miércoles, 14 de noviembre de 2012

Capítulo 12 «As long as she loves me»

◘ Heather O’Connor
No puedo dormir. No hago más que dar vueltas en la cama. No sé qué me pasa. ¿Qué me pasa? Puff… No puedo parar de pensar a la vez de que no sé en qué pienso. Es absurdo. Lo único en lo que puedo pensar ahora mismo es en… esos ojos. Esos ojos que, aunque no quiera admitir nada, me han hecho la vida más fácil estos últimos veinte días. Porque, gracias al cielo, es veinte de noviembre, y me iré a mi casa en once días. Y quiero que se pasen en seguida. Pero algo me retiene aq… ¿estoy tonta? ¿Se puede saber qué coño me pasa? No, no voy a caer en esto. Eso solo pasa en los libros esos tan cursis que siempre he odiado.
Me acuerdo de aquel día, el día que le pregunté a Jason por qué hacían lo que hacían. Y también recuerdo que se negó a contestarme… ¿Y Drake? ¿Lo haría Drake? Necesito una razón. Porque este mes está siento el peor de mi vida y yo ya no aguanto más. Terminaré abriendo la bonita ventana que tiene esta habitación y saliendo por ahí… Mierda, está cerrada. En fin, se veía venir, de todas maneras, no es nada que me sorprenda.
Veamos, Heather, piensa…
Mi padre. Tracy. Alfred. Todos ellos, estoy alejada de ellos, y a la vez muy cerca. Dios, ¿cómo me he metido aquí? Quisiera echarle la culpa a alguien pero yo… yo… no puedo. Lo único que me apetece en este momento es dormir. Pero tampoco puedo. Hace unos días que ya no consigo conciliar el sueño, y esa es otra de las miles de razones por las cuales estoy empezando a perderme a mí misma. Ya no sé quién soy. ¿Pero lo tenía antes claro?
Llaman a la puerta. Es temprano, y aunque en circunstancias normales estaría durmiendo, hay movimiento fuera, ya que está amaneciendo.
—¿Heather? —pregunta un hilo de voz tras la puerta.
—¿Qué? —respondo cortante.
Es así como me han hablado ellos (las pocas veces que se han dignado a dirigirme la palabra).
—¿Puedo pasar?
Suelto una carcajada. ¿Está de coña? Es su puta casa. Me tienen secuestrada. Para eso no se les ocurrió pedirme permiso, fíjate tú.
—Claro —mascullo entre dientes.
Drake entra. Y aunque la habitación está a oscuras, veo sus ojos azules con una claridad casi alarmante.
—Sé que no servirá de nada decirlo… pero lo siento.
No contesto. No tengo nada que decir.
Tengo miedo de estos dos estúpidos. Por todo lo que me han hecho. Y no solo físicamente. Me he estrujado más la cabeza por su culpa de lo que lo he hecho en toda mi vida. Y eso no lo puedo consentir.
—Di algo.
Pero me niego a contestarle. ¿Qué quiere que le diga? ¿«No te preocupes, Drake, te perdono, aunque esté en tu casa encerrada y no vea la luz del sol a excepción de esta asquerosa ventana, te perdono»? Mis neuronas siguen conmigo, no como las suyas, de tanto beber.
Al instante me culpo por haber pensado algo tan cruel como eso —sé que está intentado dejar de beber, a veces oigo cómo Jason le habla acerca de ello— pero vaya, que aquí la única persona con derecho a estar constantemente cabreada soy yo.
—¿Algo más? —susurro, porque sé que si no, lo gritaré y en este caso es mejor que falte a que sobre.
—No, creo que solo era eso —se sienta en la colchón.
Empieza a silbar. Dios mío de mi vida, ¿qué quiere? ¡Que se vaya, joder! Pero no, tiene que quedarse aquí a joderme a mí un rato.
—Pues entonces…
—Estoy preocupado por Jason.
—¿Y a mí qué? —digo levantando la voz.
—Pues no sé, pero pensé que te gustaría saberlo.
—A ver, Drake, suponiendo que ese sea tu nombre, dime. Me secuestráis, no queréis decirme por qué, me encerráis porque tú intentaste violarme, y ahora ¿me estás diciendo que estás preocupado por Jason? Mira tú qué cosa… que no me importa la vida de mis secuestradores —chillo.
—No estás en condiciones de hacer eso, Heather.
—No puedes hacerme pasarlo peor de como me lo habéis hecho pasar ya.
—Pues claro que podemos. La cosa, es que no queremos. —Tras una pausa, añade, casi para él—: por eso mismo Jason se ha ido.
Frunzo el ceño.
—¡Claro! ¡Porque le g…! —Se calla de repente.
—¿Qué?
—Antes has dicho que ‘te secuestramos y no queremos decirte por qué’, ¿no es así?
—Le pregunté a Jason por qué hacíais todo esto, cuando no parece que os guste demasiado.
—Pues… la respuesta a eso también yo me la sé.
De repente me pregunto si yo quiero saber la respuesta a esa pregunta. Es su vida, y es privado, por eso no querían contármelo antes. ¿De de verdad bueno que yo lo sepa? Tal vez no lo entienda. Con lo que insistí, con todo lo que me calentado la cabeza con esa tontería, que probablemente no sepa encasillarlo.
Pero todo queda claro cuando él dice:
—Creo que va siendo hora de que sepas nuestra historia.

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