lunes, 31 de diciembre de 2012

Capítulo 32 «As long as she loves me»


         ◘ Heather O’Connor.
        
         Ahora yo me encuentro en el estrado, con todas las miradas posadas en mí. Pero yo solo puedo mirar a Jason. Sus ojos clavados en los míos, de una forma tan dulce, tan bonita.
         El abogado de Jason da vueltas a la vez que formula su primera pregunta.
         —Señorita O’Connor, durante el secuestro, ¿sufrió alguna clase de maltrato?
         Me dan ganas de soltar una carcajada. Me trataban relativamente bien, no sería capaz de quejarme nunca por eso.
         —Si se refiere a si me pegaban, nunca me hicieron tal cosa. Ni Jason McCann ni Drake Redmond.
         —¿Y abusaron de usted en algún momento ?
         Sé lo que está diciendo, aunque saque palabras rebuscadas para decirlo, tal vez temiendo a la respuesta. Pero a mí no me importa. Tal vez si Drake siguiera entre nosotros, contestaría un rotundo no, porque a pesar de todo él no era consciente lo que hacía…
         —En una ocasión, Drake sí… Pero no le guardaré nunca rencor por eso. Entró Jason justo en el momento oportuno, y aunque no estaba muy pendiente de lo que pasaba, recuerdo que se pegaron. Drake le gritaba que lo dejara hacer lo que él quisiese, pero Jason no hacía caso y, bueno… al final no pasó nada.
         »Yo estaba llorando, llena de heridas, pensando en lo cerca que había pasado de que aquel chico que había intentado abusar de mí —utilizo la misma expresión que el abogado de Jason— y lejos de todo… pero Jason me había defendido, a pesar de haberme secuestrado. ¿Por qué? Todavía no lo sé. El caso es que después de eso intentó ser más indiferente de lo que yo misma habría querido. Fue ese un tiempo en el que… lo eché de menos.
         —¿A quién?
         —A Jason.
         —¿Por qué?
         Por tantas razones… que ni siquiera sabría decirte.
         No sabría explicar con palabras lo que siento cuando me mira, lo que sentí cuando me dijo que era un secuestro, cuando me dijo que llevara cuidado. Y cuando yo, lo único en lo que pensaba, era en denunciarlo nada más salir. Pero nada ha sucedido de este modo.
         Una lágrima surca mi mejilla. Me apresuro en limpiarla aun sabiendo, aun estando segura, de que todos la han visto.
         —No lo sé.
         Observo a Jason. Sus ojos miel contemplándome con tanta intensidad, tantos sentimientos juntos y turbados… que incluso me asusto. Siento que sigo esperándolo. Seguiré haciéndolo hasta que esto termine, ojalá a mi favor, y podamos irnos.
         Lejos.
         Juntos.
        
         ♣ • ♣
        
         El fiscal está frente a mí, y siento su incómoda mirada recorrerme de arriba abajo.
         —Dice que ni el tal Drake Redmond ni Jason McCann le pegaron, nunca, sin embargo tiene una herida en el cuello, y otra, aún más profunda, en la pierna. ¿Si no fue Jason McCann, ni tampoco Michael Galagger, ni Drake Redmond, quién se las hizo?
         No contesto. No directamente. Antes miro a Jason un instante, él ha apartado la mirada.
         «Cree que es su culpa… Que todo esto lo es.»
         Joder, me gustaría tanto decirle que se equivoca…  Que no podemos culpar a nadie de nada, en este caso. Da igual lo que haga, mi padre siempre se sale con la suya. Si no hoy —cosa que, muy a mi pesar, dudo—, se las apañará para condenar a Jason otro día.
         Y es que no importa cuántas veces les diga a él o a Tracy que no pueden hacerme esto, porque estoy enamorada de ese chico, de Jason McCann, que si me lo quitan, yo…
         —Conteste, señorita O’Connor.
         —Yo… pff.
         «Me doy por vencida.»
         —Los hombres para los que trabajaban Jason McCann, Michael Galagger y Drake Redmond me secuestraron dentro del secuestro original, aun habiendo sido ellos quienes ordenaron el primer secuestro. Ya no recuerdo por qué, aunque no les hacía falta, pero fueron ellos quienes me hicieron esas heridas.
         Pasa el rato, con preguntas, que parece que no se van a terminar nunca, sin dejar de mirar a Jason. Da igual que diga que estoy enamorada, que tal vez solo esté contando mentiras con tal de que él salga de aquí… sin embargo, me han enseñado que hay cosas que no se dicen a no ser que pregunten…

         ♣ • ♣
        
         Cuando parece que el abogado de Jason ha terminado de hacerme preguntas —de lo cual estoy más que agradecida—, susurra:
         —Una última, y habré terminado.
         Suelto un pesado suspiro.
         —Me he fijado, señorita O’Connor, en que no le ha quitado ojo a mi cliente. ¿Podríamos saber por qué?
         Cuando estoy a punto de contestar, que es de inmediato, el abogado contratado por mi padre se levanta gritando:
         —¡Señoría, protesto! No es relevante en el caso.
         El juez me mira de una manera que no sabría descifrar, y tras un instante de incómodo silencio, sentencia:
         —Denegada. Por favor, señorita O’Connor, conteste a la pregunta.
         Siento una presión con la que no puedo, que es superior a mis fuerzas, que me va ganando. Estoy exhausta. Pero no me importa.
         Siempre tendré las suficientes fuerzas para decir que estoy enamorada. No importa el momento, ni tampoco el lugar.
         —He estado todo el tiempo mirando a Jason McCann porque… porque… —ahora, no es todo tan claro, las lágrimas me empañan la vista, me obligan a callarme y rendirme, pero querer es poder—. Porque no quiero que sea condenado.
         El jurado suelta un grito ahogado.

No hay comentarios: