miércoles, 17 de julio de 2013

«Never let you go» Capítulo 3.



«Never let you go»
Capítulo 3.




εїз Caitlin εїз

            —¿Adónde vas? —le pregunto a mi hermano pequeño, Chris, cuando pasa por delante de la puerta de mi cuarto.
            Él frena en seco y me mira.
            —A casa de Justin.
            —Pues pásatelo bien —digo haciendo un gesto extraño con la mano.
            Mi hermano se vuelve otra vez y sigue caminando. Segundos después oigo la puerta cerrarse. Suspiro y me froto los ojos.
            Mi plan de esta noche se resume en ir a dormir a casa de Payton y ver películas. Son nuestros momentos. Únicamente nuestros.
            Hablé hace dos días con Ryan, y no he sabido nada de él ni de Megan desde entonces. No he hablado con él, ni le he preguntado a ella. Ni siquiera he visto a Justin para preguntarle, lo cual, creo, me va a acabar dejando hecha polvo. Puede que por eso Pay haya insistido tantísimo en que esta noche vaya a su casa.
            Cojo la mochila en la que llevo todas las cosas para esta noche y la dejo junto a la puerta y me tiro a la cama. Con fuerza. Tanto que me parece ver el suelo temblar y me da la sensación de que se va a hundir. Clavo la vista en el techo, con el pelo aún mojado de la ducha que acabo de darme y tanteo la cama en busca de mi móvil.
            Necesito llamarlo. Llamarlo y oír su voz.
            —Ey, hola, Cait.
            Sonrío y me pongo recta de golpe, sentimientos que solo él me produce.
            —¿Cómo estás? —pregunto, tras carraspear.
            —Estoy algo cansado. Acabo de quitar la nieve de la entrada, así que puedes imaginarte —ríe, y es música para mis oídos—, ¿y tú qué tal?
            Doy saltitos sobre la cama.
            —Nada nuevo. Quería preguntarte una cosa.
            Él comienza a toser.
            —Oye… ¿estás bien?
            —No, es solo que puede que me haya constipado, no te preocupes —es tan sencillo decirlo y tan complicado hacerlo—, ¿qué querías preguntarme?
            —Lo digo en serio, puedo llevarte un…
            —¡Que no hace falta! ¿Qué querías decirme? —grita entre risas al otro lado del teléfono, interrumpiéndome.
            —Solo quería preguntarte si sabes algo de Ryan y Megan.
            —¿Cómo dices?
            —Vamos, Justin, es obvio que a Ryan le gusta Megan y viceversa. ¿Sabes si ha pasado algo entre ellos? Porque el otro día que te llamé fue por eso, que mi teléfono es idiota y se me ha borrado el número de Ryan junto con el de mi madre, mi hermano y varios más. ¿Sabes qué? Resulta que en la fiesta de Sean él y Meg…
            —¿Te han dicho alguna vez, Cait, que no te callas ni debajo del agua?
            ‘Tú. Me lo dices todos los días.’
            —Puede ser.
            —Ryan nos comentó algo para el 25 de diciembre. Y algo de que te iba a llamar, para que tú y Payton os ocuparais de Megan.
            —Oh, ese es un día especial.
            Hay un instante de silencio.
            —Sí que lo es —me sorprende notar un tono diferente en la voz de Justin, algo así como nostalgia, lo que se me hace muy raro, puesto que él siempre está riendo.
            Y cuando digo siempre, es siempre.
            Oigo un timbre muy al fondo, y a Pattie, la madre de Justin, gritar algo, pero no logro entender el qué.
            —Cait, ya hablamos, que ha venido tu hermano.
            Río.
            —Que os cunda.
            Cuando estoy a punto de colgar, dice algo.
            —Quedemos.
            —¿Eh?
            —Sí, ¿qué tal mañana? Tú y yo, como antes.
            Siento cómo los ojos se me iluminan, y ni estoy en frente de un espejo.
            —Nos vemos…
            Y justo antes de colgar, oigo en un susurro:
            —… mañana a las siete.


҉ Justin ҉

            ‘Tú y yo, como antes.’ Esas palabras están grabadas a fuego en mi cabeza. Menuda forma de cagarla. ¿Se puede saber por qué le he dicho semejante cursilería? Dios mío. Normalmente, podría pensar que es mi mejor amiga, que esas cosas no importan. Pero no. Tengo que medir mis palabras a veces antes de soltarlas por mi enorme boca. Porque aunque ante todo, sea mi mejor amiga, eso no cambia el hecho de que en numerosas ocasiones me vaya de la lengua.
            Como en aquella estúpida fiesta.
           
            “—Es que eres preciosa”       

            Porque yo soy así de inteligente y no podía decirle sencillamente que esa noche iba muy guapa. Esas palabras, esas cuatro palabras, salieron del Justin de verdad, el que no le está escondiendo a su mejor amiga lo terriblemente enamorado de que está de ella.
            Nunca me dijeron que esta clase de cosas fueran así de complicadas. Nunca.
            Como ella misma me ha dicho, están Ryan y Megan.
            ¿Por qué no es tan sencillo para el resto del mundo? ¿Por qué mientras ellos son correspondidos, se gustan y son lo suficientemente estúpidos como para creer que aun así se equivocan, hay otras personas a kilómetros de distancia, queriéndose, y sin poder verse tan siquiera sonreír? ¿Hay algo más injusto? La vida es injusta.
            —¿En qué piensas, Justin? —pregunta Chris.
            Sacudo la cabeza y lo miro.
            —¿De qué hablas?
            —Sí que se me da bien este videojuego, pero no creo recordar que a ti se te diera tan mal.
            Abro la boca y sonrío.
            —Oye, que estás en mi casa. El récord de este juego lo tengo yo, para ‘que no se me dé tan mal’ —digo esto último con una voz terriblemente aguda y agitando las manos como si lo imitara, cuando en realidad a lo que más me asemejo en este instante es a una morsa.
            Él suelta carcajadas histéricas que me recuerdan mucho a Cait. Me froto los ojos. ¿Por qué demonios no consigo sacármela de la cabeza?
            —No, ahora en serio, ¿te pasa algo?
            —¿A mí? —pregunto señalándome a mí mismo con el dedo—. Nada. Es solo que… —me levanto de golpe y en un acto rápido y aprovechando los terribles reflejos de mi amigo, le quito su mando y echo a correr hacia el pasillo de mi casa— se te da tan bien el videojuego que seguro que puedes perseguirme y coger tu mando para seguir dándome una soberana paliza, ¿no?
            Nuestras miradas se juntas, desafiantes, y él se levanta con una sonrisa en los labios y echa a correr hacia mí.
           

εїз Caitlin εїз

            —¡Caitlin! —me abraza Payton nada más abrir la puerta. Estoy congelada. Necesito entrar y taparme con ocho mantas, al menos. Estoy tiritando. Aunque mi casa esté solo a tres manzanas de la de mi mejor amiga, ir andando a finales de diciembre por Canadá sin siete mangas, no es demasiado inteligente. Pero pensaba que tardaría menos en llegar.
            —Payton —pregunto como puedo, tiritando—, ¿me dejas pasar?
            Ella asiente enérgicamente, dándose cuenta de que yo no voy cubierta por dos mantas, como ella.
            Miro cómo está el salón y sonrío. Siempre lo prepara todo genial. Y sus padres están fuera muy a menudo. Por eso está casi siempre en mi casa. O sea, ella odia estar sola en esa casa tan grande, porque no aguanta lo silencioso que está todo. Me lo confesó una vez. Que odiaba comer sola. Y que por eso se pasaba mucho por mi casa. Decía que no se sentía como si aquello fuera una familia. No se sentía parte de una. Lo hacía más cuando estábamos las dos juntas. Porque nos sentimos algo así como… hermanas.
            Me sentó muy mal que dijera algo así, porque no esperaba nada semejante por parte de Payton. Siempre está riendo, y sacudiendo su melena rubia con una sonrisa.
—¡Hay algo que quería contarte! —exclama cuando ponen los anuncios de la película.
Me acomodo en su sillón y le sonrío.
—Cuéntame.
—Uhm… veamos. No sé si te acuerdas de la fiesta de Sean.
Oh, claro que me acuerdo.
Solo hace tres de ese día. Y me doy cuenta de que… solo he tenido dos días de vacaciones de Navidad y parece más tiempo. Es extraño. Como cuando volvemos a ir a clase. Que cuando llevamos dos semanas y da la sensación que debería quedar poco para volver a tener vacaciones. Cuando valoramos más un día, y si estamos en verano y solo nos quedan dos semanas para volver ya parece que nos quedamos sin tiempo. ¿No es curioso eso?
Ya, ya vuelvo… Se supone que estoy hablando con Pay.
—Sí, claro. ¿Qué pasa?
Ella sonríe con un extraño brillo en los ojos.
—¡Oh, Dios mío!
—Sí, Payton —grita ella.
—Cuéntamelo todo —susurro sílaba por sílaba.
—Bien… cuando tú y yo fuimos encontraste a Sarah y yo busqué algo para beber, y Anne me saludó y empezamos a hablar, ya sabes, del trabajo que tenemos que hacer para después de las vacaciones, que nos toca juntas.
—¿El que a mí me toca con Chaz?
Ella asiente y sacude la cabeza. Hace lo mismo cada vez que su nombre aparece en una conversación. Intenta cambiar rápido. Por eso mismo no tarda en volver a hablar.
—Exacto. En fin, sabes que ella tiene un hermano mayor, Jake, que está en último curso.
Obvio que lo sé. Todas las chicas babean por él. Es cierto que es guapo, y también muy inteligente. Pero si se llena el campo cada vez que juegan, no es porque tengan muchos admiradores, es por chicos como él, que llaman mucho la atención. No es nada malo, al contrario, simplemente es un hecho.
—Bueno, pues se pusieron ambos a hablar, porque al parecer la fiesta terminaría tarde y Jake no podría llevarla a casa, entonces ella desapareció para buscar a alguien que pudiera llevarla a casa. No me preguntes por qué no me dijo nada a mí  —sonríe—. Él estaba con alguien que no recuerdo, pero entonces se dio cuenta de que yo estaba allí y me saludó. Entonces el alguien con el que estaba se fue y me preguntó si quería algo. Fuimos por algo y estuvimos un rato juntos. Y dijo que tenía que coger una cosa del cuarto de Sean.
—Ay, sigue —le digo riendo.
—Yo pensaba que entonces quería que me fuera, y me di la vuelta, pero él tiró de mi muñeca y entramos en la habitación de Sean. Y me besó.
—¡Oh! —grito levantándome.
—No te lo conté antes porque me daba vergüenza.
Yo solo sonrío, porque sé de qué me está hablando a la perfección.
—¿Sucedió de repente?
Asiente enérgicamente.
Jake es buena gente, y no tiene novia. Lo cual a medio instituto —el otro medio es de chicos— le da mucha esperanza.
Me alegro mucho por ella, y me alegro de que me lo haya contado.
La abrazo. Y en ese instante vuelve a empezar la película.

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—¿Qué película toca ahora? —pregunta, varias horas más tarde.
Me levanto y miro la lista que hemos hecho entre las dos y busco cuál es la siguiente.
—‘El arte de pasar de todo’ —cito.
—¡Oh, adoro esa! Ponla.
A mí me deja rara cada vez que termino de verla. No estoy convencida de si me encanta o la odio porque me causa sentimientos contradictorios. Pero los protagonistas me encantan. Como la chica, Emma Roberts, que también sale en nuestra siguiente película.
Todas estas películas tienen su historia de amor correspondido.
Joder, menuda envidia.
Payton y Jake, Megan y Ryan… lo cual me recuerda…
—¡Payton, Ry…!
Soy interrumpida por mi teléfono móvil.
‘Justin :)’
Recuerdo entonces que no tengo el número de Ryan.

Y también que el 25 de diciembre es pasado mañana.


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Siento mucho haber tardado tanto en subir, a partir de ahora lo haré más seguido, jurado. <3 Muchas gracias por leer, como siempre y por darle una oportunidad a esta novela, significa mucho para mí.
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