◘ Heather O’Connor
Mientras
esperemos lo que sea que decida el jurado, no dejo de mirar a Jason. Él mira al
frente, aunque sabe que lo estoy mirando. Ni idea de cómo estoy tan segura,
pero lo siento. Aun así, odio que no clave sus ojos en los míos de esa forma
tan segura, tan dulce… como solo él sabe haberlo.
Recuerdo
lo que le he dicho a Tracy. Y me arrepiento tanto.
Porque
sería lo más difícil a lo que me tendría que enfrentar nunca. Imaginémoslo, en
cualquiera de los casos en el que tuviera que olvidar a Jason, no podría. Igual
que no se olvidan las peores cosas que pasan en tu vida, como no podré olvidar
a Josh y a Lewis, que hicieron de ella algo que da miedo. Pero… no podré
olvidar tampoco a las mejores personas que han pasado por ella. Como Michael,
que arriesgó su vida por salvarme sin apenas conocerme. O Drake, que aunque
cometió un par de errores, supo enmendarlos a la perfección. O finalmente,
Jason. Que es mucho más que alguien importante para mí. Me he enamorado de sus
ojos. De sus labios. De sus besos. De su olor.
De él.
—Hija,
¿por qué no has testificado en su contra? —susurra mi padre.
No
quiero contestarle, porque lo propio en realidad sería que buena chica como yo,
en un principio, hubiese hecho lo que a mi señor padre el apetecía, lo que me
había ordenado una vez tras otra.
El
problema, es que no soy una buena chica.
Me he
cansado de los estereotipos que cumple mi familia.
—¿Acaso
no me has oído?
Sacudo
la cabeza.
«No
hagas nada inapropiado» me repito una vez tras otra.
Acabo de
recuperar a mi padre y, aunque suene tan mal… ahora me parece que no había
perdido absolutamente nada, porque el día que se fue mi madre, se llevó a mi
padre con ella, para siempre.
—Heather
—dice Tracy—, tu padre te ha hecho una pregunta.
Me
muerdo la lengua tratando de reprimirme, porque no quiero hacer algo que no sea
propio de mí.
—Lo he
contestado. No quiero que lo condenen, no quiero que lo encarcelen. Ya sabéis
por qué, pero me ignoráis.
—Eso no
es lo que te habían dicho que debías hacer —me recrimina Tracy.
Pongo
los ojos en blanco, y con la vista puesta en Jason, una vez más, al que veo
moviendo la pierna rápidamente. Es evidente lo nervioso que está. Me siento
fatal ahora mismo. No puedo hacer más que culparme por este juicio, que ha tenido
lugar porque mi padre ha decidido que es lo apropiado. Le he suplicado incluso
de rodillas que lo dejara, pero me ignoró. Ahora, yo he hecho lo que he podido
para que Jason y Michael sea libres, y es mi culpa porque sé de sobra que no es
suficiente, ya que de ser así, Jason no estaría tan nervioso.
—Puede,
el caso es que tengo principios y haré lo que yo crea que debo hacer.
Mi
padre mira a izquierda y a derecha, puede que para asegurarse de que nadie nos
está oyendo. Oh, Dios, cómo se preocupa más de las apariencias, de su
reputación, en vez de pensar en los sentimientos de su hija. Odio eso.
Si yo
hiciera lo mismo que hace él, si lo ignorase completamente, si me negara a
escucharlo, si me fuese de casa, si me alejara, si hiciera como si no existiese…
Pero yo no soy así. Nunca lo he sido.
Aunque
tuve mi época, sí, a los dieciséis, cuando conocí a personas que sabía que no
eran apropiadas, que me metí en drogas, salía por las noches y volvía por la
tarde del día siguiente, cuando había chicos por todos lados de los que ahora
no recuerdo ni el rostro, ni el nombre. Admito que no estoy orgullosa de ello, y
sin embargo, entonces me divertía tanto... Mi padre no sabía qué hacer conmigo,
incluso lo oí hablar con Tracy acerca de llevarme a un psicólogo… hasta que
hubo un día en el cual decía que lo sentía, pero que tal vez deberían dejarlo
ya, que al, parecer, yo no me había tomado demasiado bien lo suyo.
Y era
verdad.
Pero en
aquel momento decidí que estaba yendo demasiado lejos, que no la conocía, que probablemente
la había juzgado mal… y rectifiqué. Volví a centrarme en mis estudios, cambié
de círculo de amigos… Todo por él.
Porque
con Tracy, lo notaba más feliz.
Más
feliz que cuando estaba conmigo, que me daba por caso perdido.
♣ • ♣
Aparece
el juez, seguido del jurado, mirando fijamente a mi padre.
Se
sienta en el estrado, y tras aclararse la garganta, sentencia:
—El
jurado declara a los acusados, Michael Galagger y Jason McCann… culpables por
todos los delitos cometidos entre 2009 y 2012. Su condena es de entre sesenta y
cinco y setenta años de cárcel.
Da un
golpe con su maza y da por finalizado el juicio. Se levanta, y desaparece.
Jason
me mira, con una inexpresividad que me asusta tanto… no obstante, noto a la
perfección que tiene los ojos empapados de lágrimas que se esfuerza en
reprimir. Me pregunto de qué sirve vivir si cuando pierdes a personas
importantes para ti solo deseas dejar de hacerlo.
Clava
sus ojos en los míos, como adoro que lo haga, es ese instante en el que no
necesitamos palabras, es como si fuese tan vulgar expresarse hablando… Observo
sus labios. Quiero besarlos. Oh, Dios, cuánto quiero besarlos. Pero no puedo
hacerlo. Y no voy a poder nunca más.
Me
acerco a Michael, y le susurro cuánto lo siento.
—Nunca
me pediste nada, solo fui yo.
Agradezco
que diga eso, sin embargo, no me hace sentir mejor. No puedo permitirme ese
lujo.
Luego
voy hacia Jason.
Pero no
puedo decir nada, no puedo hablar, no puedo hacer nada. Me domina la impotencia
y me siento débil. Me tiemblan las piernas, que no pueden aguantar con mi peso.
Pero el
tiempo corre.
—Adiós,
Heather —su voz aterciopelada suena cargada de pena, de tristeza. No puedo con
ello.
—Yo…
yo…
—Heather
—me acaricia la mano, a pesar de no poder tocarnos en teoría, pero es que no
puedo despedirme de él—, te quiero.
No dice
nada más, supongo que solo espera que conteste, que diga algo.
—Lo sé,
pero… dijiste que no desaparecerías.
Él
clava sus ojos en los míos, y una lágrima surca mi mejilla. Será esta la última
vez que estemos juntos. Con el dorso de su mano, la limpia. Me cubro la cara
con las manos.
—Estaré
siempre contigo.
Eso es
lo último que lo oigo decir… antes de que se lo lleven.
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