◘ Jason
McCann.
Con el brazo apoyado contra la puerta del
coche, intento pensar en cualquier otra cosa que no sea lo que realmente está
pasando.
Porque, honestamente, ¿qué está pasando?
Le he dicho todo, absolutamente todo. Lo
mucho que la quiero, que estos dos últimos años no he pensado en nada que no
fuera besar sus labios, que ella ha provocado un cambio en mí que me da la
oportunidad de hacer las cosas bien, de una vez por todas.
Y también le he dicho que nos vayamos.
Y ella no ha opuesto resistencia. Ha
aceptado, a venir conmigo. Pero no quiero que sufra, no quiero que pase nada
malo, no quiero que fuera, no nos vaya bien. No quiero verla de nuevo como ya
la vi, porque como Josh y Lewis, hay muchos. Y están por todas partes. Irme de
Chicago no arreglaría nada. Y ella confía en mí, está en mis manos, y la última
vez no pude equivocarme más.
Pero eso sí, si de verdad quiere esto, se
lo voy a dar. Y haré lo que sea por ella. Porque es… lo es todo.
Oigo unos golpecitos en la ventanilla.
Uhm… ¿es Brandon, acaso? La bajo, y, no sé por dónde empezar. En realidad
prefiero hablar con él en igualdad. Abro la puerta, y me doy cuenta de que es
muy, muy alto.
—Quiero
darte las gracias —le digo con firmeza—. Por todo.
Me
aclaro la garganta y especifico un poco más:
—Por
estar de ella como debí hacerlo yo en su momento. Por ayudarla a superar. Estoy
en deuda contigo.
Él
me atraviesa con la mirada, y luego me dedica una sonrisa burlona.
Joder,
me recuerda a Drake.
—Es
simple —responde—, quiero que me hagas un favor.
—Soy
todo oídos.
—Cuídala.
Asiento.
Él
la ama. Se le ve en los ojos. Me pregunto si es la misma mirada que tengo yo.
Me pregunto cómo se sentiría yo si estuviera en su lugar. Si se despidiera de
la chica a la que quiere y la vea irse con otro. Aunque… lo he visto con él, y
solo pensaba en su felicidad.
Aunque
una parte de mí anhelaba que la felicidad de Heather no dependiera de cualquier
otro… que no fuese yo.
—Lo
siento —susurro, en realidad, porque no sé qué otra cosa decir.
Sacude
la cabeza, y luego, tras otro largo abrazo entre Heather y Brandon, él entra de
nuevo en su casa.
Heather se frota los ojos con los
puños, y me dedica una triste sonrisa. Y lo único que se me ocurre decir, es:
—Puedes
quedarte. Si quieres.
Me
sonríe dulce y tristemente, con las mejillas enrojecidas y los ojos hinchados.
—No
lo entiendes —balbucea—, he estado alejado de ti mucho tiempo, alejado de la
persona que quiero, no puedes dejarme, no de nuevo. Me iré contigo, a mí no me
retiene nada, Jason, y lo sabes. Solo quiero estar contigo. Me da igual dónde,
o cómo. Solo quiero estar contigo —repite.
A
mí tampoco hay nada que me retenga, pero si me voy a ir, con todo, no puedo
dejar Chicago con cuentas pendientes.
—Hay
una cosa que tengo que hacer. Y aunque no puedo obligarte, me gustaría que
vinieses.
Ella
se muerde el labio inferior.
—¿De
qué se trata?
Trago
saliva. No puedo creerme que después de tanto tiempo, realmente lo vaya a decir
en voz alta.
—Voy
a ver a mi padre. —Me aclaro la garganta antes de añadir—: Después de seis
años.
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