◘ Heather O’Connor.
—Se llamaban Drake
Redmond y Jason McCann. Hicieron lo que hicieron, sí, pero no me trataron mal
en absoluto. Hicieron lo que hizo falta para que no me faltase de nada durante
dos o tres semanas, debiendo ocuparse de mí un mes. El día que me secuestraron,
Drake me pidió disculpas por ello, y aunque en el preciso instante no entendí
por qué, pronto me di cuenta que no era un asunto personal. Parecía sentir pena
por mí a cada mirada, lo cual, evidentemente, me hacía preguntarme por qué me
habían secuestrado si sentían pena por mí. Aunque tenía problemas con la
bebida. Muy serios, además.
»Pero Jason era
distinto. Nada que ver. La primera vez que hablé con él de manera civilizada
estaba tranquilo, y no dejaba de repetirme que no tenía ni idea de por qué me
habían secuestrado. Vaya una cosa, ¿no? Y yo no dejaba de gritar, y harta de
llorar. Me dijo que no tenían el menor interés en mí, y no llegué a entenderlo
hasta mucho después.
»El día siguiente fue
muy raro. Fueron dos hombres a aquella casa, que yo no había visto nunca,
preguntando… por mí.
Me callo un momento
para mirar a Brandon. Traga saliva, pero continúa teniendo los ojos clavados en
mí, sin la menor intención en interrumpirme, así que decido continuar, con ojos
llorosos:
—Me hablaban de una manera extraña, y
provocaron a Jason en más de una ocasión. Recuerdo que en ese momento pensé que
él tenía más voz que Drake. Él me apartó de aquellos hombres, pero no lo pude
ver como una cosa buena, porque únicamente los veía como unos capullos.
»Después de eso me
enteré de por qué había pasado todo. Las razones que tenían Drake y Jason para
haberme secuestrado eran, simplemente, rabia y venganza. No contra mí ni contra
mi familia, contra alguien que no conocían, porque habían asesinado a sus seres
queridos y aquellos hombres, los que fueron a verme, eran quienes sabían quién
había sido.
»Fui egoísta, ahora me
soy cuenta, sobre todo. Pensé, únicamente en que yo no me mataba a mí misma
tras haber asesinado a mi madre. Ella murió en el parto, técnicamente, la había
matado yo.
»Cuando ya faltaba
poco para que se terminase el mes, poco más de una semana, me pasó algo que no
podría haber creído nunca posible. Me secuestraron dentro del secuestro
original. Supe que pasaba algo cuando oí un portazo que no era propio de Drake,
ni de Jason, siempre tan meticulosos y calculadores.
»Me encontré encerrada
y atada en una furgoneta, sin poder moverme, con las mejillas empapadas de
lágrimas… Y todo… pasó a partir de ahí.
—¿El qué? —susurra
Brandon.
Alarga la mano y roza
sus dedos con los míos. Lo miro, y tiene la vista baja, y cuando ve que lo
estoy mirando, me sonríe de una manera distante, que me hace soltar la primera
lágrima. Pero no me va a impedir ser sincera. Esta vez no.
—Me enamoré de Jason.
Él baja todavía más la
mirada y me siento culpable, como nunca antes. Lo veo tragar saliva.
—Antes del juicio en
el que se determinaba si él iría o no a la cárcel, hablé con Tracy. Me dijo que
ése no era el chico adecuado para mí, que no me merecía, y que en realidad no
lo amaba, ni mucho menos, él me amaba a mí. Me hizo prometer que si Jason era
condenado, tendría que olvidarme de él.
Inspiro profundamente,
pero de nada sirve, ya debo tener todo el maquillaje corrido sobre las
mejillas, pero no puedo dejar de hablar. Ya he empezado, y he de ser sincera,
no solo con Brandon, pero, sobre todo, conmigo misma. He de dejar de mentirme
de una vez por todas.
—Lo condenaron.
Las lágrimas salen más
desenfrenadamente de mis ojos, y probablemente no me entienda al hablar, pero
necesito soltarlo.
—E intenté olvidar a
Jason, como le prometí a Tracy, pero no pude. Y encontré aquel descampado en el
que te conocí y… Me gustas, Brandon, de veras que sí, pero no dejaba de pensar
que te he estado mintiendo todo este tiempo…
Ya no puedo casi
hablar, siento que me ahogo y me atraganto con mis palabras.
—Brandon, yo… Lo
siento tanto —es lo último que puedo decir antes de estallar a llorar como solo
lo había hecho hace un poco más de dos años atrás.
—Heather —dice él cogiéndome
la mano—, yo… no sé qué decir. ¿Has estado guardándote eso todo mi tiempo?
Se levanta, y, en vez
de irse, como creí que iba a hacer al levantarse, pero tira ligeramente de mí
para que me levante. Las yemas de sus dedos recorren mis mejillas para
secarlas, me acaricia el pelo, y me atrae hacia él.
Me besa en los labios,
y siento lo mismo que sentí la primera vez que lo besé.
Pero no lo mismo que
cuando me besé Jason. Ni se acerca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario