lunes, 1 de abril de 2013

Capítulo 12 «As long as she loves me²»


 ◘ Jason McCann.
        
         Releo la carta con rapidez y sin prestar demasiada atención.
         Solo saltan a mis ojos algunas frases, palabras sueltas, que simplemente resaltan a mi vista.
         «Cumpliste.
         Pero yo no. »
         Heather… tú solo soñabas con ser feliz, que es lo mismo con lo que yo soñaba, tu felicidad. Que fuera con Brandon o con cualquier otro no me importaba lo más mínimo, porque ninguno de ellos sería yo, así, que, al fin y al cabo, me daba igual.
         «Brandon y yo lo hemos dejado. »
         Eso me produce sentimientos contradictorios.
         ¿Significa eso que todo es ahora más sencillo… para mí? ¿Significa que el tiempo que lleva con ese chico se ha echado a perder ahora? ¿Significa que no solo ella, sino que él también, ahora lo pasan mal por mí? Clavo la mirada en el suelo. ¿Cómo puedo hacer tanto mal, cuando intento casi no existir? ¿Cómo puedo hacer a tantas personas sufrir? ¿Cómo puedo lastimar a tanta gente? ¿Cómo puedo ser responsable de tanto sufrimiento?
         ¿Cómo?
         Por último…
         «Te quiero, joder. »
         Ni siquiera sé qué he de pensar. Me… me quiere. Y no me ha olvidado y está… Mis pensamientos se interrumpen.
         Rebusco en los bolsillos de mi pantalón esperando encontrar un reloj. No tengo nada. Sigo subido en el árbol, así que clavo mi vista en la ventana de la casa, y busco con la mirada un reloj, un despertador, o lo que sea, en la habitación de Header. Identifico un despertador en la mesilla de noche junto a su cama. Enfoco un poco.
         «23:42»
         En dieciocho minutos serán las doce y aquel edificio está a media hora de la de Heather. No pierdo un instante, y salto al suelo. No voy a pensar en las consecuencias ahora. Si me tuerzo el tobillo, a joderse.
         Lanzo una última mirada a la casa antes de echar a correr hacia el coche que me proporcionó Luke y meto primera.
         Sin remordimientos.
         Me aferro al volante, tanto como a la esperanza de mirar a los ojos a Heather, esos hermosos ojos oscuros.
         Piso el acelerador.
        
♣ • ♣
        
         Casi al instante, me parece oír las campanadas de la iglesia de cinco manzanas más abajo —es curioso que lo recuerde tan bien—, que indican la hora.
         Las doce en punto.
         Abro la puerta del edificio con precipitación, y corro hacia el ascensor. Hay dieciséis pisos, y como tiempo atrás vivía en el cuarto, no importaba subir y bajar por las escaleras, pero he de darme prisa, no hay tiempo de contemplaciones.
         «Fuera de servicio.»
         Maldigo por lo bajo diciéndome que no tengo tiempo.
         Llego al séptimo piso en cuestión de minutos. Nunca pensé que el entrenamiento de la cárcel sería tan útil. Continúo subiendo, mientras me recuerdo por qué llegué hasta aquel punto… por qué estoy en este punto ahora. Solo me vienen imágenes de una bala atravesando el pecho de Josh.
         Recuerdo una conversación que tuve con él, y está tan clara en mi cabeza, que parece como si la estuviera oyendo en este mismo instante.
        
         —Sabes de sobra que no me gusta que juegues conmigo. Odio vuestros estúpidos preámbulos. Contesta a mis preguntas de una vez por todas. Ya sabes… eso que no has hecho en tu vida.
         —¿Es ese el modo de hablarle a tus superiores, Jason? Bien. Verás, Jason, la chica está aquí. Bien, de mom…
         —¡Cállate! ¡No le haréis nada!
         —¿Y quién nos lo va a impedir? ¿Un niño como tú?
         —No te dejaré que le hagas nada. Ni tú ni Lewis.
         —Ah, ¿no? ¿Y eso por qué?
         Un instante de silencio reinó entonces.
         —Vamos, Jason, no tengo todo el día.
         —No tengo que darte explicaciones.
         —Sí, si quieres que la chica siga con vida. Y si no fuera así… dudo que hubieras llamado a Will que, como bien sabemos, tú y Drake conocíais y trabaja aquí, porque nunca habéis venido a nuestra casa. ¿Algo que objetar?
         —No.
         —Bien, entonces, dime. ¿Por qué?
         —No lo sé.
         —No me digas, Jason, que… te has involucrado demasiado.
        
         Pienso de nuevo en aquello último. ‘Involucrarme’. Joder. Era mucho más que eso, muchísimo.
         Abro la puerta, y salgo a la azotea. Escruto todo a mi alrededor, y entonces distingo una silueta, su silueta.
         Me pellizco, para comprobar que no estoy soñando, que es la primera noche desde mis ocho años que no tengo pesadillas, y no me despierto.
         Esto aquí. De verdad. Y ella también.
         Me siento paralizado, no sé qué decirle, no sé siquiera si tengo algo que decirle. Necesito hacerme a la idea de que la tengo frente a mí, de que ha venido… solo por mí.
         Y entonces, se gira.
         Abre los ojos considerablemente, que tiene rojos (espero que debido al frío, aunque sé de sobra que lo que realmente ocurre es que ha estado llorando), pero que siguen siendo más hermosos de lo que recordaba, más hermosos de lo que he podido distinguir a lo lejos estos últimos meses.
         Luego sonríe, y es como si todo a nuestro alrededor hubiese desaparecido,  como si no existiese nada más, como si nosotros fuésemos lo único que queda sobre la faz de la Tierra, y se acerca corriendo hacia mí. Me rodea con sus brazos. Correspondo a su abrazo. Hace años que no me abraza nadie, y sobre todo, estos últimos meses, que no he hablado con nadie, se me hace raro el contacto con una persona.
         Pero no podría haber deseado a cualquier otro. Nunca.
         Ella clava sus ojos en los míos, de una manera tan especial, tan única… De una manera que no había olvidado hasta el momento. Y que dudo que vaya a olvidar algún día.
         —Sé… que esto es amor —susurro contra su oído.
         —Sé que te quiero —responde esa con su voz aterciopelada que hace que un escalofrío recorra todo mi cuerpo.
         Junto nuestras frentes, nuestras miradas se entrelazan.
         Sonrío.
         —Sé que te voy a besar.
         

No hay comentarios: