domingo, 25 de noviembre de 2012

Capítulo 24 «As long as she loves me»


Heather O’Connor
        
         —¡Michael, ven aquí! —grita aún con sus manos rodeando mi cuello.
         Él entra de inmediato con sus ojos verdes cristalizados.
         —Átala de nuevo —susurra apartándose de mí.
         Michael me coge la mano con delicadeza y me ata con cuidado. Oigo unas palabras simples salir de sus labios, aunque no sé si es cosa mía y nada más, si no es una utopía.
         «Están de camino.»
         Entonces las esperanzas vuelven a mí. Merece la pena cualquier cosa que piense hacerme ahora. Aunque cambio de idea cuando veo el cuchillo que está abrillantando y brilla a contraluz.
         Cuando Michael sale de la habitación no sin antes hacerme entender que todo irá bien y, muy a mi pesar, he entendido que su vida no vale tanto. He negado rotunda descartando la idea de delatarlo, no le van a hacer nada a nadie por querer ayudarme.
         Entonces aparece Will en mi cabeza.
         Por raro que parezca, he estado pensando en él, en lo que dijo.
         Pusieron una bomba en algún sitio, una bomba que mató a alguien, a alguien a quien él amaba mucho.
         «¿No sabéis quién puso la bomba en el coche de mi novia?»
         Eso fue lo que digo. Y eso me ha hecho pensar mucho porque… No puede ser posible que mataran a la madre de Jason, al hermano de Drake y a la novia de Will. No tiene sentido, o… tiene demasiado.
         Quisiera darle más vueltas pero… no puedo.
         Josh me toca. Sus manos tantean todo mi cuerpo. Mis muslos, mi espalda. Me encojo en mí misma para dificultarle la… inspección. Pero no sirve de nada, estoy atada de manos y pies y no puedo moverme. Si lo hago, más duele, más aprietan las cuerdas. Al cabo de un instante mis muñecas y mis tobillos están en carne viva y escuecen horrores.
         —¿Has terminado ya? —pregunta.
         No, no he parado. Solo… solo quiero irme a casa. No he hecho nada malo.
         Pero me araña la mejilla. Luego me da un puñetazo.
         Estoy dolorida, pero físicamente sigo viva. No creía que pudiese durar tanto. Con lo débil que soy, lo mucho que me duelen estas heridas porque chocan con otras cicatrices que no terminaron de cerrarse. Y más cosas que no puedo soportar.
         Pero el mundo continúa sin mí.
         Lo he visto a lo largo de estas tres semanas. Nadie depende de mí.
         Tal vez sentir sea la cuestión.
         Veo la hoja del cuchillo centellear en la penumbra, y parpadeo unas cuantas veces cuando veo que lleva su mano izquierda al mango. Su otra mano coge mi cuello y lo asfixia. Noto que me empieza a faltar el aire, y justo cuando me apresuro en respirar, en llenar mis pulmones, sangre brota de mi pierna.
         Ahora su cuchillo no brilla, ahora… gotea.
         Sus ojos miel son los que me acompañan… hasta que me desmayo.
         E incluso hasta después. Ellos no me abandonan ni un instante.
        
        
        
         Lo imagino a mi lado, abrazándome como aquella vez que lo hizo. Estos días se me han hecho más sencillos, o más pasables, imaginando que él me acompañaba. Hay una lucecita blanca al fondo.
         —¡No! —grito.
         Vuelvo a la realidad en ese instante. Vuelvo a la habitación, pero por fin estoy sola. Y segura de seguir viva.
         Sin Josh toqueteándome. Me encojo, y en seguida vuelvo a mi posición original teniendo en cuenta lo mucho que me duele la pierna y que, obviamente, no ha cicatrizado porque solo han pasado unas cuantas horas.
         Oigo un ruido fuera que hace que me ponga nerviosa y forcejee.
         ¿Qué van a hacer? ¿Volver? ¿Torturarme aún más? ¿Volverán a pegarme? ¿A clavarme más cuchillos? Por favor, no. Les pido por favor que si quieren hacer eso… que prefiero que me maten. Hoy no tengo ganas de sufrir. Y mañana tampoco tendré. No quiero más, estoy cansada de tanta… acción en mi vida. Era mejor cuando se me hacía aburrida y monótona, porque no hacía daño a nadie.
         Hasta que veo ojos castaños.
         Sus ojos castaños.
         Sacudo la cabeza. Esto es… otra de mis imaginaciones. No he hecho más que verlo durante todos estos días. Solo quiero que sea real. Solo quiero alargar el brazo y tocarlo. Que esté ahí de verdad.
         En nada de tiempo, está rompiendo la ventana, y aunque tendría que hacer mucho ruido —a mí me lo parece—, no viene nadie.
         «Michael…»
         —¿Jason? —le pregunto a la oscuridad.
         —Heather… —oigo susurrar contra mi oído.
         Empiezo a distinguirlo entonces aun viendo borroso. Estoy muda, no puedo evitar todas estas cosas, porque… Dios, lo necesito cerca.Necesitaba sentir su calor. Necesitaba saberlo. Porque al ver sus ojos, así de cerca… es todo mucho más obvio.
         Me gusta.
         No, es mucho más, estoy enamorada.
         —Heather, lo siento mucho, muchísimo por haberte hecho pasar todo este infierno. Juro que después de esto… no nos volverás a ver, a ninguno. ¿Qué… qué tienes en la pierna? —Baja un poco la voz, pero aun así lo oigo con total claridad—: Pienso matarlos.
         —Ya se me pasará, no te… preocupes.
         Él solo me suelta las cuerdas. Se quita la camisa dejando al descubierto su torso perfectamente esculpido. La rompe a tiras. Me venda la pierna y aunque al principio siento mucho más dolor, en seguida me siento mejor.
         Él cubre mi mejilla con la palma de su mano. Su dedo recorre el contorno de mis labios cortados. Estoy sintiendo con este contacto más de lo que he sentido nunca. Lo siento tan cerca… tanto que no puede ser una pesadilla. No puedo estar durmiendo ahora mismo.
         Nuestros labios se juntan. Con su lengua humedece los míos. Muerde mi labio inferior y, Dios, sabe tan bien. El sabor de su boca es tan hermoso, tan especial. Me siento volando. No sé cómo pero me encuentro con mis manos jugando con su pelo y sus brazos rodeando mi cuello. Pero no me importa. Ahora mismo no me importa nada que no sea él. Simplemente me ha salvado. Mi héroe de ojos color miel. Está aquí, ¿no? Eso es lo que cuenta. Y me está besando. Y me siento en el séptimo cielo. Sonríe bajo mis labios, al igual que hago yo.
         «Te he encontrado», lo oigo susurrar.
         Y yo lo he encontrado a él.
         —Ahora nada tiene sentido —murmura—, porque me he enamorado y… el amor carece de lógica.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Capítulo 23 «As long as she loves me»


Jason McCann
        
         Estoy de nuevo en un pub, pero esta vez solo por… calmarme. Ya sabes, «mañana será otro día». Además, el problema, realmente, es que no quiero estar aquí. En este mismo instante a ella puede estar pasándole cualquier cosa, pero yo estoy aquí, obligado a resignarme, a pensar que, por mucho que me duela… ella puede estar sufriendo.
         Y lo peor, es que ya sé por qué estoy así.
         Por eso Drake me ha dicho que saliera, que él buscaría, que hablaría con Luke… cualquier cosa. Cualquier cosa para encontrarla. Y mientras yo aquí. Obligado a estar resignado, con las manos atadas. Creo que no me entiende y no sabe por qué necesito tanto verla, contemplar sus ojos oscuros, castaños y preciosos. Y, aunque nunca la haya visto, estoy convencido de que tiene una sonrisa maravillosa.
         Ahora que lo pienso, es cierto, nunca sonrió. Pero sí tenía unos labios muy bonitos. Esto… no es bueno que piense en estas cosas así y ahora mismo.
         Se me acerca una camarera, gracias al cielo, salvándome así de mí mismo.
         —¿Desea tomar algo?
         Claro, es obvio. Estoy en un bar. Pues…
         —Sí. Uhm… tráigame una cerveza.
         —Muy bien.
         Se aleja contoneándose. Yo solo niego con la cabeza.
         Casi segundos después vuelve y deja la botella en la mesa, ya abierta.
         Primer trago.
         Veo a Drake, me acuerdo de aquella noche, aquella noche oscura en la que tuve que pelearme con él, porque no dejaba en paz a Heather, porque, mucho me duele decirlo, pero pensaba violarla. Y me hiere exactamente lo mismo ahora de lo que me hirió entonces. Simplemente que no puedo dejar de pensar en ello.
         En ella.
         Segundo trago.
         Y el abrazo. Ella, dolorida, rodeando mi cuello con sus brazos, llorando. Y yo simplemente enrollando su pelo con mi dedo, acariciando su espalda… y pidiéndole por favor que parase. Recuerdo que clavó sus ojos en los míos, cuando yo le sonreí, o intenté sonreírle, pero seguro que fue incluso patético. Todo yo soy patético. Entonces lo era, y también lo soy ahora.
         Tercer trago.
         Y cada vez que clavaba sus ojos en los míos… ¿Cómo no me di cuenta? Era tan obvio que me gustaba… He sido un gilipollas. Me penetraba con la mirada. Me veía de una forma diferente. Me odiaba, y me sigue odiando —no sin razón—, pero cada vez que hacía aquello era tan mágico… A mí me parecía mágico. Especial. Pero solo porque ella es especial. ¿Cómo no me di cuenta antes? Solo me faltaba que me lo gritaran.
         Cuarto trago.
         Recuerdo vagamente la primera vez que Drake me dijo algo al respecto. «Esa chica te está cambiando» dijo entre risas. Y yo cogí mis cosas y me fui. A beber. No era justo. No me conocía a mí mismo, tampoco lo hago ahora.
         Quinto  y último trago.
         ¿Qué haré después? Sé que la voy a encontrar porque sino… no quiero pensar en qué haría si no fuera a verla de nuevo. Creo que cogería aquel revólver con el que una vez la apunté y esta vez me lo haría a mí. Pero sí estaría cargada.
         Creo que a pesar de todo esto Drake y yo seguimos trabajando para Josh y Lewis, así que es cuestión de tiempo que contacten de nuevo con nosotros y nos obliguen hacer algo.
         Pero es que ya no tengo ganas. Y ha tenido que sufrir tanta gente para que me diese cuenta de que en realidad, mi vida no es complicada. Es la más sencilla. La más fácil. Tanto que la he tenido que hacer emocionante, he tenido yo que buscarle todas las complicaciones.
         Sacudo la cabeza.
         Definitivamente pensar tanto no es bueno.
         La camarera para a mi lado a atender a otra mesa, contoneándose en exceso de nuevo, y me mira con picardía.
         «De verdad…» pienso negando con la cabeza.
         —Disculpe —digo cuando vuelve—, ¿puede traerme la cuenta, por favor?
         Ella asiente con una sonrisa triste. Le estoy dando más importancia de la debida, seriamente.
         Momentos después me trae una bandejita con la cuenta.
         Tanteo mis pantalones y no llevo monedas sueltas.
         Joder.
         Luego tanteo mi chaqueta de cuero negro y encuentro mi cartera. La misma que tengo desde… no sé, siempre.
         Veo que no llevo nada suelto. Necesito dinero.
         —¿Puedo pagar con tarjeta? —susurro.
         Ella vacila antes de contestar:
         —Por supuesto.
         Mientras la busco, encuentro otras muchas tarjetas que tengo ahí guardadas por cualquier estupidez. De descuentos en tiendas y cosas así. Aunque ahora que me doy cuenta, con el poco dinero que tengo me sirven de mucho.
         Le tiendo la tarjeta e introduzco el código pin.
         Una tarjetita blanca aunque ya beige por el paso del tiempo con los bordes gastados.
         «Jason McCann, contacta con nosotros. Quieres hacerlo. Vamos, chico.»
         La miro atónito. En el dorso, en la parte superior, con una letra minúscula, hay una dirección.
         La camarera me devuelve la tarjeta, la guardo y salgo del pub.
         Ya es de noche.
         «Heather», le digo a las estrellas. «Te vamos a salvar. Espero llegar a tiempo.»

Capítulo 22 «As long as she loves me»


Heather O’Connor
        
         ¿Por las malas? ¿No lo han hecho ya todo por las malas?
         Lo malo es que no me da tiempo a reaccionar, él se acerca a mí, y soy incapaz de pensar en otra cosa que no sea evitarlo. Apoyo todo mi peso en la parte de atrás de la silla, hasta que noto que empiezo a perder el equilibrio.
         Josh se aproxima más, cada vez más, y lame mi mejilla. Un gesto tan familiar ya… luego la muerde. Me retuerzo del dolor ahogando un grito. Creo que nunca antes he odiado tanto a una persona, seriamente. El mundo sería un lugar mejor si no existiesen personas como esta.
         En un desperdiciado intento de alejarme más, la silla vuelca y me encuentro en el suelo. Más dolorida, más humillada. Con las mejillas empapadas, por mucho que haya luchado para que siguiesen en su sitio.
         —¿Qué te ha dicho ese hijo de puta?
         Junto al marco de la puerta lo veo, y lo miro. He de devolverle el favor.
         Así que inspiro y expiro susurrando, gastando mis escasas fuerzas:
         —Nada.
         Él me levanta, me coge de los hombros y me levanta un palmo por encima del suelo. Me es tan vagamente familiar… pero no lo que hace a continuación. Me golpea contra la pared, y siento los moratones que se me hicieron semanas atrás, que me hizo Drake. Me muerdo el interior de mi mejilla gruñendo para evitar gritar.
         Me golpea de nuevo.
         Es fuerte, no puedo negarlo. Y justo por eso me da miedo. Parezco algo tan insípido, tan… tan sucio. No parezco nada. Me golpea como si realmente fuese una pelota de goma.
         Una vez más.
         —¿Sabes qué? —Oigo esas palabras salir de entre sus también asquerosos labios, produciéndome arcadas.
         Sacudo la cabeza, o eso intento hacer que parezca, que puedo con más. Terminarían conmigo si se dieran cuenta de lo realmente débil que soy. Yo no estoy hecha para estas cosas.
         Realmente, veo la muerte cerca, muy cerca.
         —Tu chico —gruñe—, Jason, ha llamado.
         Ha escupido su nombre, como si le repugnase.
         Hago un esfuerzo más que sobrehumano para soltar una irónica carcajada y decir, aunque hasta a mí se me antoja agonizante:
         —¿Mi chico?
         Él me suelta, y caigo así al suelo, una vez más. Me duelen las costillas, y los hombros.
         Se gira hacia mí y clava sus ojos en los míos, pero lo hace de una forma tas odiosa, tan… distinta de cómo lo hacía él. Me miraba como si a la vez me pidiese permiso para hacerlo. Él de verdad… no sé, pero por lo menos, la menor de las cosas, era que me respetaba. A partir de ahí, son hipótesis. Yo misma, no tengo ni idea de qué hacía mirándolo. ¿Qué sensaciones tendrá él? Realmente sus ojos me gustaban, eran… preciosos, diría incluso que perfectos.
         Y, si soy sincera, es una de las pocas cosas en las que no puedo dejar de pensar que necesito ver una vez más… Antes de morir.
         Pero de repente recuerdo que este baboso insípido es quien está aquí, y, ahora, más que asco, odio o cualquier otro sentimiento que pudiese haber de mi ser hacia este se resume en miedo.
         Una imagen fugaz de mi padre pasa por mi mente. ¿Qué estará haciendo ahora mismo? ¿Estará con Tracy? ¿Estarán planeando su boda? Una lágrima surca mi mejilla, haciéndome pensar que a lo mejor no los vea, porque, aun con ojos borrosos, distingo la pistola con la que me apunta.
         —Verás, bonita, Jason trabaja para mí, y tú, niñata asquerosa, lo has echado todo a perder.
         ¿Eh?
         —Ha llamado.
         Mis pulmones, de repente, se olvidan de qué es respirar. ¿Ha llamado? ¿Jason? ¿Por qué?
         —Digamos que… bueno, este chico… no sé si debería —dice con una sonrisa sarcástica.
         Giro el cuello. Yo quiero saber. Es más, estoy ansiosa. Y no quiero que se me note, así que evito la mirada de este tipo.
         Y todo eso aun siendo consciente que lo único que está haciendo es manipularme. Como si no supiera que me ha dado un vuelco el corazón cuando me ha dicho que Jason lo ha llamado.
         —Bah, da igual.
         Suspiro de alivio. Tal vez haya sido más obvio de lo normal que necesito escuchar lo que me dice, pero lo necesito, necesito saber qué pasa, necesito…
         ¿Qué coño?
         Necesito a ese chico de ojos color miel.
         —No te preocupes, Heather, está tan enamorado de ti como tú de él.
         Espera, espera, espera… ¿qué?

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Capítulo 21 «As long as she loves me»

◘ Jason McCann
—Vamos, Jason, no tengo todo el día —se mofa al otro lado del teléfono.
Noto cómo mis ojos se cristalizan, pero cómo tengo que, ahora más que nunca, endurecerme. Drake me mira, pronuncia con los labios, moviéndolos lentamente, si quiero dejarle el teléfono, pero no. Esto es algo entre Josh y yo. Siempre lo ha sido.
—No tengo que darte explicaciones.
—Sí, si quieres que la chica siga con vida. Y si no fuera así… dudo que hubieras llamado a Will que, como bien sabemos, tú y Drake conocíais y trabaja aquí, porque nunca habéis venido a nuestra casa. ¿Algo que objetar?
—No.
—Bien, entonces, dime. ¿Por qué?
No puedo evitarlo. Me hago su imagen. Me la imagino a ella, tan hermosa, como siempre, y de repente se difumina y da paso a verla de nuevo, llorando, gimiendo. Sufriendo.
Suelto el teléfono sin querer, y me llevo las manos a la boca. Oigo cómo Josh se ríe al otro lado, y en ese momento juro que, como le hagan algo, los haré pedazos. No podría soportarlo, por algo que aún desconozco. En realidad, ni siquiera sé si quiero saber qué me pasa. Por qué ahora.
Antes ni siquiera me llamaba la atención, no hablaba casi con ella, no estaba nunca en casa pero es como si ahora, ahora que veo que ella no está, es cuando tengo la diferencia.
Cuando estaba aquí, yo sabía que estaba bien. Estaba seguro de que no lo estaba pasando bien, obviamente, pero que no le iban a hacer daño mientras estuviese con nosotros. Porque no lo entiendo. ¿Qué… qué me está pasando?
—No lo sé.
Oigo risas en el teléfono. El esfuerzo que hago para no lanzarlo a la pared y romperlo es sobrehumano. Pero no. Cojo aire y lo expulso lentamente.
—No me digas, Jason, que… te has involucrado demasiado.
—¿Eh? —es lo único que consigo decir.
En realidad sé a qué se refiere, es obvio. Cuando me decidí a trabajar para ellos, juré que jamás me involucraría lo suficiente como para que eso tuviese alguna repercusión en el trabajo y bla, bla, bla, bla. Hablando en plata, quería decir que nunca sentiríamos nada por nuestras víctimas.
Aunque soy consciente de que esa regla la rompí hace mucho tiempo. No se dieron cuenta porque no estaban pendientes, pero…
Drake me mira, coge el teléfono y cuelga. Así, sin más explicaciones y sin más demoras. Es la primera vez que lo veo hacer algo de esa forma, sin pensarlo dos veces.
Se sienta en el sofá, sin dejar de mirarme. Esto empieza a hacerse un tanto incómodo, pero justo cuando abro la boca para decir algo, él me corta, haciendo a la vez un movimiento extraño con la mano para que me calle.
—¿Qué ha sido eso?
—¿De qué me estás hablando?
Él se levanta y empieza a dar vueltas por la habitación. Me está poniendo muy, pero que muy nervioso.
—¿Qué te han dicho? ¿Por qué te has quedado así de paralizado?
—Ya sabes… Uhm… la regla número uno.
—¿Qué?
—‘Jamás te involucres con una víctima’ —cito.
Él abre mucho los ojos.
—Oh no. Oh no —empieza a susurrar una y otra vez por lo bajo.
—¡Dios, tío, deja de hacer eso!
—Ah no, Jason. —Se da la vuelta—. ¿No te das cuenta?
Parpadeo un par de veces.
—¿Cuenta de qué?
—No te habrás… enamorado de Heather, ¿verdad?
¿Que me he qué de quién? Eso es imposible. Nunca antes he sentido algo así por una persona. O eso creo. Me limito a lo que me contó Will.
♣ • ♣
—Estará bien que habléis con él, os explicará.
Drake, me mira. No conozco mucho a este chico. Parece majo. Es un poco más alto que yo, con la piel clara y el pelo moreno. Y los ojos grandes y azules. Me recuerdan a los de mi madre. Aunque es un tema que tengo bastante superado, me persigue todavía la idea de haberla perdido. Pero me persigue más todavía que mi padre me perdiera a mí…
Un chico de unos diecisiete o dieciocho años se planta delante de nosotros, y nos regala una sonrisa que se me antoja más bien dolida y nostálgica.
—¿Y tú eres el tal Will? —pregunta Drake cuando Josh y Lewis se han ido de la habitación y solo quedamos nosotros tres sentados en unos sofás destrozados. Drake y yo en el mismo y el que supongo que es Will es un sillón frente a nosotros.
—Sí, lo soy —susurra asintiendo—. ¿Y vosotros… Jason y Drake, no?
Lanzo un ‘sí’ al aire en un murmuro, y Drake hace lo mimo.
—Bien, pues… no sé. Creo que más bien deberíais preguntarme.
El problema es que no tengo ninguna pregunta. Y al parecer Drake tampoco.
—En fin, sois poco habladores. Pues veamos, uhm… la verdad es que trabajo desde hace poco para Josh y Lewis, no tengo ni idea de por qué me han llamado a mí en vez de a alguien como más, bueno, veterano.
Levanto la cabeza y le pregunto:
—¿Y por qué lo has hecho?
Él vacila antes de contestar:
—Vinieron a mí, sin que yo los llamara, simplemente fue así.
Yo me levanto y empiezo a andar en círculos por la habitación.
—¿Por qué hicieron eso?
—Uhm… Pues la verdad es que fue el día del funeral de alguien a quien yo quería muchísimo, y no me lo pensé mucho. Tenía que ordenar mis ideas.
—¿Quién era? —interviene Drake—. A quien querías mucho, digo.
—Mi novia.
Drake y yo cruzamos una mirada.
—La asesinaron —continúa Will—. Pusieron una bomba y explotó.
Veo cómo sus ojos empiezan a cristalizarse, y me siento una persona horrible, por millonésima vez hoy.
—¿Tanto… tanto la querías? ¿Tanto como para vengar su muerte de esta forma? —murmura Drake.
—Y más, mucho más. Hacedme caso; si alguna vez sentís eso, que no podéis vivir sin esa persona, que solo necesitáis saber que está bien para seguir respirando, que haríais cualquier cosa, que tenéis que estar con ella las veinticuatro horas del día los siete días de la semana, que si está mal estáis mal, que si sonríe vosotros sonreís y que si os dice que os corresponde os hace la persona más feliz del mundo… no la dejéis escapar. No hagáis como yo. Dejad vuestro orgullo a un lado, no lo merece. Decidle que la amáis una y otra vez porque cualquiera puede ser la última. Es todo lo que yo tendría que haber hecho.
♣ • ♣
Recuerdo que en ese momento simplemente asentí, pero ahora pienso en ello y… No puedo creer que no pueda hablar más con él y preguntarle a él.
—¿Recuerdas lo que dijo Will?
—Sí.
—¿Crees que es posible que…?
—¿Sientes esas cosas? —me interrumpe.
No lo sé. Ahora mismo… no puedo asegurar nada con certeza. Solo que no puedo vivir sin verla una vez más, que solo necesito oír su voz para quedarme tranquilo, que tengo que estar con ella, que estoy mal desde que ella está así de mal, que si la veo sonreír, solo una vez, sé que yo sonreiré.
Y también sé que si se atreven a tocarle un pelo… los mataré.

Capítulo 20 «As long as she loves me»

◘ Heather O’Connor
No he comido nada, pero no es eso lo único que justifica que no pueda moverme. Ni siquiera puedo respirar con comodidad. No puedo girar el cuello, pero tampoco hay nada que ver. Y aunque lo hubiera, no podría. Está todo tan oscuro… Aunque consigo distinguir unas cuantas figuras.
Yo estoy en el centro de una habitación cuadrada, que tiene una bombilla colgando del techo encima de mí, aunque ni se molestan en hacerla funcionar, prefieren que esté asustada, en la penumbra y sin saber qué tengo que hacer o qué debo pensar. Porque no puedo hacer ninguna de las dos cosas.
A mi izquierda hay una puerta. Lo sé porque es de ahí de donde hay un fino trazo de luz y creo que frente a mí, hay una ventana, pero que está tapada, obviamente, porque no es de noche. Creo que son las seis de la tarde, aproximadamente.
Y ya está. No hay nada más en este cuarto. Casi lo prefiero, no veo nada que puedan usar contra mí, dejando a un lado las cuerdas con las que estoy atada a una silla incomodísima. La cabeza me da vueltas. Como si estuviese borracha, solo que me duele bastante más, y también me ruge el estómago. La escasez de mis fuerzas es bastante obvia, además de que no puedo hacer nada. Me siento bastante paralizada en este momento.
No creo que pueda ahora mismo aguantar verlos otra vez y quedarme callada. Aunque claro, la mordaza tampoco me ayuda en exceso a lo que hablar se refiere.
Sigo pensando en Will, en ese chico. Sigo con lágrimas en los ojos al haber presenciado su asesinato. Parecía algo mayor que Jason y Drake, pero aun así no puedo evitar pensar lo mucho que me ha recordado a ellos. Y es que, por alguna extraña razón… no puedo dejar de pensar en ellos. Aunque solo en Jason. ¿Y por qué? Fue un gilipollas conmigo. Drake se portó mejor aunque también tuvo sus cosas…
No puedo sacármelo de la cabeza. Y Dios, ¿por qué? ¿Qué ha hecho que no pueda dejar de verlo en mi cabeza? Como una fotografía pegada en mi mente. Está ahí, y me preocupa lo que eso pueda significar.
Pero no me da tiempo a pensar en nada más.
Porque abren la puerta de la habitación. Pero no son los tipos esos, Josh y Lewis, sino otro chico, uno joven. ¿Reclutan a chicos de entre dieciocho y veinte años? Estoy empezando a preocuparme.
Suelto un suspiro de alivio al ver que se trata de un chico que me recuerda mucho a Drake. Es como una versión de él… en rubio. No me da tiempo a fijarme en nada más, porque es rapidísimo y cierra la puerta nada más abrirla. Y ya no veo absolutamente nada.
—Uhm…
Me quita la mordaza de la boca.
—¿Cómo te llamas? —susurra.
—Heather. ¿Y tú?
—Soy Michael. Tengo que decirte una cosa.
—Adelante —digo como puedo.
—Verás, Jason ha llamado. Bueno, y Drake, supongo.
Habla tan rápido que casi me cuesta entenderlo al principio. Pero me deja un momento para pensar. ¿Jason ha llamado? De repente mi corazón se acelera. No me preocupo demasiado por eso porque, si soy sincera, creo que hay cosas más importantes en las que tengo que pensar ahora mismo.
«Saldré de aquí». Eso es lo que pienso para confiar en que mi repentino cambio de humor es por eso mismo.
—¿Y cómo sabes eso? —pregunto en un murmuro.
—He oído a Josh. El caso es que creo que tendrías que tener cuidado. Seguro que intentan venir a por ti, lo sé por el modo en que le han hablado a Jason por teléfono.
Asiento. Aunque en realidad no entiendo nada.
—Mira, Heather, por lo que me ha parecido, Jason y Drake quieren encontrarte como sea, y han llamado a Will porque ellos no saben dónde está esta casa. Pero, como bien has visto, Josh y Lewis han… han matado a Will. Siento mucho que lo hayas visto.
Yo no digo nada. No creo que existan palabras para describir lo que me gustaría decir.
—Y no sé qué quieren de ti. Que yo sepa, todo iba bien en lo referente a tu… ya sabes…
—Sí, ya, mi secuestro.
Él me mira y asiente completamente serio. No conozco a este chico y cuánto se está preocupando por mí, cuánto se está jugando por mí. ¿Por qué?
—Una pregunta, ¿por qué haces todo esto?
Clava sus ojos en los míos de una forma infinitamente distinta a como lo hace Jason. Pero aun así, no puedo evitar acordarme de él de nuevo. Por millonésima vez.
—Uhm… Es una larga historia, y no es que tengamos mucho tiempo.
De repente la puerta se abre, Michael cierra los ojos y se levanta. Lo oigo susurrar «Mierda» y sale corriendo.
—¿Con que haciendo amigos, Michael?
Es Josh. Tengo ganas de levantarme, de gritarle, de… matarle. Nunca antes había odiado tanto a una persona como lo odio a él. Jamás le desearía la muerte a alguien pero siento que es distinto esta vez.
—Maldito traidor… ¿qué te ha dicho? —grita cuando está a centímetros de mí.
Me estremezco a causa de las náuseas. Huele exactamente igual que la última vez.
—Nada.
Él niega con la cabeza.
—Muy bien, lo haremos por las malas.

Capítulo 19 «As long as she loves me»

◘ Jason McCann
Quiero morirme ahora mismo. Drake no ha dicho nada, pero ambos estamos destrozados. Me mira de una forma que me recuerda a cómo me miraban todos después del asesinato en el metro. Y, Dios, ni siquiera estoy del todo seguro por qué siento todo lo que está ahora dentro de mí. Analizo mi yo anterior a Heather. Y mi yo actual. Si no fuera porque se trata de mí, daría por hecho que no se trata de la misma persona. Nunca se me habría pasado por la cabeza el hablar con una chica a la que tenemos secuestrada para decirle que no puedo más, y que necesito sacarla de esto. Las consecuencias no me importaban, y siguen sin importarme ahora mismo. Y porque sé exactamente lo que tengo que hacer. Con la ayuda de Drake, obviamente. Encontraremos a Heather, y la llevaremos de vuelta a su casa.
—Después… —susurra Drake, leyéndome el pensamiento— nos entregaremos.
Yo asiento, incapaz de decir nada. ¿Cuándo he tomado la iniciativa?
—No sabemos dónde viven Josh y Lewis. ¿Cómo los vamos a encontrar?
—Es cierto, solo contactamos con ellos con los mensajes.
Medito un momento, y pienso. Mucha gente trabaja para esos tipos…
—¡Will! —decimos ambos al unísono.
Conocemos a ese chico desde hace tiempo. Es como de un rango superior al nuestro, trabajando también para Josh y Lewis, y también dos años mayor que nosotros. Cuando tenía diecisiete años, se echó una novia, nos habló de ella como ‘el amor de su vida’ y, aunque no entiendo bien cómo tuvo que ser eso de sentir algo similar como lo que nos contaba… no sé. El caso es que él se metió en lo que nosotros porque pusieron una bomba en el coche de su novia y explotó por los aires. Era un chico muy fuerte. Y hace como dos meses que no hablamos con él.
Cojo el móvil y marco su número.
—Hola, McCann.
—Uhm… ¿Will?
—Will ha muerto.
Siento una bofetada. ¿Will ha… qué?
—Estaba deseando que me llamaras, McCann.
—¿Er… eres Josh?
—Oh, sí. ¿Quién sino?
Trago saliva y aprieto la mandíbula. Cómo odio a este capullo. Y al otro también, a Lewis. Pensaba decir que me han destrozado la vida, pero todos sabemos que no he necesitado a nadie para hacerlo.
—¿Dónde está?
Él suelta una carcajada, que me produce náuseas, dicho sea de paso. Y detrás de él, se oyen como ruidos brutos y a la vez sordos.
No sé ni cómo ni por qué, pero es Heather. Estoy seguro.
—¿Quién? —carcajea.
Resoplo.
—Oh, vamos, sabes de sobra de qué estoy hablando.
—Ah, claro. La chica.
Me echo hacia atrás y reprimo un grito. Atravesaría la línea de teléfono y los mataría con mis propias manos.
—Sabes de sobra que no me gusta que juegues conmigo. Odio vuestros estúpidos preámbulos. Contesta a mis preguntas de una vez por todas. Ya sabes… eso que no has hecho en tu vida.
—¿Es ese el modo de hablarle a tus superiores, Jason?
Odio que pronuncie mi nombre. Lo hace con odio. Sonrío. Aunque crea que me odia tanto como yo a él, eso es imposible. No le contesto.
—Bien. Verás, Jason, la chica está aquí. Bien, de mom…
—¡Cállate! ¡No le haréis nada!
—¿Y quién nos lo va a impedir? ¿Un niño como tú?
—No te dejaré que le hagas nada. Ni tú ni Lewis.
—Ah, ¿no? ¿Y eso por qué?
De repente, no sé qué contestar.

Capítulo 18 «As long as she loves me»

◘ Heather O’Connor
Me duele muchísimo la cabeza. Más que nunca. Podría tomarme un bote entero de pastillas, y no se me quitaría. Me siento mareada, con náuseas y que todo a mi alrededor da vueltas.
Sin embargo, no veo nada. Todo está oscuro, porque no hay nada que me vende los ojos. Y noto que me muevo. Pero estoy sentada. ¿Es posible que me hayan metido en algún vehículo? Parpadeo un par de veces para acostumbrarme a la penumbra, y empiezo a distinguir algunas formas. Es entonces cuando sé que no estoy en la furgoneta en la que Drake me llevó hace casi un mes. Es más grande, aunque está lleno de cajas y todo huele a… droga. He ido al instituto, tuve mi época de ‘chica mala’, cuando mi padre empezó a salir con Tracy… Es todo muy difícil y confuso ahora mismo, porque hay una cosa que no me saco de la cabeza. Que no consigo sacarme de la cabeza muchas cosas. Y no sé por qué me vienen a la mente en este momento. En el momento en el que siento que de verdad corro peligro… El silencio absoluto es bastante terrorífico, la oscuridad… y no saber adónde voy.
Es simple.
Porque lo que sí sé, es quién me lleva. Son los tales ‘Josh y Lewis’ de los que tanto he oído hablar, los que querían hacer sufrir a mi padre. La clave de todo. Tengo una mordaza en la boca, y estoy atada de manos y pies. Ahora mismo estoy en una posición que sé de sobra lo mucho que me van a doler luego el cuello y la espalda.
Un escalofrío vuelve a recorrer mi espina dorsal. Vuelvo a verlo. Y sacudo la cabeza para alejar ese pensamiento de mi mente. ¿Por qué aparecen sus preciosos ojos miel en mi cabeza? Sé de sobra que no es el momento. Todo mi yo lo sabe.
Soy estúpida.
Las lágrimas empapan mis mejillas, y también la mordaza que me impide hablar, y le dan sabor salado. Este mes he llorado más que en toda mi vida, y aunque desearía con toda mi alma que no me hubiesen visto, haber estado sola. No puedo soportarlo. Cada vez necesito más volver a mi casa.
De repente, el coche frena brusco y me doy contra una de las cajas. Una más allá se abre, y salen más pastillas de las que he visto en mi vida. Ahogo un grito dejando escapar de mis ojos las lágrimas, una y otra vez. Siento mucha presión. Siento que me aproximo al final.
A mi final.
♣ • ♣
Un chico con el cabello moreno pero pálido de piel y vestido de negro entero, con un tatuaje enroscado en su brazo izquierdo abre la furgoneta. Cierro los ojos por el exceso de luz, esta vez. El chico me mira, y me recuerda a las miradas de Drake.
Me compadece también.
¿Tampoco él tiene ni idea de lo que va a ser de mí? ¿También asesinaron a algún ser querido suyo y por eso trabaja para esos tipos? Uhm… por un momento se me antoja que no es algo tan extraño, lo que acabo de decir. Es curioso…
No me da tiempo a pensar, el chico me coge la mano, con sumo cuidado. Como si yo fuese algo con lo que hay que tener cuidado. Tengo que admitir que no importa que me hayan secuestrado, que hayan intentado violarme, que estuvieran a punto de follarse a una tía delante de mí, que me hayan secuestrado dentro del secuestro original… si dejo eso a un lado, no puedo decir que no me hayan tratado bien. Me he documentado acerca de temas como estos, y las víctimas suelen pasarlo mucho peor de lo que lo he hecho yo. Pero aun así, ‘Josh y Lewis’, esos sí que me trataron mal. Son el origen del problema. De algo que difícilmente podré superar.
El chico me libera los pies, aunque me deja atadas las manos. Seguidamente, me ayuda a salir de la parte trasera de la furgoneta y veo dónde estoy. Una urbanización pequeña con grandes e imponentes casas de color blanco. Yo vivo en un sitio muy parecido a este, pero aun así se me hace tan lejano… cuando no ha pasado apenas un mes. Y eso me pone aún más nerviosa. En este poco tiempo, he cambiado muchísimo. Siento que no ha sido para bien, aunque tampoco para mal. Simplemente… ahora soy diferente. Lo más posible es que sea más correcto decir que he madurado.
Echo muy de menos la vida que tenía antes. Esa en la que no me preocupaba por nada porque tampoco hacía falta. Esa en la que todo era fácil. Esa en la que, lo que ocurre hoy, nunca habría pasado.
El chico me lleva hasta la casa más imponente de todas, que tiene una verja de hierro con un camino en el cual hay una fuente.
«Este antes era mi mundo…» susurro.
Rebusca en el bolsillo de su pantalón y saca unas llaves con las que abre la verja, y luego la puerta de la mansión. Si soy sincera, tampoco me impresiona tanto una construcción como esta. Solo me hace darme cuenta que… ese es mi mundo. O, más bien, lo era. Y después de haber vivido a las afueras de Chicago tanto tiempo, mirando por la ventana siempre, y solo viendo a personas pobres… me parece muy injusto. Pero no se puede cambiar el mundo. Por mucho que yo lo intente.
♣ • ♣
—Vaya, vaya…
Giro la cabeza lentamente, porque el viaje me ha dejado el cuerpo bastante lastimado, y siento que necesito un respiro. No he parado. No me han dejado parar.
Veo a los hombres que fueron al piso de Jason y Drake, con el chico que me llevaba en la furgoneta detrás, respirando con mucha agitación. ¿Qué pasa?
—Mira, Will, a esta chica.
El chico no les hace caso, y sigue fijándolos con la mirada.
—Dijisteis que después de esto me lo diríais. ¿No sabéis quién puso la bomba en el coche de mi novia?
Uno de los hombres, al que decido que le pega más el nombre de Josh, dice:
—Uhm… Claro que lo sabemos…
El otro, que ahora decido llamar Lewis, tantea su chaqueta.
«Oh, Dios, no. Por favor, no…»
Saca una pistola y apunta al tal Will.
—… pero no tenemos la menor intención de decírtelo —susurra Josh.
En ese instante veo a Will caer al suelo. Ahogo un grito de desesperación, y cuando me dejan a solas, encerrada en una habitación enana, atada de pies y manos en una silla, con la misma mordaza tapándome la boca, y cuando todo está negro, es cuando me doy cuenta.
Cuenta de cuánto necesito la luz de esos ojos color miel.

Capítulo 17 «As long as she loves me»

◘ Jason McCann
—¿Pero en qué estabas pensando? ¡Nunca hemos traído chicas a casa! ¡Sabes perfectamente por qué! ¡Y más ahora, que está Heather aquí!
—Drake… no te alteres. Basta de tonterías. Es mi puta casa, ¿vale? Puedo traer a chicas si quiero, como no lo hemos hecho nunca. Y también mi habitación.
Vale, sé que la he cagado, pero ¿yo soy de los que le dan esa satisfacción a alguien cuando tiene razón? Obvio que no. No creo que lo parezca, además.
Mi amigo suelta un bufido. Sé que me toma como si fuese un caso perdido. Al igual que todo el mundo al que conozco… También decepciono a Drake. No puedo con eso, no.
—¡Eres un gilipollas, tío! ¿Y si se hubiera ido? Josh y Lewis… nos habrían matado, tío. Nos matarían. Y como se enteren, nos matarán.
Asiento. No me apetece darle la razón, a nadie, pero es que la tiene. Tampoco tengo derecho a quitársela. Si al menos, pudiera echarle a él la culpa de algo… de algo pequeño… Pero no. Drake lo ha hecho todo por mí. Incluso más, y yo no hago más que cagarla con él. Bueno… y con todo el mundo que tengo a mi alrededor. ¿Por qué siempre me las arreglo para hacerle daño a la gente que amo? Por eso mismo tengo sumo cuidado con no enamorarme de una chica. Es lo último que quiero, porque si eso llega a pasar, y sigo siendo tan gafe, no me lo perdonaré nunca. Al igual que no me lo perdono, el haberle hecho tanto daño a mi padre.
—Lo siento, Drake. En serio. No… no era mi intención. Creo que tú sabes mejor que nadie qué es el alcohol. Y lo bien que funciona para casos como los míos, los nuestros.
Esta vez, es él quien asiente.
—Creo que me voy a ir a tomar el aire. Daré un paseo —comenta.
—Voy… voy contigo. He cerrado todas las puertas, esta vez.
Él me mira. No lo he dicho como una broma, sino como un hecho, un simple hecho. Aun así, me mira sarcástico y suelta una risa, esta vez relajada. Suspiro. Una de las mejores cosas de mi amigo es que no es demasiado exigente, y me perdona con mucha facilidad. Es demasiado bueno. Yo lo veo como una cualidad, aunque en este agujero que llamamos vida, él cree que es el mayor defecto. Dios, no sabe lo equivocado que está. Me gustaría a mí tener esa capacidad de entenderme con todos… puede que por eso Josh y Lewis me aprecien más a mí que a él —cosa que ambos sabemos, es evidente que a mí me toman mucho más en serio que a él—, porque… muy a muy pesar… soy igual que ellos.
—Bueno, ¿adónde vamos?
—Uhmm… no sé. Yo creo que necesito despejarme. Ha sido un día muy largo. Y casi nos cortan el cuello. Me parece que podríamos ir al taller de Luke, nunca le viene mal algo de ayuda.
Es una buena idea, lo admito. Así que asiento, y nos ponemos en camino hacia el taller de nuestro amigo Luke.
♣ • ♣
—Dios, tío, qué cansado estoy. ¿Cómo puede Luke arreglar tantos coches en un solo día? Impresionante —digo girando las llaves en la cerradura, para entrar en nuestro piso.
Noto algo raro… está como demasiado flojo. En fin, no será nada demasiado importante, si total, solo es una cerradura.
—Creo que me voy a dar una ducha —dice Drake.
Yo me voy al salón y me recuesto en el sofá. Quiero encender la tele, pero he de enfrentarme a mí mismo, algo que he intentado retrasar demasiado tiempo y no puedo. Porque no sería justo para la otra parte de mí, la que se muere por saber qué voy a decidir hacer con mi vida, de una vez por todas. ¿Algo útil? ¿Algo bueno? Da igual cuántas de esas cosas haga, nunca serán suficientes, nunca llegarán a compensar las muchas otras acciones con las que le he hecho daño a mucha gente.
Hay cosas que… estoy aún a tiempo de arreglar. Pero ¿cuáles? Uhm… Esos ojos oscuros. Puedo salvarlos. Todavía puedo, no es demasiado tarde. Sé que si hablo con Drake, él querrá lo mismo. Y las consecuencias no importarán, porque habré hecho algo bueno por alguien que… ¿a quién quiero engañar? Por alguien que me importa. Que da igual todo lo que le haya dicho o lo poco que haya hecho, pero esa chica me importa. Y si me quise alejar de ella es… porque, como he señalado antes, siempre le hago daño a la gente que quiero. Esta chica… aunque no he hablado civilizadamente con ella, me ha cambiado en menos de un mes. Me ha hecho mejor. Quién sabe, tal vez ella sea la razón por la que quiero hacer las cosas bien esta vez. Y no cagarla, y eso sería nuevo para mí. Aunque todas esas cosas… todavía no las sé, y prefiero no precipitarme. No creo que sienta nada serio pero, desde luego, no es indiferencia.
De repente, siento la necesidad de hablar con ella. De decirle que voy a sacarla de aquí. Que vamos a sacarla de aquí, entre Drake y yo. No puedo verla más por aquí. Uhm… eso lo dejaré para otro día. Sí.
Llamo a la puerta de mi habitación —por cierto, qué irónico, ¿no?
—¿Puedo entrar?
Nadie contesta.
Bueno… no me extrañaría que siguiese enfadada… yo mismo sigo enfadado conmigo mismo. Aquí, el único que es un santo en lo referente al perdón, es Drake. Bueno… aún no ha perdonado a los asesinos de su hermano. Pero, bueno, es obvio. Eso no lo haría nadie. Quiere verlo muerto, quiere matarlo. Y yo lo ayudaré, porque para eso estamos. ¿No?
—Heather… lo siento. Pero quiero hablar contigo. Tengo muchas cosas que decirte.
Pero sigue sin contestarme. Y no quiero enfadarme, pero se me hace imposible evitarlo. Así que cojo las llaves de mi bolsillo y abro la habitación.
No lo puedo creer… No hay… nadie.
Oigo los pasos de Drake, y cuando está a mi lado, él también boquiabierto, nuestros móviles suenan.
Otro mensaje.
Y, Dios, ojalá me equivoque.
«McCann, Redmond… no nos deis las gracias. Tenemos a la chica. Nos ha sorprendido mucho ver que no estabais en vuestra casa, pero de eso ya hablaremos. No tendréis que ocuparos más de ella, porque lo haremos nosotros. Llamaremos a su padre en vuestro lugar y, cuando tengamos el dinero… La mataremos.»

Capítulo 16 «As long as she loves me»

◘ Heather O’Connor.
¿No les basta tenerme encerrada? ¡No! ¡Claro que no! ¿Encima tengo que ver a Jason follándose a una tía? ¿Cuando estoy yo en esa habitación? ¿Cuando él sabe eso desde hace más de veinte días? Dios, no. Pero… un segundo…
El muy estúpido ha dejado de su cuarto abierta. ¡Esta es mi oportunidad! Mi oportunidad de salir corriendo, de ver a mi padre, a Tracy, a Alfred… Aunque tengo muchísimas ganas de irme, sé que no puedo precipitarme. Si hago el más mínimo ruido, lo más probable es que me oigan. O Drake me oiga, porque Jason está, ejem, ocupado. Bueno, mejor para mí.
De puntillas, y con movimientos lentos y cuidadosos, atravieso el pasillo, la cocina y el salón, hasta la puerta. Llevo la mano al pomo y lo giro.
¡Joder!
Más bien, intento girarlo. La puerta está cerrada, con llave. Me cago en todo. Ya que ha tenido el descuido de dejar la puerta de su habitación abierta, ¿no podía dejar esta igual? No es justo. Yo quería irme. Bueno, quiero irme desde hace tiempo, si soy completamente sincera.
Le doy un golpe a la puerta. Y aunque no se oye mucho, porque no tengo fuerzas desde hace unos días, Drake aparece casi al instante.
—¿Qué haces aquí? —grita—. ¡En teoría no podías salir de tu habitación, la he cerrado con llave. ¿Cómo has salido?
Con un esfuerzo que se me antoja sobrehumano, le sostengo la mirada a la vez que digo:
—Digamos que tu amiguito no piensa mucho en sus actos y sus consecuencias.
Él levanta la mirada.
—¿De qué estás hablando?
Dios, no aguanto más.
—¿No está bastante con tenerme secuestrada? ¿También tengo que ver cómo Jason se folla a una? Ah no, eso sí que no.
Él me mira un instante. Un instante que ambos permanecemos en silencio.
—¿Que Jason qué? —susurra demasiado bajo, como si temiera perder el control.
—Vamos, me has oído —aparto la mirada.
—Pero no te creo. Oírte no me basta.
—Pues ve y lo compruebas.
♣ • ♣
Estoy de nuevo encerrada en el cuarto de Jason. Gracias al cielo, estoy yo sola, esta vez. Aunque preferiría estar en mi casa, con mi padre, es mejor estar aquí que viéndolo todo. Sigo oyendo cómo Drake le grita a Jason…
—¿Pero en qué estabas pensando? ¡Nunca hemos traído chicas a casa! ¡Sabes perfectamente por qué! ¡Y más ahora, que está Heather aquí!
Jason responde algo que no llego a oír, porque este, al contrario de Drake, no está gritando. Supongo que le habrá dicho algo como que es su casa, su habitación y que va a hacer lo que quiera.
Haya dicho lo que haya dicho, Drake sigue gritando.
—¡Eres un gilipollas, tío! ¿Y si se hubiera ido? Josh y Lewis… nos habrían matado, tío. Nos matarían. Y como se enteren, nos matarán.
No puedo más. Estoy harta de estas cuatro paredes beige.
Pero hay más cosas en las que no puedo evitar pensar un día tras otro. Cuando salga… es decir, cuando termine el mes y pueda irme… ¿qué haré? ¿Hacer como si nada hubiese pasado? ¿Superarlo, sin más? Sé que no voy a poder, por mucho que lo intente. Tracy y mi padre se casarán, y, quién sabe, a lo mejor tenga un hermanito… pero seguirán atormentándome los demonios. Da igual quiénes sean. Si las miradas que me acechaban antes de ser secuestrada, los ojos color zafiro de Drake, los dorados de Jason, o esos Josh y Lewis, que lo son todo en este tema. Ellos han destruido mi mundo, todo lo que me había costado dieciocho años construir. En un solo día, se vino abajo. ¿Cuánto tiempo necesitaré después para superarlo? Ni dos días, ni una semana, ni tres meses… Ni siquiera un año. Porque aunque no quiera, estas son personas que han entrado en vida, así, a la fuerza… Y me costará sudor y lágrimas que salgan de ella.
Noto como un portazo, y sé que estoy sola. Todas las puertas están cerradas, así que ya no les importa salir… y que yo me quede. De todas formas, sé que las afueras de Chicago no son lo más… ¿cómo decirlo?... seguro para ir sola. Y menos de noche, como tuve pensado hacerlo, si hubiesen dejado la puerta abierta, como tanto deseaba.
De repente, siento que no estoy tan sola. Y antes de que me dé tiempo a asustarme… lo veo todo negro.

Capítulo 15 «As long as she loves me»

◘ Jason McCann
La chica de hoy no está tan delgada como la rubia de la otra vez, pero la diferencia no es demasiado grande, lo admito. Y es morena. Pero no me he fijado en nada más. Creo que ella tampoco. Solo en que ambos llevamos bastante alcohol encima. Me recuerdo a Drake. Pero a la vez es tan distinto… Espera. ¿Distinto por qué? Él quiere evadirse, y yo también. Él quiere olvidar, y yo también. Y ninguno podemos. ¿Por qué es todo tan complicado?
—¿Vamos a tu casa? —pregunta ella. Creo recordar que se llama Linette, pero no lo juraría en ninguna parte.
—¿A mi casa?
Es la primera vez que se me pasa por la cabeza siquiera llevar a una chica a mi casa. Claro está, en ese momento, no pienso en Heather. Ella… es otro caso, obviamente. Nada que ver con Linette. Ella quiere de mí lo mismo que yo de ella, cuando a la otra, la hemos secuestrado. Exacto. Definitivamente, nada que ver.
Ella me mira, espera una respuesta. Alzo los hombros.
—¿Y por qué no?
Sonríe y presiona sus labios contra los míos. De nuevo, no siento nada. Creo que nunca he sentido nada en un beso. Tengo la teoría —o no tengo ni idea de cómo puedo acordarme de ella y a la vez hacer que me parezca lógica— de que, en realidad, en los besos, no se siente nada. Aunque no tengo en cuenta numerosos factores, y es que nunca me he enamorado. Es cierto que dicen por ahí que no es igual. Pero en fin. Dudo que algún día llegue a comprobarlo. Sacudo la cabeza. No es nada que me preocupe. Y menos aún cuando estoy con otra chica con la que, evidentemente, no quiero nada más que algo físico. Pero ella quiere exactamente lo mismo.
Linette coge mi mano y la llevo hasta mi casa.
♣ • ♣
Estamos en frente de mi destartalado edificio de ladrillo viejo. Ella se aprieta contra mí. Le sonrío a la vez que susurro un ‘No seas impaciente’ en su oído. Asiente. En ese momento me doy cuenta de lo borracho que estoy de verdad. Pero ella quiere. Y yo también. En realidad, no hay ningún problema.
Subimos las escaleras hasta el tercer piso, una puerta de madera frente a nosotros.
—¿Es aquí? —pregunta bajito.
Agito la cabeza en modo de aprobación.
Cuando estoy yendo a mi habitación, algo me dice que tengo que dar la vuelta, pero nunca hago caso de mis instintos, y por eso mismo estoy aquí, así que… a la mierda. Unos ojos grandes ojos marrones se pasean por mi cabeza, pero los alejo como puedo, a pesar de que insisten. Algo me dice que tengo que volver al salón, pero ¿por qué debería hacerlo?
Linette, mucho más bajita que yo, entra tras de mí, y me tira a la cama.
‘Pequeña pero matona…’
Sonrío. La verdad es que, puede que hacer esto cuanto antes sea mejor pero… siento que no debo, en parte. Pero ni idea de por qué. Al igual que todas esas advertencias, cuando estaba yendo a mi habitación pero, ¿y qué importa eso ahora? ¿Por qué no puedo tirármela sin pensar? ¡Estoy borracho! ¿Qué me está pasando, entonces? ¡Por qué no puedo dejar estas estúpidas e innecesarias reflexiones para luego?
Necesito un respiro, en serio. Alejarme de este mundo, aunque sea solo unos segundos. Y como de cuerpo no puedo hacerlo, sí mi mente puede ocuparse de cosas que no sean secuestros, robos y asesinatos. Necesito hacer algo bueno por alguien, aunque solo sea una vez. El placer sexual no cuenta. Con Linette o con la chica rubia del otro día. Se me hace imposible pensar que yo, el delincuente Jason McCann, podría ser… buena persona. Tal vez, en un mundo paralelo. Pero no, no es ese el mundo en el que vivo. El mundo en el que crecí, tal vez. Porque no son los mismos mundos. Sea como sea, la gente me miraba raro.
Con pena. Y Dios, cuánto lo odiaba. Todos… sentían compasión. Parecía dolerles más de lo que me dolía a mí.
Pero ahora mismo voy a divertirme. Observo a Linette y le sonrío. A ella parecen brillarle los ojos. Aunque tiene un rostro muy dulce, no parece serlo tanto en cuanto a, bueno, ya sabéis. Se quita la camiseta y se abalanza sobre mí.

Capítulo 14 «As long as she loves me»

◘ Heather O’Connor
—Yo tenía un hermano. Un hermano mayor, que tenía veintiséis años, cuando yo solo tenía nueve. Estábamos muy unidos, aunque él no viviese con mis padres y conmigo. De todas las formas, venía a verme prácticamente todos los días. Hasta que hubo un día que no vino más.
»Trabajaba en un banco, en el centro de la ciudad. Éramos una familia más bien rica, aunque ahora no puedas imaginarme de esa forma, viviendo como lo hago actualmente. En fin, al parecer hubo un atraco y no dejaban salir a nadie del edificio. Pero había una mujer embarazada, y mi hermano hizo todo lo que estuvo en su mano para que al menos, a ella la dejaran salir del edificio, al menos. Y, obviamente, no les dejaron. Mi hermano, además de ser una buena persona, tenía una mujer, que también esperaba un bebé, y por eso tuvo aquel instinto protector. En las noticias dijeron que fue en ese momento en el que lo asesinaron. A mi hermano. O eso oí. Si te soy sincero, nunca me interesé por el tema.
»A mí, lo único que me importaba era que mi hermano estaba muerto. Y que yo no lo vería nunca más.
Cierro los ojos y suspiro. Dios, cómo tiene que haber sufrido. Pero aun así, no se me ocurre el porqué de trabajar para esos dos hombres, de ser utilizados por ellos y ser asesinos a sueldo. No lo entiendo.
El caso es que Drake no ha terminado:
—Me metí en drogas, alcohol, y todo lo que me hiciese olvidar a Dylan, mi hermano. Ya te lo puedes imaginar. Me escapé de mi casa y me mudé con unos camellos. No me siento orgulloso de ello, pero es lo que pasó. No he visto a mis padres desde que tengo catorce años, y creo que es mejor así.
»Empecé a juntarme con personas… que no eran para mí antes de cumplir los trece, y esos años están borrosos. Probablemente eso sea lo mejor. El caso es que me dieron por un caso perdido, me llevaron al psicólogo… no sé. Estoy convencido de que yo, mis tonterías y yo, les dolieron más que el hecho de que mi hermano muriera, porque no solo habían perdido a un hijo, nos perdieron a ambos.
»Un día, cuando salía de un almacén en el que acabábamos de hacer unos intercambios, aparecieron Josh y Lewis, esos hombres que vinieron a principios de mes. Dijeron que sabían lo que había pasado, me dieron el pésame… Y me dijeron que me ayudarían. Me doraron la píldora, ahora lo sé, pero ahora… Ahora es tarde. Hemos asesinado a personas, robado coches y… Dios, me arrepiento tanto…
♣ • ♣
Estoy más enfadada de lo que lo he estado nunca. ¿Que mataron a su hermano? ¿Que por eso ahora es un asesino a sueldo? Pues mira tú por dónde, pero yo perdí a mi madre también y ahora la secuestrada soy yo, y ellos los que me secuestran. No tenemos culpa de tener un pasado, pero ¿no se dan cuenta? Tal vez yo no les conociera, pero ellos tampoco me conocen a mí, y al igual que no conocía su pasado, ellos no conocen el mío. Que sea rica no significa que mi vida sea un cuento de hadas, y hasta Drake lo sabe. ¿No ha dicho que venía de una muy buena familia? Les cojo manía por momentos.
Yo es que no puedo. Además, tengo a este tío, a este hipócrita asqueroso delante de mí esperando a que diga algo. ¿Y qué quiere? ¿Que le diga que lo siento? ¿Que lo entiendo? No puedo decir todas esas cosas, aunque sean ciertas, porque yo lo superé sin meterme en problemas. ¿Acaso sabe él qué es que tu padre no quiera verte? Porque yo le robé a su mujer, a mi madre, y por mi culpa no está aquí. No, no tiene ni idea.
Es todo cierto. En realidad, no tendría que haberle preguntado nada. Y él no tendría que habérmelo contado. Porque no es asunto mío. Ni sus vidas ni la mía importan ahora, simplemente el hecho de salir de aquí dentro de once días.
—Di algo.
Sacudo la cabeza.
—No tengo nada que decir.
Porque sé que si digo algo, será peor. ¿Sabes qué diría si pudiera, Drake? Empezaría a gritar. De impotencia, de resignación, de cólera, de todo aquello que nunca he podido callarme y tengo que hacerlo ahora. Hemos estado nosotros dos en la misma situación, solo que él es un cobarde y decidió hacer todo aquello que a él le había destrozado la vida. Si él sufrió porque mataron a su hermano, está haciendo sufrir a muchas otras personas, solo con aquel hombre que mataron en la calle de enfrente, y que yo vi tirado en el suelo con una bala en el pecho. En ese momento supe cuánto peligraba mi vida estando en manos de estos dos. Siempre lloraba, y… no puedo más.
Me levanto de la cama y empiezo a dar vueltas. Quiero gritar. Quiero ser oída. Quiero irme de aquí, ¿tan difícil es de entender?
—¿Y Jason? —pregunto.
—No conozco su historia tanto como la mía pero… asesinaron a su madre el día de su octavo cumpleaños.
Niego con la cabeza. Yo también he crecido sin una madre a mi lado. Y también he sufrido mucho con eso, teniendo solo el collar que, por primera vez, recuerdo que llevo atado al cuello. Acaricio la plata y oigo a Drake susurrar:
—Delante de él. Jason presenció el asesinato de su madre.
Lleno mis pulmones de aire, y lo suelto muy lentamente con los ojos cerrados. No puedo más.
—¿Sabes qué, Drake? —grito—. ¡Mi madre también murió! ¿Y qué he hecho yo? Ir adelante. No me he convertido en ninguna asesina ni ladrona para vengar su muerte. Entre otras cosas, porque sé que no le gustaría. Sé que hay cosas que hago con las que no estaría de acuerdo pero estoy convencida que ella está orgullosa de mí.
Y quiero decir «No como lo estarán tu hermano y la madre de Jason» pero Drake ya se ha ido.

Capítulo 13 «As long as she loves me»

◘ Jason McCann
No sé cuántas copas llevo ya encima, pero no me importa. No he venido aquí a contar. Llamo al camarero y le digo que quiero dos chupitos más. Necesito ordenar mis ideas, mi cerebro lo sabe, yo lo sé, pero, ¿para qué engañarme? No quiero hacerlo. Voy por el camino sencillo, igual que Drake, igual que siempre he hecho, igual que siempre me ha pasado.
Tres años después de ver a esos hombres, los llamé.
Porque era el camino fácil.
Evito a Drake.
Porque ese es el camino fácil.
Paso de Heather.
Porque es el camino fácil.
Ese no es el momento de ponerme a analizar mis sentimientos, estoy borracho. Y una chica se me está acercando. No me parece correcto usarla de esa forma, yo no soy así. Aunque sería el camino fácil…
—Eh —me dice.
Me limito a mirarla. Rubia, de ojos azules, delgadísima… Demasiado delgada. Y lo lleva todo al descubierto, prácticamente. Definitivamente es el camino fácil. Y, no puedo evitar pensarlo pero… también todo lo opuesto a Heather. Aunque ambas son atractivas, ella tiene una belleza más delicada, y unos ojos castaños que me conquistan, que lo hicieron hace mucho, aunque he hecho todo lo posible por evitar pensar en ello. Bah, esto es cosa del alcohol. Esta noche es para ti, Jason. Piensa que esto es lo que te mereces. Nada más. Y aún menos que sea mejor.
La chica susurra su nombre cerca de mi oído, aunque no soy capaz de entenderlo bien.
—Me gustas —susurra, y esta vez lo entiendo a la perfección.— Me gustas mucho. Me he fijado en ti desde que has entrado.
Miro mi reloj.
—Pues llevo aquí muchas horas.
Sonríe.
—Muy bien.
Ella se acerca, tímida aunque no lo esperaba. Apoya sobre mí sus finas piernas, y empieza a acariciar mi cuello con su lengua.
♣ • ♣
Me despierto sin ropa, con un dolor de cabeza terrible y en un lugar que no sé dónde está. Es una habitación color beige que tiene la cama en la que estoy tumbado, un armario, una silla y nuestra ropa por el suelo. Cojo mis cosas, me visto y me voy. Si no lo hago, me arrepentiré mucho.
Son las doce de la mañana. Qué manera más estúpida de perder el tiempo, pero prefiero hacerlo aquí que estar en casa de Drake, oyendo sus estúpidas teorías y todo lo que se equivoca. Cuántas mentiras, él tiene razón, y ambos lo sabemos. No sirve de nada intentar engañarme, ahora que, aunque tenga resaca, estoy sobrio.
Pero antes tengo que salir de aquí. Tengo que ver dónde estoy. Cierro la puerta y bajo unas escaleras. Salgo del destartalado edificio en el que he pasado la noche. El pub está al otro lado de la calle. Callejeo hasta encontrarme, porque veo a lo lejos el taller de Luke. Necesito hacer algo, algo que hace mucho tiempo que tendría que haber hecho, y no me he atrevido.
Cojo un taxi, y, cuando estoy dentro, digo, aunque me tiembla la voz:
—Al cementerio.
Necesito estar cerca de mi madre, aunque solo sea por un segundo. No soy religioso, pero lo único que me queda ahora es ella. Me gustaría poder hablar con ella una sola vez más. Aunque siempre queda mi padre… Si lo pienso bien, él ha sufrido el doble. Porque nos ha perdido a los dos, a mi madre y a mí. ¡Genial, Jason, ahora tienes muchas más cosas por las que sentirte culpable! Porque, por alguna razón, todos a los que amo sufren, y de ahí que no ame a nadie más. Mataron a mi madre, abandoné a mi padre… Dios. ¿Nunca hago nada bien?
Katherin McCann, 03/05/1668 – 01/03/2001
Me maldigo a mí mismo por no haber traído flores para dejarle. Seguro que, dondequiera que esté, no está orgullosa de mí. ¿Quién podría estarlo? El ver la fecha de mi cumpleaños, que fue el día que murió, me dan ganas de morir yo. Me siento en un banco que queda enfrente de la lápida. La miro. Me siento aún más solo ahora que, viniendo aquí, asumo que se ha ido. Por primera vez en once años me doy cuenta de todo lo que me he perdido. Nunca tuve amigos, porque estaba lo suficientemente distante como para que nadie quisiera acercarse a mí, todos temían a ese niño solitario que había presenciado la muerte de su madre y todos sabían que aún no había podido superar. Me sentaba solo en clase, no hablaba, no me relacionaba. Era el niño raro. Pero en su momento no me importó. Ni ahora me importan esas cosas. Ahora no puedo dejar de pensar que, si ya la cagué con mi madre, terminé de fastidiarlo todo con mi padre, al irme de casa. No merecía a alguien como él, era demasiado bueno. Y, aunque ahora me gustaría saber quién asesinó a mi madre, puedo entender por qué le pidió a los policías que lo investigaran. Yo mismo habría matado al que lo hizo, como él. Quería lo mejor para mí, y no le he causado más que dolor.
Tendría que haber venido aquí mucho antes. Tendría que haberme dado cuenta de esto mucho antes. Cuenta de que, la culpa de todo es mía, y no de Josh, ni de Lewis, ni siquiera de quien asesinó a mi madre. Quien ha cometido muchos errores, he sido yo, no ellos. Yo soy dueño de lo que hago. Bueno, lo era. Perdí ese derecho hace mucho.
Vuelvo a pensar en ello.
¿Qué pensará ella de mí? Mi madre.
Una lágrima surca mi mejilla.

