domingo, 23 de diciembre de 2012

Capítulo 30 «As long as she loves me»


 ◘ Heather O’Connor
Han pasado dos semanas. Ni más ni menos. 
«—Heather, habrá un juicio.»
Me lo contó mi padre. Creo que desde entonces no he dejado de soltar lágrimas. Tengo que ir al juicio. Tengo que contar lo que pasó, modificarlo a mi favor. Tengo que seguir con Jason porque… lo quiero. 
—¿Puedo entrar?
Tracy.
—Está abierta —susurro con el dorso de la mano pasando por mis ojos.
La que pronto será mi madrastra, me mira y se sienta en la cama. Yo sigo delante de mi armario, sin la menor idea de qué es lo adecuado para ir a un juicio, aun sabiendo que mi padre no quiere que vaya, aun sabiendo que lo más posible es que me escape y vaya por mí misma, aun sabiendo que si por mí fuera me iría en pijama. 
Tracy no dice nada. Hasta llego a pensar que se ha ido en un momento dado, pero parece ser que no. Está aquí, conmigo, esperando, tal vez a que yo sea quien inicie la conversación, cuando es ella quien quiere hablar. 
Yo solo quiero estar junto a él.
—Siento… mucho lo que ha pasado, Heather.
Me giro y clavo mis ojos en los de ella.
—Tú no tienes culpa de nada.
Ella niega con la cabeza.
—Sé qué es querer a alguien, Heather, a alguien que tal vez no sea bueno para ti.
Cierro los ojos para evitar pensar en la barbaridad que acaba de decir, así que intento mantener la calma mientras digo:
—No tienes ni idea. No lo conoces. Por mucho que lo creas, a mí tampoco, y tú no sabes nada. 
No parece dolida. No era mi intención hacerla sentir mal, solo constato hechos obvios. Ella no sabe nada, será mejor que no hable porque el autocontrol no es mi fuerte, precisamente, para desgracia de Tracy.
—Me casé una vez, tal vez ya lo sepas. Con dieciocho años, tu edad. Y Dios, estaba tan enamorada… sentía que esos momentos que estaba con él serían eternos, que nuestro amor también, todo infinito, que mientras estuviésemos juntos el mundo no iba a terminarse… pero pasaron los meses y todo empezó a ir de mal en peor. 
»Tal vez esto no lo sepas, pero aquel hombre me gritaba, me pegaba, me hacía daño. En numerosas ocasiones terminé en el hospital, en urgencias. Me rompió tres costillas. Pero, ¿sabes? Yo lo amaba. Lo seguía amando como el primer día a pesar de todo eso. Sé que esas cosas no se eligen, pero…
No la dejo terminar. Le abro la puerta y le indico que salga.
—Heather —insiste levantándose y agitando las manos—, ese chico no es bueno para ti. A lo mejor piensas que sí lo es porque estás enamorada y estás ciega, pero es así. Esas cosas suceden. Tal vez opines que eres tú, que no eres lo suficiente buena para él pero…
—Mira, Tracy —la interrumpo—, siento mucho lo que te pasó, pero te repito una vez más que no tienes ni idea. Él jamás me ha tocado, nunca. Me coge la mano como si me fuera a romper, con un cuidado que te sorprendería y me protege como lo ha hecho nadie, ni siquiera mi padre. Y eso lo sé conociéndolo de un mes. ¿Y ahora? Ahora que me secuestrase me importa bien poco, porque es la persona a la que amo, y no va a terminar en la cárcel si yo puedo hacer algo para impedirlo. 
»Si sale de esta, puedes estar segura de que estaremos juntos, a no ser que uno de los dos decida que no nos lleva a ninguna parte, en tal caso sería mutuo acuerdo, pero ahora que existe él, no existe nada más.
Ella clava sus ojos en los míos a la vez que pregunta:
—¿Y si no lo hace? ¿Y si lo condenan?
—En ese caso… habrás ganado tú y tendré que olvidarme de él.
Ella asiente, conforme, y sale de mi cuarto. Lo único que no sabe es que jamás podría olvidar la forma en la que clava sus ojos miel en los míos, ni su voz aterciopelada, ni sus dulces besos, ni sus caricias llenas de cariño, ni su sonrisa. Esa sonrisa tan asquerosamente perfecta que me hizo caer desde el principio.
♣ • ♣

De camino al tribunal me pregunto una y otra vez si todo esto es lo que yo tenía planeado en la vida.
Y la respuesta, como la mayoría de veces, es no. 
Y más todavía si a eso le sumamos que tengo miedo por Jason. Pero no sé cómo voy a aguantar mientras a él lo están juzgando sin conocerlo, igual que hice yo una vez, evocando a Drake, y ahí será cuando a mí se me escapen gritos ahogados, cuando hable de Josh y Lewis, cuando… decidan qué es lo que tiene que pasar. Porque yo no lo sé. De manera objetiva no podría pensar, pero nadie lo hace, todos están en su contra, no es demasiado difícil de adivinar. Y yo no puedo dejar de pensar en si él se estará planteando las mismas cuestiones que yo.
Y por otra parte está Michael, pobre chico del cual no conozco la historia, solo una parte, pero probablemente, si no fuera gracias a él, yo estaría muerta.
Si no fuera gracias a ambos, a mí me habrían matado. Sin embargo, tras habérselo repetido dos millones de veces, mi padre eso no parece saberlo. 
Y es que yo entiendo que sea tan sobre protector pero, seamos sinceros, hasta este momento había estado por detrás de Tracy, incluso de su dichoso trabajo. Nunca fui lo primero. Mi abuela me contó que la muerte de mi madre lo cambió, y fue a partir de ese momento que todo empezó a ir mal. Y me ha hecho sentir culpable desde siempre, acostumbrada a que mi padre me ignorase y decidiera construir un muro invisible entre los dos y nos hiciera tan independientes a ambos. A partir de los siete años iba caminando sola al colegio, montándome en el metro sola si era necesario, a los ocho cocinaba —es evidente que no era una chef, pero sabía bastarme de mí misma— y así hasta diez años después.
Tal vez por eso se me haga esto tan irreal. 
Porque en mis dieciocho años de vida, mi padre nunca me ha dicho que me quiere y, por lo tanto, es difícil creer que se preocupe tanto por mí como para armar todo esto.

No hay comentarios: