◘ Jason McCann.
Hace
tiempo que no voy a la casa de Heather. Que no la miro por esa ventana, la de
su cuarto. Estoy en blanco, no consigo centrarme, y ordenar mis ideas. Todo
parece borroso a mi alrededor, y diría que llevo una máscara o algo por el
estilo que me impide distinguir qué es real y qué no, porque, la verdad, no sé
qué hora es, ni cuánto tiempo llevo despierto, y ni siquiera tengo la certeza
de estarlo.
Voy a
ver a Heather, voy a hablar con ella.
Tengo
muchas cosas que decirle… o no tantas.
Pero,
eso sí, hay muchas más en juego.
Miro a
mi alrededor, y son todo árboles. Mejor estar aislado, porque sé que aquí nadie
va a buscarme. Y tampoco sabrían dónde, aquí les llevo bastante ventaja, tras
dos meses por aquí, sin nada mejor que hacer que memorizar cada centímetro de
este bosque.
Hay
algo que tengo que hacer. No va a arreglar nada, y probablemente solo lo
estropee todo, y lo más probable es que complique las cosas y nuble
completamente mi punto de vista, pero… no me queda otra.
He de
volver.
A mi
casa. A la casa que compartía con Drake.
En la
que empezó… y terminó todo, sí.
Me
encamino hacia ella antes de que me dé tiempo a cambiar de idea, y conduzco lo
más rápido que este coche me lo permite hacia las afueras del sur de Chicago.
♣ • ♣
Giro el
pomo de la puerta. Curiosamente, ni siquiera me hace falta la llave, está
abierta. Total, ¿para qué cerrar este piso? No hay ningún mueble, no siquiera
la moqueta cubre el suelo, solo está todo con una gruesa capa de polvo.
¿Quién
se los llevaría? ¿La policía? ¿Ladrones?
En fin,
no importa. Si tuviera pensado seguir viviendo aquí, puede, pero, sinceramente,
tener muebles o no en la casa en la que viví durante la peor etapa de mi vida,
desde la cual han pasado dos duros años, no es que me importe demasiado. Tengo
cosas más importantes a las que consagrar mi tiempo en este preciso instante.
Entro
al salón. No puedo evitar sentir un breve sentimiento de nostalgia. En fin, no
es por el salón en sí, sino porque recuerdo a Drake tirado en el sofá, comiendo
patatas fritas hasta reventar, y no saliendo nunca. Sonrío. Odio a esos hijos
de puta que lo mataron. Merecen estar donde están, pero aquello solo confirmó
que soy, en realidad, esa persona de la que siempre he deseado huir.
Tras
ver todo el piso, y afrontarme a trágicos y nostálgicos recuerdos, llego a la última
puerta, frente a la que sigo parado, porque no estoy seguro de querer entrar.
Mi
habitación.
No
pasaba demasiado tiempo allí, puesto que o estaba en el gimnasio o en el taller
de Luke, pero lo más importante sí sucedió ahí.
Tras un
instante de indecisión, giro el pomo. Está vacío, no queda nada (¿por qué me
sorprende? Sólo está como el resto de la casa). Pero no me refiero a los
muebles, exactamente. Sino a ella. Se pasaba los días y las noches llorando
encerrada en mi cuarto.
Me
muerdo el interior de mis mejillas.
Por
aquel entonces, yo me sentía mal, pero ahora me siento mucho peor. Por aquel
entonces ella era «una víctima más» pero la pregunta, en realidad, es ¿qué coño
es ahora para mí? La respuesta es simple. Todo.
Me
siento un completo imbécil por haberle hecho todo aquello, por haberla hecho
sufrir de esta manera pero, yo… es que no tenía otra. No podía evitar sentirme
de manera egoísta con ella, porque desde el principio, nada más verla, sentí
algo fallar dentro de mí. Y es evidente, que eso no lo podía permitir.
Joder,
pero eso no cambia nada. No he de justificarme, directamente, porque no puedo.
La culpa es mía, toda, es un hecho.
Si la
hice sufrir, es porque no quería que nadie me viera como a un débil. Mi orgullo
me impedía poder quedar frente a Josh y Lewis, y mucho menos frente a Drake,
quien me lo recordaría de por vida. Lo… lo habría hecho de haber tenido tiempo.
Recuerdo
haberme obsesionado como nunca solo con imaginarme la vida sin Heather,
perdiéndola.
La
imaginaba ya muerta.
Y no
pude soportarlo, estallaba al instante. Me volvía loco por momentos. Imaginaba
torturas que podrían estar dañándola, y yo sufría. Imaginaba que le hacían
cosas horribles que no he podido olvidar del todo aún. Imágenes que no
desaparecerán del todo, que han sido grabadas a fuego en mi mente. Y eso no lo
puedo soportar, no aguanto estar pensando en ella como en la mejor persona que
ha aparecido por mi vida y que esas imágenes vuelvan a mí, dispuestas a
destruirme por dentro. No me duele tanto verla junto a Brandon, porque al menos
sonríe, y la veo feliz.
Cierro
la puerta, y suelto un suspiro. Un suspiro lento y pesado que me hace, por fin,
decidir tomar las riendas de mis actos.
Por
fin.
♣ • ♣
Corro
hasta la casa de Heather, con cuidado de no ser visto, aunque no es lo que más
me preocupa en estos momentos. Necesito verla. Y no me refiero a hacerlo desde
las sombras, sino a que ella también me vea. A hablar con ella. A decirle que…
la quiero.
Un
coche está aparcado en la entrada, y no es el suyo, sino el de su padre, pero
me arriesgo.
Joder,
he estado arriesgándome todo este tiempo, y ahora, al fin, sentiré que merece
la pena.
Sin
embargo, la luz de su habitación está apagada. Asciendo con cuidado en las
ramas de los árboles para llegar a la altura de su cuarto.
No
está. No la veo, no la distingo, aunque sería hora de estar durmiendo, pero
todas las noches tiene la luz encendida.
Cuando
bajo los ojos para descender, clavo la vista en la ventana.
Una
carta.
Que
tiene garabateada «Jason».
No dudo
un instante en cogerla y abrirla.
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