Capítulo 12 «As long as she loves me»

◘ Heather O’Connor
No puedo dormir. No hago más que dar vueltas en la cama. No sé qué me pasa. ¿Qué me pasa? Puff… No puedo parar de pensar a la vez de que no sé en qué pienso. Es absurdo. Lo único en lo que puedo pensar ahora mismo es en… esos ojos. Esos ojos que, aunque no quiera admitir nada, me han hecho la vida más fácil estos últimos veinte días. Porque, gracias al cielo, es veinte de noviembre, y me iré a mi casa en once días. Y quiero que se pasen en seguida. Pero algo me retiene aq… ¿estoy tonta? ¿Se puede saber qué coño me pasa? No, no voy a caer en esto. Eso solo pasa en los libros esos tan cursis que siempre he odiado.
Me acuerdo de aquel día, el día que le pregunté a Jason por qué hacían lo que hacían. Y también recuerdo que se negó a contestarme… ¿Y Drake? ¿Lo haría Drake? Necesito una razón. Porque este mes está siento el peor de mi vida y yo ya no aguanto más. Terminaré abriendo la bonita ventana que tiene esta habitación y saliendo por ahí… Mierda, está cerrada. En fin, se veía venir, de todas maneras, no es nada que me sorprenda.
Veamos, Heather, piensa…
Mi padre. Tracy. Alfred. Todos ellos, estoy alejada de ellos, y a la vez muy cerca. Dios, ¿cómo me he metido aquí? Quisiera echarle la culpa a alguien pero yo… yo… no puedo. Lo único que me apetece en este momento es dormir. Pero tampoco puedo. Hace unos días que ya no consigo conciliar el sueño, y esa es otra de las miles de razones por las cuales estoy empezando a perderme a mí misma. Ya no sé quién soy. ¿Pero lo tenía antes claro?
Llaman a la puerta. Es temprano, y aunque en circunstancias normales estaría durmiendo, hay movimiento fuera, ya que está amaneciendo.
—¿Heather? —pregunta un hilo de voz tras la puerta.
—¿Qué? —respondo cortante.
Es así como me han hablado ellos (las pocas veces que se han dignado a dirigirme la palabra).
—¿Puedo pasar?
Suelto una carcajada. ¿Está de coña? Es su puta casa. Me tienen secuestrada. Para eso no se les ocurrió pedirme permiso, fíjate tú.
—Claro —mascullo entre dientes.
Drake entra. Y aunque la habitación está a oscuras, veo sus ojos azules con una claridad casi alarmante.
—Sé que no servirá de nada decirlo… pero lo siento.
No contesto. No tengo nada que decir.
Tengo miedo de estos dos estúpidos. Por todo lo que me han hecho. Y no solo físicamente. Me he estrujado más la cabeza por su culpa de lo que lo he hecho en toda mi vida. Y eso no lo puedo consentir.
—Di algo.
Pero me niego a contestarle. ¿Qué quiere que le diga? ¿«No te preocupes, Drake, te perdono, aunque esté en tu casa encerrada y no vea la luz del sol a excepción de esta asquerosa ventana, te perdono»? Mis neuronas siguen conmigo, no como las suyas, de tanto beber.
Al instante me culpo por haber pensado algo tan cruel como eso —sé que está intentado dejar de beber, a veces oigo cómo Jason le habla acerca de ello— pero vaya, que aquí la única persona con derecho a estar constantemente cabreada soy yo.
—¿Algo más? —susurro, porque sé que si no, lo gritaré y en este caso es mejor que falte a que sobre.
—No, creo que solo era eso —se sienta en la colchón.
Empieza a silbar. Dios mío de mi vida, ¿qué quiere? ¡Que se vaya, joder! Pero no, tiene que quedarse aquí a joderme a mí un rato.
—Pues entonces…
—Estoy preocupado por Jason.
—¿Y a mí qué? —digo levantando la voz.
—Pues no sé, pero pensé que te gustaría saberlo.
—A ver, Drake, suponiendo que ese sea tu nombre, dime. Me secuestráis, no queréis decirme por qué, me encerráis porque tú intentaste violarme, y ahora ¿me estás diciendo que estás preocupado por Jason? Mira tú qué cosa… que no me importa la vida de mis secuestradores —chillo.
—No estás en condiciones de hacer eso, Heather.
—No puedes hacerme pasarlo peor de como me lo habéis hecho pasar ya.
—Pues claro que podemos. La cosa, es que no queremos. —Tras una pausa, añade, casi para él—: por eso mismo Jason se ha ido.
Frunzo el ceño.
—¡Claro! ¡Porque le g…! —Se calla de repente.
—¿Qué?
—Antes has dicho que ‘te secuestramos y no queremos decirte por qué’, ¿no es así?
—Le pregunté a Jason por qué hacíais todo esto, cuando no parece que os guste demasiado.
—Pues… la respuesta a eso también yo me la sé.
De repente me pregunto si yo quiero saber la respuesta a esa pregunta. Es su vida, y es privado, por eso no querían contármelo antes. ¿De de verdad bueno que yo lo sepa? Tal vez no lo entienda. Con lo que insistí, con todo lo que me calentado la cabeza con esa tontería, que probablemente no sepa encasillarlo.
Pero todo queda claro cuando él dice:
—Creo que va siendo hora de que sepas nuestra historia.

Capítulo 11 «As long as she loves me»

◘ Jason McCann
Dieciséis de noviembre.
Solo quedan catorce días para que Heather vuelva a su casa y nos deje a Drake y a mí en paz. Después de casi violarla, convencí a mi amigo para que hablara con alguien. Con alguien que entendiera del tema, y está dejándolo. Bebe bastante, pero al menos aguanta más de lo que lo hacía hace unas semanas. Sé que se siente mal por todo lo que hizo y, en fin, no tengo más remedio que perdonarlo. Supongo. Aunque todo se ha ido al traste por su culpa.
Pero todo lo ha pasado, lo ha hecho por una razón. Estoy destinado a ser esto. A dejar de ser un humano para convertirme en una máquina al servicio de Josh y de Lewis. ¿Y eso por qué? Por un asqueroso camión de juguete. ¿Por qué todo es tan complicado? ¿Puede decírmelo alguien? Y mientras estoy haciendo esto, hay personas que sufren por mi culpa, igual que sufrí yo por el gilipollas que le hizo eso a mi madre. Y eso me hace sentir mucho peor. Tendría que haber seguido adelante, como hizo mi padre. Pero lo tiré todo por la borda. Cuando conocí a esos individuos, que me encontré por la calle, por casualidad.
♣ • ♣
El día de mi cumpleaños, cinco años después del incidente en el metro, estoy sentado en la parte de atrás de la iglesia, con los brazos rodeando mis rodillas y consciente de que estoy ensuciando mi pantalón negro de los domingos, pero no me importa. Nada en ese momento me importa. Solo necesito irme. Se ha celebrado ya la ceremonia y algunas personas a las cuales ni siquiera conozco se han atrevido a felicitarme. Tal vez tenga trece años, pero ¿y qué? ¿De verdad creen que me quiero acordar de ello? Este día ya no es el día de mi cumpleaños, es el día en el que por ser un caprichoso asqueroso mi madre murió. Indirectamente, la maté yo.
—Eh, chico.
Dos hombres altos se me acercan. Los miro un momento y un escalofrío recorre mi espina dorsal. Pero no consiguen asustarme.
No respondo.
—Sentimos mucho lo de tu madre.
Les lanzo una mirada furtiva. ¿Mi madre conocía a estos dos individuos? ¿Por qué hablan conmigo? No entiendo nada. Tampoco lo intento. Si quieren algo, que se expliquen. No tengo ganas ahora de comerme el coco.
—¿Puedo ayudarles en algo? —pregunto levantándome y sacudiendo mis pantalones.
—En realidad, venimos a ofrecerte nuestra ayuda.
—No necesito la ayuda de nadie.
Soy pequeño, no estúpido.
Me doy la vuelta, con ganas de irme, pero cuando he avanzado unos cinco o seis metros, oigo una voz por detrás:
—Jason, chico, sabemos quién lo hizo.
Me giro de repente.
—¿Quién fue?
Se miran y sonríen. ¿Juegan conmigo? Que tenga trece años no significa que eso les dé derecho a reírse de mí, más aún cuando sé dar unas buenas patadas. Cuando vuelven a mirarme, no dejan de sonreír. Parecen unos de esos payasos malvados que se te acercan y te raptan.
Pero no.
Estos dos simplemente susurran:
—Vengaremos la muerte de tu madre si haces unos trabajitos para nosotros.
Los miro, estupefacto.
—Nuestra tarjeta.
Y ya han desaparecido.
♣ • ♣
Me recuesto en el sofá y me paso la mano por el pelo. Ya no tengo ganas de hacer todas estupideces. Me he dado cuenta. En realidad no tienen ni idea de quién asesinó a mi madre. Ni del asesino del hermano de Drake. Creo recordar que trabajaba en el banco y unos ladrones intentaron asaltarlo y, como lo impidió, lo asesinaron. Y él quiere tanto como yo coger a esos asesinos que se regocijan en su éxito. Y solo se han aprovechado de nosotros, todo este tiempo. No tienen ni idea de dónde se meten.
—¿Jason?
—¿Qué quieres?
Drake está de pie, delante de mí, apoyado en el marco de la puerta.
—Es curioso…
Suelta una carcajada. ¿Y éste ahora?
—Lo siento mucho, Drake, no estoy para juegos ahora mismo.
—Digo, que es curioso.
—¿El qué?
Me mira con una sonrisa que no he visto nunca antes de este momento. Y no me gusta. ¿Se burla de mí?
—Esa chica te está cambiando.
No doy crédito a lo que oyen mis oídos.
«Continúa», pienso. «Continúa delirando».
Me levanto, dispuesto a salir del piso, aunque sea solo esta noche. Puedo divertirme con alguna chica, estoy seguro.
Me agarra del brazo con fuerza, pero no me hace daño. Tampoco estoy seguro de que lo esté intentando, simplemente parece un signo de advertencia. Además, tiene cuidado conmigo, y con no enfadarme.
—No sé de qué me hablas —mascullo.
Él suelta otra carcajada, pero apesta a sarcasmo.
—Claro que lo sabes. No soportas tenerla ahí encerrada.
—Pues no. Te equivocas.
Cojo mi chaqueta de cuero y me voy.