◘ Jason McCann
—¿Pero en qué estabas pensando? ¡Nunca hemos
traído chicas a casa! ¡Sabes perfectamente por qué! ¡Y más ahora, que
está Heather aquí!
—Drake… no te alteres. Basta de tonterías. Es mi puta casa, ¿vale? Puedo
traer a chicas si quiero, como no lo hemos hecho nunca. Y también mi
habitación.
Vale, sé que la he cagado, pero ¿yo soy de los que le dan esa
satisfacción a alguien cuando tiene razón? Obvio que no. No creo que lo
parezca, además.
Mi amigo suelta un bufido. Sé que me toma como si fuese un caso perdido.
Al igual que todo el mundo al que conozco… También decepciono a Drake.
No puedo con eso, no.
—¡Eres un gilipollas, tío! ¿Y si se hubiera ido? Josh y Lewis… nos
habrían matado, tío. Nos matarían. Y como se enteren, nos matarán.
Asiento. No me apetece darle la razón, a nadie, pero es que la tiene.
Tampoco tengo derecho a quitársela. Si al menos, pudiera echarle a él la
culpa de algo… de algo pequeño… Pero no. Drake lo ha hecho todo por mí.
Incluso más, y yo no hago más que cagarla con él. Bueno… y con todo el
mundo que tengo a mi alrededor. ¿Por qué siempre me las arreglo para
hacerle daño a la gente que amo? Por eso mismo tengo sumo cuidado con no
enamorarme de una chica. Es lo último que quiero, porque si eso llega a
pasar, y sigo siendo tan gafe, no me lo perdonaré nunca. Al igual que
no me lo perdono, el haberle hecho tanto daño a mi padre.
—Lo siento, Drake. En serio. No… no era mi intención. Creo que tú sabes
mejor que nadie qué es el alcohol. Y lo bien que funciona para casos
como los míos, los nuestros.
Esta vez, es él quien asiente.
—Creo que me voy a ir a tomar el aire. Daré un paseo —comenta.
—Voy… voy contigo. He cerrado todas las puertas, esta vez.
Él me mira. No lo he dicho como una broma, sino como un hecho, un simple
hecho. Aun así, me mira sarcástico y suelta una risa, esta vez
relajada. Suspiro. Una de las mejores cosas de mi amigo es que no es
demasiado exigente, y me perdona con mucha facilidad. Es demasiado
bueno. Yo lo veo como una cualidad, aunque en este agujero que llamamos
vida, él cree que es el mayor defecto. Dios, no sabe lo equivocado que
está. Me gustaría a mí tener esa capacidad de entenderme con todos…
puede que por eso Josh y Lewis me aprecien más a mí que a él —cosa que
ambos sabemos, es evidente que a mí me toman mucho más en serio que a
él—, porque… muy a muy pesar… soy igual que ellos.
—Bueno, ¿adónde vamos?
—Uhmm… no sé. Yo creo que necesito despejarme. Ha sido un día muy largo.
Y casi nos cortan el cuello. Me parece que podríamos ir al taller de
Luke, nunca le viene mal algo de ayuda.
Es una buena idea, lo admito. Así que asiento, y nos ponemos en camino hacia el taller de nuestro amigo Luke.
♣ • ♣
—Dios,
tío, qué cansado estoy. ¿Cómo puede Luke arreglar tantos coches en un
solo día? Impresionante —digo girando las llaves en la cerradura, para
entrar en nuestro piso.
Noto algo raro… está como demasiado flojo. En fin, no será nada demasiado importante, si total, solo es una cerradura.
—Creo que me voy a dar una ducha —dice Drake.
Yo me voy al salón y me recuesto en el sofá. Quiero encender la tele,
pero he de enfrentarme a mí mismo, algo que he intentado retrasar
demasiado tiempo y no puedo. Porque no sería justo para la otra parte de
mí, la que se muere por saber qué voy a decidir hacer con mi vida, de
una vez por todas. ¿Algo útil? ¿Algo bueno? Da igual cuántas de esas
cosas haga, nunca serán suficientes, nunca llegarán a compensar las
muchas otras acciones con las que le he hecho daño a mucha gente.
Hay cosas que… estoy aún a tiempo de arreglar. Pero ¿cuáles? Uhm… Esos
ojos oscuros. Puedo salvarlos. Todavía puedo, no es demasiado tarde. Sé
que si hablo con Drake, él querrá lo mismo. Y las consecuencias no
importarán, porque habré hecho algo bueno por alguien que… ¿a quién
quiero engañar? Por alguien que me importa. Que da igual todo lo que le
haya dicho o lo poco que haya hecho, pero esa chica me importa. Y si me
quise alejar de ella es… porque, como he señalado antes, siempre le hago
daño a la gente que quiero. Esta chica… aunque no he hablado
civilizadamente con ella, me ha cambiado en menos de un mes. Me ha hecho
mejor. Quién sabe, tal vez ella sea la razón por la que quiero hacer
las cosas bien esta vez. Y no cagarla, y eso sería nuevo para mí. Aunque
todas esas cosas… todavía no las sé, y prefiero no precipitarme. No
creo que sienta nada serio pero, desde luego, no es indiferencia.
De repente, siento la necesidad de hablar con ella. De decirle que voy a
sacarla de aquí. Que vamos a sacarla de aquí, entre Drake y yo. No
puedo verla más por aquí. Uhm… eso lo dejaré para otro día. Sí.
Llamo a la puerta de mi habitación —por cierto, qué irónico, ¿no?
—¿Puedo entrar?
Nadie contesta.
Bueno… no me extrañaría que siguiese enfadada… yo mismo sigo enfadado
conmigo mismo. Aquí, el único que es un santo en lo referente al perdón,
es Drake. Bueno… aún no ha perdonado a los asesinos de su hermano.
Pero, bueno, es obvio. Eso no lo haría nadie. Quiere verlo muerto,
quiere matarlo. Y yo lo ayudaré, porque para eso estamos. ¿No?
—Heather… lo siento. Pero quiero hablar contigo. Tengo muchas cosas que decirte.
Pero sigue sin contestarme. Y no quiero enfadarme, pero se me hace
imposible evitarlo. Así que cojo las llaves de mi bolsillo y abro la
habitación.
No lo puedo creer… No hay… nadie.
Oigo los pasos de Drake, y cuando está a mi lado, él también boquiabierto, nuestros móviles suenan.
Otro mensaje.
Y, Dios, ojalá me equivoque.
«McCann, Redmond… no nos deis las gracias. Tenemos a la chica. Nos ha
sorprendido mucho ver que no estabais en vuestra casa, pero de eso ya
hablaremos. No tendréis que ocuparos más de ella, porque lo haremos
nosotros. Llamaremos a su padre en vuestro lugar y, cuando tengamos el
dinero… La mataremos.»
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario