sábado, 23 de marzo de 2013

Capítulo 10 «As long as she loves me²»


◘ Jason McCann.

         Hace tiempo que no voy a la casa de Heather. Que no la miro por esa ventana, la de su cuarto. Estoy en blanco, no consigo centrarme, y ordenar mis ideas. Todo parece borroso a mi alrededor, y diría que llevo una máscara o algo por el estilo que me impide distinguir qué es real y qué no, porque, la verdad, no sé qué hora es, ni cuánto tiempo llevo despierto, y ni siquiera tengo la certeza de estarlo.
         Voy a ver a Heather, voy a hablar con ella.
         Tengo muchas cosas que decirle… o no tantas.
         Pero, eso sí, hay muchas más en juego.
         Miro a mi alrededor, y son todo árboles. Mejor estar aislado, porque sé que aquí nadie va a buscarme. Y tampoco sabrían dónde, aquí les llevo bastante ventaja, tras dos meses por aquí, sin nada mejor que hacer que memorizar cada centímetro de este bosque.
         Hay algo que tengo que hacer. No va a arreglar nada, y probablemente solo lo estropee todo, y lo más probable es que complique las cosas y nuble completamente mi punto de vista, pero… no me queda otra.
         He de volver.
         A mi casa. A la casa que compartía con Drake.
         En la que empezó… y terminó todo, sí.
         Me encamino hacia ella antes de que me dé tiempo a cambiar de idea, y conduzco lo más rápido que este coche me lo permite hacia las afueras del sur de Chicago.
        
♣ • ♣

         Giro el pomo de la puerta. Curiosamente, ni siquiera me hace falta la llave, está abierta. Total, ¿para qué cerrar este piso? No hay ningún mueble, no siquiera la moqueta cubre el suelo, solo está todo con una gruesa capa de polvo.
         ¿Quién se los llevaría? ¿La policía? ¿Ladrones?
         En fin, no importa. Si tuviera pensado seguir viviendo aquí, puede, pero, sinceramente, tener muebles o no en la casa en la que viví durante la peor etapa de mi vida, desde la cual han pasado dos duros años, no es que me importe demasiado. Tengo cosas más importantes a las que consagrar mi tiempo en este preciso instante.
         Entro al salón. No puedo evitar sentir un breve sentimiento de nostalgia. En fin, no es por el salón en sí, sino porque recuerdo a Drake tirado en el sofá, comiendo patatas fritas hasta reventar, y no saliendo nunca. Sonrío. Odio a esos hijos de puta que lo mataron. Merecen estar donde están, pero aquello solo confirmó que soy, en realidad, esa persona de la que siempre he deseado huir.
         Tras ver todo el piso, y afrontarme a trágicos y nostálgicos recuerdos, llego a la última puerta, frente a la que sigo parado, porque no estoy seguro de querer entrar.
         Mi habitación.
         No pasaba demasiado tiempo allí, puesto que o estaba en el gimnasio o en el taller de Luke, pero lo más importante sí sucedió ahí.
         Tras un instante de indecisión, giro el pomo. Está vacío, no queda nada (¿por qué me sorprende? Sólo está como el resto de la casa). Pero no me refiero a los muebles, exactamente. Sino a ella. Se pasaba los días y las noches llorando encerrada en mi cuarto.
         Me muerdo el interior de mis mejillas.
         Por aquel entonces, yo me sentía mal, pero ahora me siento mucho peor. Por aquel entonces ella era «una víctima más» pero la pregunta, en realidad, es ¿qué coño es ahora para mí? La respuesta es simple. Todo.
         Me siento un completo imbécil por haberle hecho todo aquello, por haberla hecho sufrir de esta manera pero, yo… es que no tenía otra. No podía evitar sentirme de manera egoísta con ella, porque desde el principio, nada más verla, sentí algo fallar dentro de mí. Y es evidente, que eso no lo podía permitir.
         Joder, pero eso no cambia nada. No he de justificarme, directamente, porque no puedo. La culpa es mía, toda, es un hecho.
         Si la hice sufrir, es porque no quería que nadie me viera como a un débil. Mi orgullo me impedía poder quedar frente a Josh y Lewis, y mucho menos frente a Drake, quien me lo recordaría de por vida. Lo… lo habría hecho de haber tenido tiempo.
         Recuerdo haberme obsesionado como nunca solo con imaginarme la vida sin Heather, perdiéndola.
         La imaginaba ya muerta.
         Y no pude soportarlo, estallaba al instante. Me volvía loco por momentos. Imaginaba torturas que podrían estar dañándola, y yo sufría. Imaginaba que le hacían cosas horribles que no he podido olvidar del todo aún. Imágenes que no desaparecerán del todo, que han sido grabadas a fuego en mi mente. Y eso no lo puedo soportar, no aguanto estar pensando en ella como en la mejor persona que ha aparecido por mi vida y que esas imágenes vuelvan a mí, dispuestas a destruirme por dentro. No me duele tanto verla junto a Brandon, porque al menos sonríe, y la veo feliz.
         Cierro la puerta, y suelto un suspiro. Un suspiro lento y pesado que me hace, por fin, decidir tomar las riendas de mis actos.
         Por fin.
        
♣ • ♣

         Corro hasta la casa de Heather, con cuidado de no ser visto, aunque no es lo que más me preocupa en estos momentos. Necesito verla. Y no me refiero a hacerlo desde las sombras, sino a que ella también me vea. A hablar con ella. A decirle que… la quiero.
         Un coche está aparcado en la entrada, y no es el suyo, sino el de su padre, pero me arriesgo.
         Joder, he estado arriesgándome todo este tiempo, y ahora, al fin, sentiré que merece la pena.
         Sin embargo, la luz de su habitación está apagada. Asciendo con cuidado en las ramas de los árboles para llegar a la altura de su cuarto.
         No está. No la veo, no la distingo, aunque sería hora de estar durmiendo, pero todas las noches tiene la luz encendida.
         Cuando bajo los ojos para descender, clavo la vista en la ventana.
         Una carta.
         Que tiene garabateada «Jason».
         No dudo un instante en cogerla y abrirla.
         

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