◘ Jason McCann
Quiero morirme ahora mismo. Drake no ha dicho
nada, pero ambos estamos destrozados. Me mira de una forma que me
recuerda a cómo me miraban todos después del asesinato en el metro. Y,
Dios, ni siquiera estoy del todo seguro por qué siento todo lo que está
ahora dentro de mí. Analizo mi yo anterior a Heather. Y mi yo actual. Si
no fuera porque se trata de mí, daría por hecho que no se trata de la
misma persona. Nunca se me habría pasado por la cabeza el hablar con una
chica a la que tenemos secuestrada para decirle que no puedo más, y que
necesito sacarla de esto. Las consecuencias no me importaban, y siguen
sin importarme ahora mismo. Y porque sé exactamente lo que tengo que
hacer. Con la ayuda de Drake, obviamente. Encontraremos a Heather, y la
llevaremos de vuelta a su casa.
—Después… —susurra Drake, leyéndome el pensamiento— nos entregaremos.
Yo asiento, incapaz de decir nada. ¿Cuándo he tomado la iniciativa?
—No sabemos dónde viven Josh y Lewis. ¿Cómo los vamos a encontrar?
—Es cierto, solo contactamos con ellos con los mensajes.
Medito un momento, y pienso. Mucha gente trabaja para esos tipos…
—¡Will! —decimos ambos al unísono.
Conocemos a ese chico desde hace tiempo. Es como de un rango superior al
nuestro, trabajando también para Josh y Lewis, y también dos años mayor
que nosotros. Cuando tenía diecisiete años, se echó una novia, nos
habló de ella como ‘el amor de su vida’ y, aunque no entiendo bien cómo
tuvo que ser eso de sentir algo similar como lo que nos contaba… no sé.
El caso es que él se metió en lo que nosotros porque pusieron una bomba
en el coche de su novia y explotó por los aires. Era un chico muy
fuerte. Y hace como dos meses que no hablamos con él.
Cojo el móvil y marco su número.
—Hola, McCann.
—Uhm… ¿Will?
—Will ha muerto.
Siento una bofetada. ¿Will ha… qué?
—Estaba deseando que me llamaras, McCann.
—¿Er… eres Josh?
—Oh, sí. ¿Quién sino?
Trago saliva y aprieto la mandíbula. Cómo odio a este capullo. Y al otro
también, a Lewis. Pensaba decir que me han destrozado la vida, pero
todos sabemos que no he necesitado a nadie para hacerlo.
—¿Dónde está?
Él suelta una carcajada, que me produce náuseas, dicho sea de paso. Y
detrás de él, se oyen como ruidos brutos y a la vez sordos.
No sé ni cómo ni por qué, pero es Heather. Estoy seguro.
—¿Quién? —carcajea.
Resoplo.
—Oh, vamos, sabes de sobra de qué estoy hablando.
—Ah, claro. La chica.
Me echo hacia atrás y reprimo un grito. Atravesaría la línea de teléfono y los mataría con mis propias manos.
—Sabes de sobra que no me gusta que juegues conmigo. Odio vuestros
estúpidos preámbulos. Contesta a mis preguntas de una vez por todas. Ya
sabes… eso que no has hecho en tu vida.
—¿Es ese el modo de hablarle a tus superiores, Jason?
Odio que pronuncie mi nombre. Lo hace con odio. Sonrío. Aunque crea que
me odia tanto como yo a él, eso es imposible. No le contesto.
—Bien. Verás, Jason, la chica está aquí. Bien, de mom…
—¡Cállate! ¡No le haréis nada!
—¿Y quién nos lo va a impedir? ¿Un niño como tú?
—No te dejaré que le hagas nada. Ni tú ni Lewis.
—Ah, ¿no? ¿Y eso por qué?
De repente, no sé qué contestar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario