◘ Heather
O’Connor.
Tengo
ojeras, aunque dé igual que intente taparlas con maquillaje, solo se marcan
más. ¿Pero qué me pasa últimamente? Desde que salió la noticia de Jason, no
puedo dormir. Tal vez Brandon me lo haya notado, porque últimamente está como
más pendiente de mí. Y se lo agradezco, porque es mi novio y, en fin, eso se
supone que hacen los novios, ¿no?
Me abrocho
el último botón de la camisa y bajo las escaleras. Quiero llegar puntual.
—¿Adónde
vas, Heather? —me pregunta Tracy apoyándose en la barandilla.
—Ya os lo
dije, a casa de Brandon, me ha invitado a cenar con sus padres.
Ella
sonríe, y se aparta. Mejor. Es tan predecible. Sé en qué está pensando. Sabe
que va a ganar. En fin… que ha ganado ya. Parecía una competición y mira cómo
ha terminado esto.
—No
vuelvas tarde —dice antes de que yo coja las llaves de mi coche.
—Lo que tú
digas —susurro entre dientes.
Entro en
el coche y enciendo la radio. Ni siquiera pienso escuchar lo que dicen o la que
probablemente sea mala música, porque estoy abrumada, y solo quiero que algo me
impida pensar, o, por lo menos, lo dificulte un poquito.
Paso por
delante de la casa, en la que Jason me dijo que había vivido, y donde ahora
vivía su padre, si no… quién sabe, tal vez la haya vendido, pero no creo. Yo no
sería capaz.
La casa
verde…
‘Un día
debería hacerle una visita’, susurra una parte de mí.
‘¿Y qué
piensas decirle, valiente?’, responde mi otra parte.
Apago la
radio. Muy mal me están viniendo las pastillas del estrés que me tomo, o me
hacen un efecto que dura poco más de dos milésimas de segundo.
Conduzco
hasta el barrio de Brandon. Se parece bastante al mío, elegante y sofisticado,
pero no ese toque que tiene el mío, a pijo asqueroso. No sé por qué.
♣ • ♣
Llamo a la
puerta.
Nada más
abrir, él me planta un beso en la mejilla.
—Buenas
noches —digo.
—Qué
puntual eres. Ni ha hecho falta dejarle los cinco minutos de cortesía —susurra
haciendo una mueca. Yo miro al suelo.
Detrás de
él están sus padres, mirándonos, y me siento muy incómoda, a pesar de que me
caigan tan bien, solo que tienen un aire muy frío y distante. No sé si es solo
cuando estoy cerca, pero se me antoja de este modo. Puede que se parezcan a mí.
Puede que por eso nos entendamos.
—Buenas noches,
señor y señora Brington —les dedico una sonrisa.
—Buenas,
Heather, ¿cómo estás?
—Bien, ¿y
ustedes?
—También,
gracias.
Los conocí
hace un año, vengo aquí más de una vez por semana y siguen pareciendo
sorprendidos al verme. La verdad, es que no lo entiendo.
♣ • ♣
Tomando el
postre, parece que ambos se han relajado ya, porque han dejado de mirarme con
los ojos exorbitados. Creo que es porque Brandon les ha dicho algo, pero ni
idea. Además, es una de esas ocasiones en las que, realmente, no hay nada que
decir.
Dejo de
pensar en eso hasta que me doy cuenta que hablan de mí.
¿Y yo sin
darme cuenta?
—La
verdad, es que es de las mejores novias que te has echado —ríe su padre. Él
parece más suelto, siempre se me ha antojado de esta manera—. Salías con cada
una…
—Fred, por
favor —dice su madre apretando los labios.
Miro a
Brandon. Es curioso que no diga nada. Solo tiene la mandíbula apretada y mira
con fijeza la mesa. Si mis padres empezaran a hablar de mis anteriores novios,
simplemente me iría. Paso de los comentarios de mi padre, y de Tracy ya ni
hablemos. Esa mujer no puede tener el pico callado durante más de dos minutos
seguidos. Aún me pregunto qué vio mi padre en ella… O ella en él, que es un
adicto al trabajo que presta más atención a una chatarra a la que se atreve
llamar coche que a su mujer, y no digamos nada de su hija.
Cuando les
presenté a Brandon, aún no éramos nada.
Por eso,
supongo, no se sorprendieron al decirles que estábamos saliendo.
—Mamá,
papá —susurra—, voy a llevar a Heather a su casa.
—Pero…
—comienza su padre, pero su madre le recrimina con la mirada y se interrumpe.
♣ • ♣
—Siento
eso —dice cogiendo una curva, entrando en mi barrio.
—No pasa
nada.
Él aprieta
la mandíbula.
—Sí que
pasa, Heather. Quiero… quiero hacerlo bien esta vez. Contigo, quiero decir. No
quiero estropearlo todo.
Lo primero
que se me pasa por la cabeza tras oír eso, tan hermoso, es ‘No me lo merezco’.
Esa vocecita que hay dentro de mí me recrimina que mientras él lo hace todo por
mí, yo solo estoy pensando en mis sentimientos por otro chico.
Yo tampoco
lo voy a estropear.
Él
aparca frente a mi casa.
—Brandon
—acaricio su pelo—, yo también quiero hacerlo bien. Y empezaré… contándotelo
todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario