frente a la casa de Sean.
            Empiezo a sentir mi pecho más lento, mis pulmones llenarse de aire. Siento que comienzo a recuperar mis cinco sentidos.
            —Me habías asustado, joder —grita Caitlin una vez que me siento mejor, echando la cabeza para atrás.
            —Bueno… no es el primer ataque de claustrofobia que tengo. Gracias por llevarme fuera.
            Ella suspira pesadamente, de alivio. Y es entonces cuando me fijo en que lleva las puntas del pelo ligeramente onduladas, y un vestido rojo que resalta el brillo de sus labios.
            —Gracias a Dios —susurra.
            La miro. Al cabo de un instante, me devuelve la mirada apretando los labios y dice:
            —Auch, ¿quieres dejar de mirarme así?
            Y la única respuesta que se me ocurre es:
            —Es que eres preciosa.
            Y siendo sincero, creo que nunca antes había dicho nada tan real. 

 ----------------------------------------------------------------------------------------------------
Hola c: 
Te di las gracias por haber visto el trailer de esta novela, y ya seas de Tuenti o de Twitter, te doy las gracias otra vez por haberlo hecho, y también las doy por haber leído este primer capítulo. No me lo tengáis en cuenta; es solo el primero, así que tampoco es gran cosa, pero creo que será una buena novela, y sería maravilloso que todas y cada una de vosotras formase parte de ella. De veras que os lo agradecería muchísimo, porque creo que os puede gustar, aunque comprendería a la perfección que decidiérais dejarla, si veis que no es así. Eso siempre es elección vuestra.
Por otra parte, quería decir que si eres de Tuenti, avisaré como de costumbre; comentas y te aviso cuando suba. 
Pero por lo contrario, si eres de Twitter y quieres seguir leyendo Never let you go, da RT a este tweet y así te avisaré nada más publicar el segundo capítulo.
¡Y eso es todo! Prometo no enrollarme tanto la próxima vez que suba. Y muchas gracias otra vez <3.
Carmen Who Cares.