◘ Heather O’Connor
No he comido nada, pero no es eso lo único
que justifica que no pueda moverme. Ni siquiera puedo respirar con
comodidad. No puedo girar el cuello, pero tampoco hay nada que ver. Y
aunque lo hubiera, no podría. Está todo tan oscuro… Aunque consigo
distinguir unas cuantas figuras.
Yo estoy en el centro de una habitación cuadrada, que tiene una bombilla
colgando del techo encima de mí, aunque ni se molestan en hacerla
funcionar, prefieren que esté asustada, en la penumbra y sin saber qué
tengo que hacer o qué debo pensar. Porque no puedo hacer ninguna de las
dos cosas.
A mi izquierda hay una puerta. Lo sé porque es de ahí de donde hay un
fino trazo de luz y creo que frente a mí, hay una ventana, pero que está
tapada, obviamente, porque no es de noche. Creo que son las seis de la
tarde, aproximadamente.
Y ya está. No hay nada más en este cuarto. Casi lo prefiero, no veo nada
que puedan usar contra mí, dejando a un lado las cuerdas con las que
estoy atada a una silla incomodísima. La cabeza me da vueltas. Como si
estuviese borracha, solo que me duele bastante más, y también me ruge el
estómago. La escasez de mis fuerzas es bastante obvia, además de que no
puedo hacer nada. Me siento bastante paralizada en este momento.
No creo que pueda ahora mismo aguantar verlos otra vez y quedarme
callada. Aunque claro, la mordaza tampoco me ayuda en exceso a lo que
hablar se refiere.
Sigo pensando en Will, en ese chico. Sigo con lágrimas en los ojos al
haber presenciado su asesinato. Parecía algo mayor que Jason y Drake,
pero aun así no puedo evitar pensar lo mucho que me ha recordado a
ellos. Y es que, por alguna extraña razón… no puedo dejar de pensar en
ellos. Aunque solo en Jason. ¿Y por qué? Fue un gilipollas conmigo.
Drake se portó mejor aunque también tuvo sus cosas…
No puedo sacármelo de la cabeza. Y Dios, ¿por qué? ¿Qué ha hecho que no
pueda dejar de verlo en mi cabeza? Como una fotografía pegada en mi
mente. Está ahí, y me preocupa lo que eso pueda significar.
Pero no me da tiempo a pensar en nada más.
Porque abren la puerta de la habitación. Pero no son los tipos esos,
Josh y Lewis, sino otro chico, uno joven. ¿Reclutan a chicos de entre
dieciocho y veinte años? Estoy empezando a preocuparme.
Suelto un suspiro de alivio al ver que se trata de un chico que me
recuerda mucho a Drake. Es como una versión de él… en rubio. No me da
tiempo a fijarme en nada más, porque es rapidísimo y cierra la puerta
nada más abrirla. Y ya no veo absolutamente nada.
—Uhm…
Me quita la mordaza de la boca.
—¿Cómo te llamas? —susurra.
—Heather. ¿Y tú?
—Soy Michael. Tengo que decirte una cosa.
—Adelante —digo como puedo.
—Verás, Jason ha llamado. Bueno, y Drake, supongo.
Habla tan rápido que casi me cuesta entenderlo al principio. Pero me
deja un momento para pensar. ¿Jason ha llamado? De repente mi corazón se
acelera. No me preocupo demasiado por eso porque, si soy sincera, creo
que hay cosas más importantes en las que tengo que pensar ahora mismo.
«Saldré de aquí». Eso es lo que pienso para confiar en que mi repentino cambio de humor es por eso mismo.
—¿Y cómo sabes eso? —pregunto en un murmuro.
—He oído a Josh. El caso es que creo que tendrías que tener cuidado.
Seguro que intentan venir a por ti, lo sé por el modo en que le han
hablado a Jason por teléfono.
Asiento. Aunque en realidad no entiendo nada.
—Mira, Heather, por lo que me ha parecido, Jason y Drake quieren
encontrarte como sea, y han llamado a Will porque ellos no saben dónde
está esta casa. Pero, como bien has visto, Josh y Lewis han… han matado a
Will. Siento mucho que lo hayas visto.
Yo no digo nada. No creo que existan palabras para describir lo que me gustaría decir.
—Y no sé qué quieren de ti. Que yo sepa, todo iba bien en lo referente a tu… ya sabes…
—Sí, ya, mi secuestro.
Él me mira y asiente completamente serio. No conozco a este chico y
cuánto se está preocupando por mí, cuánto se está jugando por mí. ¿Por
qué?
—Una pregunta, ¿por qué haces todo esto?
Clava sus ojos en los míos de una forma infinitamente distinta a como lo
hace Jason. Pero aun así, no puedo evitar acordarme de él de nuevo. Por
millonésima vez.
—Uhm… Es una larga historia, y no es que tengamos mucho tiempo.
De repente la puerta se abre, Michael cierra los ojos y se levanta. Lo oigo susurrar «Mierda» y sale corriendo.
—¿Con que haciendo amigos, Michael?
Es Josh. Tengo ganas de levantarme, de gritarle, de… matarle. Nunca
antes había odiado tanto a una persona como lo odio a él. Jamás le
desearía la muerte a alguien pero siento que es distinto esta vez.
—Maldito traidor… ¿qué te ha dicho? —grita cuando está a centímetros de mí.
Me estremezco a causa de las náuseas. Huele exactamente igual que la última vez.
—Nada.
Él niega con la cabeza.
—Muy bien, lo haremos por las malas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario